sábado, 12 de marzo de 2022

VOLVER A DISCERNIR, Malaquías 3:18

VOLVER A DISCERNIR, Malaquías 3:18

Entonces os volveréis, y discerniréis la diferencia entre el justo y el malo, entre el que sirve a Dios y el que no le sirve.
Malaquías 3:18

El propósito de toda la confrontación de Malaquías se ve reflejado en este versículo, donde se abre una invitación al discernimiento del cual un día empezaron a alejarse.

Porque el camino hacia la necedad es paulatino. De manera que, quien se encamina hacia ella, no es capaz de reconocer que su discernimiento va menguando a cada paso que se aleja de Dios.

Pues los retornados iniciaron su nueva etapa en Jerusalén con mucha ilusión y convencimiento de la promesa que expresaron unánimamente delante de Esdras, cuando la ley fue puesta de manifiesto delante de ellos.

Así que, del mismo modo en que la exposición de la Palabra abrió los ojos a los retornados, el alejamiento de ella les entumeció de nuevo el entendimiento.

Porque la palabra de Dios es la luz que guía los pasos del hombre. Pues no es posible encaminarse con seguridad si se carece de iluminación, asimismo, al que se aleja de la sabiduría, le es imposible dirigir sabiamente sus pasos.

Y conforme estos pasos se desvían cada vez más en desobediencia, más entenebrecido su entendimiento, hasta el punto de llegar a desconocer a Dios por completo, habiéndose hecho en su imaginación un dios a su medida, de acuerdo a sus concupiscencias.

Y esto es lo que le sucede, no solo al rebelde del pueblo de Dios, receptor protagonista del mensaje de Dios por Malaquías, sino a todo el mundo:

"Dice el necio en su corazón: No hay Dios. Se han corrompido, hacen obras abominables; No hay quien haga el bien. Jehová miró desde los cielos sobre los hijos de los hombres, para ver si había algún entendido, que buscara a Dios. Todos se desviaron, a una se han corrompido; No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno. ¿No tienen discernimiento todos los que hacen iniquidad, que devoran a mi pueblo como si comiesen pan, y a Jehová no invocan?"
Salmos 14:1-4

La capacidad de entender a Dios es directamente proporcional a la distancia en que se está de Él. De modo que conforme uno más se aleja de Dios, más se va alejando de la sabiduría para abrazar la necedad.

Como bien expresaría el salmista en su estrofa, coincidiendo con lo escrito por Salomón en su libro de Proverbios:

"El principio de la sabiduría es el temor de Jehová; Buen entendimiento tienen todos los que practican sus mandamientos; Su loor permanece para siempre."
Salmos 111:10

Desde que pecó Adán el mundo entero quedó sumido en las tinieblas. Y aunque Dios fue tratando con el hombre y se usaba de él para difundir Su luz, la necedad de un mundo gobernado por el maligno no llegaba a comprender la gravedad de su situación y su necesidad imperiosa de Dios.

Dios, en Su omnisciencia, sabía que al hombre, una vez caído de Su presencia y cuanto mayor tiempo estuviera alejado de Él, su necedad le impediría volver a Él.

También está el problema del pecado que, habiéndose contaminado toda la humanidad a causa de Adán, se veía irremediablemente repelido de la Santa presencia de Dios.

Pero el plan que Dios trazó desde antes de la creación del mundo sopesa todos estos impedimentos y les pone fin para que el hombre sea reconciliado con Él a través del Hijo, el Señor Jesucristo.

Él es la luz que ha venido a alumbrar al hombre en una nueva vida, haciéndolo libre del pecado y de la muerte por medio de Su perfecta obra redentora consumada en la cruz del Calvario y en Su resurrección al tercer día.

"Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo. En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció. A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios."
Juan 1:9-13

De modo que a todo aquel que en Él cree le ilumina Su luz, abriéndole el entendimiento para discernir conforme a la voluntad de Dios, conforme a su nueva identidad en Cristo.

Por medio de Cristo, Dios nos libera del pecado y de la muerte, pero no anula nuestra capacidad de decidir por nosotros mismos si es que deseamos seguir Su voluntad o la nuestra.

Puede acontecer que, habiendo experimentado la luz de Cristo y el conocimiento de Dios durante la conversión, y aún siendo sellados por el Espíritu Santo para vida eterna en Él, decidamos no atender a Su palabra como es debido y, en desobediencia, se vaya atenuando la luz de nuestro entendimiento, con el peligro de acabar desviándonos por completo de la verdad de Cristo.

Echando una mirada introspectiva puedo reconocer que, en la temporada que menos nutría mi alma con la palabra de Dios y, por ende, menos comunión tenía con Él, a pesar de haber leído, estudiado y atendido tanto a las Escrituras previamente, mi discernimiento entre lo bueno y lo malo acabó siendo tan pobre que no era capaz de distinguir entre una falsa doctrina y el verdadero evangelio de Jesucristo.

Gracias a Dios, puse mi situación en Sus manos para que Él la manejara por mí, ya que en la gravedad de mis necedades, no era capaz de corregirme aún conociendo en qué punto estaba desobedeciendo descaradamente la voluntad de Dios.

Por esto, y porque fue tan mala la experiencia y tan grande la enseñanza que recibí de ella, me aconsejaré como aconsejaría a un niño: "lee tu Biblia y ora cada día", para guardarme de caer, de nuevo, en engaños.

Para ultimar la reflexión de hoy, quedémonos con esta conclusión:

"El fin de todo el discurso oído es este: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre. Porque Dios traerá toda obra a juicio, juntamente con toda cosa encubierta, sea buena o sea mala."
Eclesiastés 12:13-14






















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