lunes, 7 de marzo de 2022

EL TIEMPO DE SU VENIDA, Malaquías 3:2-4

EL TIEMPO DE SU VENIDA, Malaquías 3:2-4

¿Y quién podrá soportar el tiempo de su venida? ¿o quién podrá estar en pie cuando él se manifieste? Porque él es como fuego purificador, y como jabón de lavadores. Y se sentará para afinar y limpiar la plata; porque limpiará a los hijos de Leví, los afinará como a oro y como a plata, y traerán a Jehová ofrenda en justicia. Y será grata a Jehová la ofrenda de Judá y de Jerusalén, como en los días pasados, y como en los años antiguos.
Malaquías 3:2-4

Malaquías, de nuevo, hace uso de la retórica, expresándose a base de  preguntas.

Porque, irónicamente, el pueblo cuanto más rebelde está para con Dios, más está deseando la cercanía de Su día.

Porque al desobediente le cuesta mantenerse ocupado en lo que se le ha encomendado, así que le es más fácil desear que venga su Señor para así quedar liberado de su tarea.

Pero que no se confundan, porque Malaquías les recordará lo que en otro tiempo anunciaron otros profetas, que el día del Señor no será un día de gozo para los presentes, ni así tampoco el tiempo de Su venida.

Dios también habló de este tiempo a su pueblo usándose del profeta Oseas quien, a través de su matrimonio con una mujer adúltera, escenificó todo lo que a Israel le ha de acontecer por sus desobediencias.

"Y la castigaré por los días en que incensaba a los baales, y se adornaba de sus zarcillos y de sus joyeles, y se iba tras sus amantes y se olvidaba de mí, dice Jehová. Pero he aquí que yo la atraeré y la llevaré al desierto, y hablaré a su corazón. Y le daré sus viñas desde allí, y el valle de Acor por puerta de esperanza; y allí cantará como en los tiempos de su juventud, y como en el día de su subida de la tierra de Egipto. En aquel tiempo, dice Jehová, me llamarás Ishi, y nunca más me llamarás Baali. Porque quitaré de su boca los nombres de los baales, y nunca más se mencionarán sus nombres."
Oseas 2:13-17

El tiempo de la venida del Señor será un tiempo de angustia para su pueblo, por cuanto será el tiempo en que experimentarán el proceso de su purificación, un duro proceso de gran tribulación, donde sus ojos se abrirán y entenderán por fin que Jesús es el Mesías, a quien ellos traspasaron y a quien verán volver en todo Su poder y Su gloria.

Más explícito tenemos a Amós para con aquellos que, aún en sus transgresiones, suspiraban por el día del Señor.

"¡Ay de los que desean el día de Jehová! ¿Para qué queréis este día de Jehová? Será de tinieblas, y no de luz; como el que huye de delante del león, y se encuentra con el oso; o como si entrare en casa y apoyare su mano en la pared, y le muerde una culebra. ¿No será el día de Jehová tinieblas, y no luz; oscuridad, que no tiene resplandor?"
Amós 5:18-20

Y durante la lectura de Joel se encuentra el mismo aviso: el día del Señor es grande y terrible, y llama diligentemente al arrepentimiento para evitar tener que presenciar el horror del tiempo en que el Señor vuelva.

"Y Jehová dará su orden delante de su ejército; porque muy grande es su campamento; fuerte es el que ejecuta su orden; porque grande es el día de Jehová, y muy terrible; ¿quién podrá soportarlo? Por eso pues, ahora, dice Jehová, convertíos a mí con todo vuestro corazón, con ayuno y lloro y lamento."
Joel 2:11-12

Porque en el día del Señor se manifestará Su ira, en una última oportunidad a los hombres para que se arrepientan, antes del Juicio delante del gran trono blanco.

Pero Dios no va a permitir que sus hijos pasen por el tiempo de Su ira. Sino que, habiendo enviado a Su Unigénito Hijo, el Señor Jesucristo, a pagar por nosotros la redención derramando su propia vida, y en su resurrección al tercer día, libera del yugo del pecado y abre el acceso a la vida eterna, a todo aquel que cree en el Hijo.

"Porque no nos ha puesto Dios para ira, sino para alcanzar salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo, quien murió por nosotros para que ya sea que velemos, o que durmamos, vivamos juntamente con él."
1 Tesalonicenses 5:9-10

Sino que es esta ira por la que destruirá la maldad y por la que provocará a arrepentimiento a los que, por la gran tribulación, sean golpeados en sus conciencias y lleguen al reconocimiento de Jesús como Único Señor y Salvador.

Dios no quiere que las almas se pierdan, de lo contrario, no habría entregado a Su Hijo en nuestro rescate. Sino que espera pacientemente a que los hombres se arrepientan antes del gran día del Señor.

"El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento."
2 Pedro 3:9

Mientras tanto, no estamos llamados a sentarnos de brazos cruzados esperando a que el Señor venga, porque de ser así el Señor ya nos hubiera sacado de este mundo desde el mismo momento de la conversión a Cristo, ya que no habría razón de permanecer un segundo más en un mundo gobernado por el adversario.

Pero todos en la iglesia de Cristo tenemos una labor tan importante que atañe a la salvación de las almas, la cual es la expansión del evangelio de Jesucristo, en el que se presenta a Cristo sacrificado, muerto y resucitado; y ascendido a la diestra del Padre, junto con el anuncio de Su venida.

Porque ninguno de nosotros queremos experimentar la ira del Señor en Su grande y terrible día, procuremos hallarnos justificados delante del Padre por medio de aquel que nos llama de las tinieblas a la luz admirable.

Puede que hoy sea el día en que necesitamos responder a esta pregunta: "¿Qué debo hacer para ser salvo?"

Y tal como Pablo y Silas respondieron al carcelero, obtenemos la respuesta:

"Ellos dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa."
Hechos 16:31




















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