LA PUERTA DEL JUICIO, Nehemías 3:31
Después de él restauró Malquías hijo del platero, hasta la casa de los sirvientes del templo y de los comerciantes, enfrente de la puerta del Juicio, y hasta la sala de la esquina. Y entre la sala de la esquina y la puerta de las Ovejas, restauraron los plateros y los comerciantes.
Nehemías 3:31-32
REFLEXIÓN:
Este es el tramo que completa las obras de restauración del muro.
La puerta del Juicio es la última de las diez puertas que se encuentran en el muro exterior de la antigua ciudad de Jerusalén.
Las otras dos puertas que completarían las doce son la puerta de la Cárcel y la puerta de Efraín. Estas dos que no se han nombrado en el registro de la restauración, forman parte de las paredes amuralladas internas de la ciudad.
La puerta del Juicio viene a dar con la puerta de la Cárcel, que se encuentra enfrente de ella y por detrás del templo.
APLICACIÓN:
Dios es Juez Justo y Verdadero y Él ha dispuesto que sea el Hijo el que juzgue al mundo después de los mil años del establecimiento de Su reino.
"Porque como el Padre levanta a los muertos, y les da vida, así también el Hijo a los que quiere da vida. Porque el Padre a nadie juzga, sino que todo el juicio dio al Hijo, para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo, no honra al Padre que le envió."
Juan 5:21-23
Cuando el Señor vino por primera vez, Él no vino como Rey ni Juez, sino como Cordero y Sumo Sacerdote, para entregarse a Sí mismo en rescate por el hombre y para interceder ante el Padre por todo aquél quien en Él cree.
"Al que oye mis palabras, y no las guarda, yo no le juzgo; porque no he venido a juzgar al mundo, sino a salvar al mundo. El que me rechaza, y no recibe mis palabras, tiene quien le juzgue; la palabra que he hablado, ella le juzgará en el día postrero."
Juan 12:47-48
Pero sí que hubo alguien que ya sufrió juicio en aquel entonces, se trata del gobernador del mundo, este es Satanás, quien le había arrebatado el dominio terrenal al hombre tras el pecado de Adán.
"Ahora es el juicio de este mundo; ahora el príncipe de este mundo será echado fuera."
Juan 12 31.
Y aunque el padre de la mentira sigue ejerciendo poder sobre este mundo, es solo una cuestión de tiempo que el Señor vuelva y este príncipe sea atado por mil años, para después ser echado al lago de fuego.
Y aunque los creyentes somos justificados en Cristo para salvación, esto no nos exime de pasar por un juicio, así como comenta Pablo a Timoteo:
"Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino, que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina."
2 Timoteo 4:1-2
No es que vayamos a ser juzgados juntamente los vivos y los muertos, es decir, los creyentes y los incrédulos, sino que para ambos va a existir un juicio.
Y así, como advertencia a todo aquel que pusiera y enseñara por doctrina lo que no era, Pablo plasmó estas letras a los Corintios:
"la obra de cada uno se hará manifiesta; porque el día la declarará, pues por el fuego será revelada; y la obra de cada uno cuál sea, el fuego la probará. Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa. Si la obra de alguno se quemare, él sufrirá pérdida, si bien él mismo será salvo, aunque así como por fuego."
1 Corintios 3:13-15
Y aquí es donde se recalca "si bien él mismo será salvo", porque el juicio emitido hacia la iglesia no es para condenación, sino para recompensa.
Y este proceso, que no es el mismo evento que el Juicio final, se llama tribunal de Cristo.
"Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo."
2 Corintios 5:10
Este "todos nosotros" que dice Pablo, en el cual se incluye, se refiere explícitamente a todos los cristianos.
Claro, el tribunal de Cristo Dios lo pone para recompensa a la iglesia, conforme a su labor en la tierra y a los frutos resultantes, aunque si este fruto no ha resultado bueno, la recompensa se dará en conformidad a él.
Sea como fuere, los creyentes debemos vivir deseando y esperando recibir tantas recompensas como podamos, para tener corona que entregar al Señor, para Su gloria y honra, por toda la eternidad.
Porque no es mito que los creyentes aspiramos a coronas, del mismo modo que no lo es que todo aquel que no se halle inscrito en el libro de la vida, habiendo pasado por el juicio del gran trono blanco, será echado al lago de fuego.
Y aquí, la promesa de Dios a quienes le aman:
"Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman."
Santiago 1:12
ACCIÓN:
Con la lectura y la reflexión de hoy me surge esta pregunta, la cual me hago a modo introspectivo: "¿ Vivo conforme al que aspira corona de vida ante el tribunal de Cristo o tendré que pasar vergüenza cuando sean manifestadas mis obras delante del Señor?"
Procuremos vivir de tal manera que podamos decir, como Pablo, en el final de sus días en este mundo:
"Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida."
2 Timoteo 4:8
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