Vuestras palabras contra mí han sido violentas, dice Jehová. Y dijisteis: ¿Qué hemos hablado contra ti? Habéis dicho: Por demás es servir a Dios. ¿Qué aprovecha que guardemos su ley, y que andemos afligidos en presencia de Jehová de los ejércitos? Decimos, pues, ahora: Bienaventurados son los soberbios, y los que hacen impiedad no sólo son prosperados, sino que tentaron a Dios y escaparon.
Malaquías 3:13-15
Larga exhortación de Dios hacia Su pueblo y ¿aún siguen cuestionando a Dios?
Es fácil caer en rebeldía porque, para ello, con no hacer nada, basta. Pero una vez se torna rebelde, por perseverar en la desobediencia, el endurecimiento del corazón y el enfriamiento de la conciencia embotan el entendimiento del hombre, y ya no sabe ver más alla de sus concupiscencias.
El menosprecio de los levitas hacia Dios y hacia Su obra era tan generalizado que dejaron el disimulo para mostrar abiertamente la molestia y el pesar de su compromiso, como siervos del templo y como pueblo de Dios.
Porque echaban la mirada a las naciones paganas y aún deseaban su suerte, como si Dios no estuviera enterado de ellos y no les tuviera reservado un juicio por su impiedad.
Concluían, pues, en vivir según el desorden de sus intereses personales de manera que, con asistir en el templo y cumplir con el calendario de las fiestas, les bastaría para sentirse justificados delante de Dios.
Es muy fácil escandalizarnos de ellos, mientras leemos las letras de Malaquías, como si nosotros como miembros del cuerpo de Cristo que somos, y morada del Espíritu Santo, (cosa que ellos no lo eran, pues aún no se había dado la perfecta obra redentora de Cristo, en la cruz del Calvario), no nos jactáramos nunca de nuestra salvación en Cristo, mientras dejamos pasar los días mirándonos el ombligo, sin compasión alguna de las almas perdidas.
Porque es muy beneficioso recibir el mensaje dominical, como si queremos, gracias a las redes sociales, pasarnos la semana entera escuchando predicaciones de unos y otros. Pero descuidando lo principal, que es la relación con Dios y la obediencia a los mandamientos de Jesucristo, de nada nos sirve, sino para agrandar el ego y embotar aún más nuestro entendimiento.
Porque la palabra de Dios está para aplicarla cuando se recibe. Y para recibirla no basta sólo con escuchar un sermón más o menos extenso, sino que impera la necesidad de abrir la Biblia y leerla con el ánimo de ser enseñado por Dios a través de Su palabra y confrontado por ella, para andar en consonancia con el carácter de Cristo.
Pero debemos reconocer que nos da pereza, y nos conformamos con lo recibido en el culto, mientras justificamos nuestra inactividad evangelística con lo poco dispuestos que están los incrédulos de buscar a Cristo.
Pero, ¿cómo van a buscarlo si no lo conocen? Es necesario, para esto, que agachemos el dedo señalador desde nuestra zona de confort y levantemos el amor de Cristo a estas almas.
Es la única forma de dar fruto: hacer lo que se nos ha encomendado por el Señor Jesucristo.
Y esto es lo que se nos encomendó:
"Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén."
Mateo 28:19-20
Y como convino Pablo a aquellos que no sentían la necesidad de esparcir el mensaje a quienes quizá lo fueran a rechazar de antemano:
"¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? ¿Y cómo predicarán si no fueren enviados? Como está escrito: ¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas!"
Romanos 10:14-15
Cierto es que nos sentimos rechazados por el mundo a causa del evangelio y nos suele encantar refugiarnos en el siguiente versículo:
"No deis lo santo a los perros, ni echéis vuestras perlas delante de los cerdos, no sea que las pisoteen, y se vuelvan y os despedacen."
Mateo 7:6
Y con estas letras ya zafamos de cumplir nuestro ministerio.
Pero, si dejáramos de confundir nuestra labor con la del Espíritu Santo, entenderíamos el significado de esta parábola, con respecto al crecimiento de la semilla:
"Decía además: Así es el reino de Dios, como cuando un hombre echa semilla en la tierra; y duerme y se levanta, de noche y de día, y la semilla brota y crece sin que él sepa cómo. Porque de suyo lleva fruto la tierra, primero hierba, luego espiga, después grano lleno en la espiga; y cuando el fruto está maduro, en seguida se mete la hoz, porque la siega ha llegado."
Marcos 4:26-29
Hoy toca pregunta introspectiva: ¿Voy a continuar mirando hacia mí, como los sacerdotes en tiempos de Malaquías, o voy a calzarme del evangelio y a mirar a Cristo?
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