"Porque he aquí, viene el día ardiente como un horno, y todos los soberbios y todos los que hacen maldad serán estopa; aquel día que vendrá los abrasará, ha dicho Jehová de los ejércitos, y no les dejará ni raíz ni rama. Mas a vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá salvación; y saldréis, y saltaréis como becerros de la manada."
Malaquías 4:1-2
Este capítulo cuatro del libro de Malaquías no figura como tal en la Tanaj, que es la Biblia Hebrea, sino que aparece como la continuación del capítulo tres, en conclusión y desenlace de su mensaje profético.
Pues leímos en versículos anteriores sobre el contraste entre los rebeldes y el remanente fiel al que Dios guardará y perdonará en su día.
Se hizo también un llamamiento a volver a discernir entre lo bueno y lo malo, en base al contraste entre fieles y rebeldes y como consecuencia de quienes se vuelven a Dios.
Y ahora se enlazaría con el mensaje del capítulo cuatro, el cual vemos que inicia con la palabra "porque" anexándolo con lo anteriormente dicho.
Seguidamente un "he aquí" nos incita a detenernos y prestar atención a lo que nos va a anunciar Malaquías a continuación.
Y se anuncia el día que el Señor venga en toda Su gloria a hacer justicia.
Un día abrasador para los impíos, ardiente como un horno, dice Malaquías. Un horno donde se consumirán todos los malvados, a quienes los compara como a estopa, que es un material fibroso ideal para prender fuego.
Se dice de ellos que serán quitados de raíz y rama, como si jamás hubieran existido, borrados de la memoria.
Mas para los que temen a Dios nace el Sol de justicia para darles salvación, libertad y gozo.
Y este Sol de justicia es el mismo del cual anunciaba Isaías, siete siglos antes del cumplimiento de esta profecía. :
"Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel."
Isaías 7:14
Y quien nació de la virgen María, Dios hecho hombre y habitando entre nosotros, para que, por Su obra redentora en la cruz del Calvario, todos los que en Él creemos, seamos puestos por justos delante de Dios.
Porque Él es el Justo, la Justicia y el que justifica.
Y todo aquel que es justificado en el Señor Jesucristo tiene al Sol de justicia por amparo, libertad y gozo.
No sucederá lo mismo a todo aquel que lo rechace. Pues, en el día en que Él vuelva, no lo hará para entregarse como Cordero, como ya lo hizo muriendo, resucitando al tercer día y ascendiendo a la diestra del Padre. Sino que esta vez se va a presentar en toda Su gloria, dejando caer el peso de Su justicia sobre la tierra, contra toda la maldad.
El día del Señor está cada vez más cerca. Los indicadores de Su cercanía son más contínuos e intensos, de manera que podemos entender que estamos viviendo los tiempos finales de este mundo de corrupción.
Los creyentes deseamos Su pronta venida, pero a veces no somos conscientes de que el Señor nos ha encomendado una labor que pocos en la iglesia estamos llevando a cabo y, si esa tarea no se cumple, nos veremos ante el tribunal de Cristo con las manos vacías, mientras que los siervos fieles se presenten como pámpanos de abundante y agradable fruto al Señor, y recibirán sus coronas de recompensa.
Pero, ¿cuál es este menester que marca el propósito de que la iglesia aún habite en este mundo de maldad?
Pues ya nos lo indicó Jesucristo, nuestro Señor:
"Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres. Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud,sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos."
Mateo 5:13-16
En Sus palabras vemos que se nos compara como la sal de la tierra y la luz del mundo, para la preservación del evangelio y la difusión de la luz de Cristo.
También, cuando Jesús fue preguntado por sus discipulos sobre las señales de antes del fin, aclaró que antes de Su venida debía de haberse anunciado el evangelio de salvación en toda la tierra:
"Y es necesario que el evangelio sea predicado antes a todas las naciones."
Marcos 13:10
Y por si aún no nos quedara clara cuál es la función de la iglesia en este mundo, el Señor Jesucristo, ya resucitado y justo antes de ascender a la diestra del Padre, después de permanecer cuarenta días entre sus discípulos y los apóstoles que designó para fundamentar Su iglesia, volvió a delegar:
"Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén."
Mateo 28:18-20
Anhelando el día en que el Señor nos lleve a Su presencia, procuremos presentarnos con abundante fruto delante de nuestro amado Sol de justicia.
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