lunes, 14 de marzo de 2022

ESPERANDO A ELÍAS, Malaquías 4:5-6

ESPERANDO A ELÍAS, Malaquías 4:5-6

He aquí, yo os envío el profeta Elías, antes que venga el día de Jehová, grande y terrible. El hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres, no sea que yo venga y hiera la tierra con maldición.
Malaquías 4:5-6

El libro de Malaquías finaliza profetizando a quien dará paso a la reconciliación entre los hombres.

Elías, el profeta que fue arrebatado en un torbellino a la presencia de Dios sin ver muerte en la tierra, va a protagonizar mayor número de supersticiones de las que ya protagonizara desde su arrebatamiento.

El anuncio de Malaquías les era para revelación, pero el misticismo supersticioso que fueron heredando, de entre la exclavitud y el exilio, imaginaron a Elías como a ángel y alrededor de su persona montaron leyendas, habidas y por haber, de apariciones suyas por motivos diversos aunque, en su mayoría, relacionados con la prosperidad.

Así que solían hablar de apariciones suyas pidiendo pan, y a quien se lo daba, se le multiplicaban sus bienes o le aumentaban sus riquezas.

Tan mitificada la imagen de Elías que se quedaron con el ideal del personaje, pero no supieron reconocer su espíritu.

Porque, a los siglos, fue nacido un niño de mujer estéril y anciana, Elisabet, que fue llamado Juan. Este Juan es el anunciado a Zacarías, su padre, por el ángel del Señor durante su servicio en el templo.

Juan, el bautista, será el último profeta que Dios enviará a la tierra en preparación de la llegada del Mesías, el Señor Jesucristo.

Y a Dios le plació hacer de él un Elías, no él mismo, pero sí en su cometido, y conforme hizo anunciar a Malaquías delante de los sacerdotes.

"E irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías, para hacer volver los corazones de los padres a los hijos, y de los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto."
Lucas 1:17

Claro, un hombre que vivía en absoluta austeridad, vestido de pelo de camello y alimentándose de langostas y miel silvestre no podía encajar en la idea del Elías que los judíos andaban esperando.

Así que no lo supieron reconocer, tanto así, que acabó decapitado tras enfrentar a Herodes, y siendo recordado entre los cristianos por su corta pero muy intensa labor ministerial.

De hecho, ni siquiera los mismos discípulos de Jesús supieron reconocer en él, al espíritu de Elías:

"Entonces sus discípulos le preguntaron, diciendo: ¿Por qué, pues, dicen los escribas que es necesario que Elías venga primero? Respondiendo Jesús, les dijo: A la verdad, Elías viene primero, y restaurará todas las cosas. Mas os digo que Elías ya vino, y no le conocieron, sino que hicieron con él todo lo que quisieron; así también el Hijo del Hombre padecerá de ellos. Entonces los discípulos comprendieron que les había hablado de Juan el Bautista."
Mateo 17:10-13

Pero no es de extrañar, ya que los judíos tampoco quisieron reconocer al Mesías, aún teniéndolo delante de sus narices y después de todo despliegue de milagros y señales en cumplimiento de los profetas, de lo que sólo al Mesías le era dado a cumplir.

No reconocieron a Jesús, sino prefirieron darle muerte.

Y, con Su muerte en la cruz del Calvario y Su resurrección al tercer día, abrió el acceso a la reconciliación con Dios y a la vida eterna en Él.

Desde entonces los corazones de quienes creen en el Señor Jesucristo son reconciliados con el Padre por el Hijo y adoptados en la familia de Dios por el bautismo y la morada del Espíritu Santo en cada creyente.

Y mientras que todos los que hemos reconocido a Jesús como Señor y Salvador hemos visto el cumplimiento de esta profecía, aún no ha sido cumplida a ojos de los judíos, quienes hasta la fecha esperan a Elías, así como al Mesías, sin percatarse que a ambos les mandaron matar sin mostrarles aprecio, cuando los tuvieron delante.

Así que, a cada primera noche de Pascua hacen una celebración llamada Seder de Pesaj, que significa "el orden o la colocación de la Pascua", en el judaísmo se espera en cada mesa al profeta Elías, añadiendo una copa de vino en la mesa  expresamente para él.

Porque sus pascuas se han llenado de costumbres que no tienen nada que ver con la pascua que se celebraba en tiempos de Jesús, que es la descrita en las Escrituras.

Sino que, para hacer memoria, añadieron como tradición una serie de elementos culinarios en la mesa que dejaron de lado al cordero, además de simbolizar la redención de Israel a modo de cuatro copas, una por cada forma en que Dios les muestra en el capítulo 6 del libro de Éxodo:

"Por tanto, dirás a los hijos de Israel: Yo soy JEHOVÁ; y yo os sacaré de debajo de las tareas pesadas de Egipto, y os libraré de su servidumbre, y os redimiré con brazo extendido, y con juicios grandes; y os tomaré por mi pueblo y seré vuestro Dios; y vosotros sabréis que yo soy Jehová vuestro Dios, que os sacó de debajo de las tareas pesadas de Egipto."
Éxodo 6:6-7

Pues a modo de copas memorizaban este texto siendo que por cada copa recitaban lo siguiente:

Primera copa: Yo OS SACARÉ de debajo de las tareas pesadas de Egipto.
Segunda copa: Y OS LIBRARÉ de su servidumbre.
Tercera copa: Y OS REDIMIRÉ con brazo extendido.
Cuarta copa: Y OS TOMARÉ por mi pueblo y seré vuestro Dios.

Y a causa de lo dicho de Dios por boca de Malaquías: "He aquí, yo os envío el profeta Elías", y como a ángel que se pueda aparecer en cualquier momento según sus leyendas, una quinta copa preside las mesas, a puerta abierta, para que el profeta entre y la beba.

Para quien quiera dejar de esperar a Elías y al Señor, quien vino una primera vez, y aceptarlo como Señor y Salvador, antes de que venga por segunda vez con el furor de Su ira, tiene estas palabras de Pedro:

"El Dios de nuestros padres levantó a Jesús, a quien vosotros matasteis colgándole en un madero. A éste, Dios ha exaltado con su diestra por Príncipe y Salvador, para dar a Israel arrepentimiento y perdón de pecados. Y nosotros somos testigos suyos de estas cosas, y también el Espíritu Santo, el cual ha dado Dios a los que le obedecen."
Hechos 5:30-32

Y a quien no lo quiera aceptar, que siga esperando a Elías...

Y mientras espera y espera, le sorprenderá Cristo.

"He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le traspasaron; y todos los linajes de la tierra harán lamentación por él.  Sí, amén."
Apocalipsis 1:7




















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