Y esta otra vez haréis cubrir el altar de Jehová de lágrimas, de llanto, y de clamor; así que no miraré más a la ofrenda, para aceptarla con gusto de vuestra mano. Mas diréis: ¿Por qué? Porque Jehová ha atestiguado entre ti y la mujer de tu juventud, contra la cual has sido desleal, siendo ella tu compañera, y la mujer de tu pacto. ¿No hizo él uno, habiendo en él abundancia de espíritu? ¿Y por qué uno? Porque buscaba una descendencia para Dios. Guardaos, pues, en vuestro espíritu, y no seáis desleales para con la mujer de vuestra juventud. Porque Jehová Dios de Israel ha dicho que él aborrece el repudio, y al que cubre de iniquidad su vestido, dijo Jehová de los ejércitos. Guardaos, pues, en vuestro espíritu, y no seáis desleales.
Malaquías 2:13-16
El día que Dios creó al hombre, no creó a muchos, sino a uno sólo. Este era un hombre completo y resultó ser una creación buen a en gran manera.
Pero tenía sus limitaciones, pues era un ser creado. Así que Dios extrajo de él a su ayuda idónea, a la que conocemos con el nombre de Eva y la cual es plantilla de todas las mujeres.
La mujer no es una creación más de Dios, como algunos bromean y otros piensan seriamente, diciendo que Dios hizo primero a Adán porque primero se hace el boceto y luego la obra, pretendiendo a Eva como mejor que Adán.
Pero Adán, siendo uno sólo, vino a ser dos por la obra de Dios. Dos que venían de una misma carne.
"Este es el libro de las generaciones de Adán. El día en que creó Dios al hombre, a semejanza de Dios lo hizo. Varón y hembra los creó; y los bendijo, y llamó el nombre de ellos Adán, el día en que fueron creados."
"Dijo entonces Adán: Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; ésta será llamada Varona, porque del varón fue tomada. Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne."
Génesis 5:1-2 y Génesis 2:23-24
Y he aquí el modelo del matrimonio según lo establecido por Dios: un hombre y una mujer unidos en una sola carne.
En principio el hombre y la mujer se encontraban en igualdad de status señorial, tocante al orden creacional, por cuanto Dios les delegó a ambos el señorío sobre la tierra.
"Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra. Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra."
Génesis 1:26-28
Pero a raíz del pecado de Adán el varón comenzó a enseñorearse también sobre la mujer, cosa de que no está escrito, sino que el mayor sirva al menor y que la cabeza sustente al cuerpo mientras que el cuerpo se sujeta a la cabeza, verdades Bíblicas según el orden creacional y el establecimiento de la voluntad de Dios sobre la humanidad.
Por la transgresión de Adán, Dios determinó que la salvación vendría por un hombre, del mismo modo que por un hombre entró el pecado al mundo.
Por cuanto no existe hombre perfecto, creado por Dios, que sea impecable, para poder satisfacer el pago del pecado y que, además, estuviera dispuesto a morir por el resto de la humanidad, Dios Hijo se despoja de Su gloria, sin dejar Su deidad y, adquiriendo naturaleza humana, se entrega por nosotros en la cruz del Calvario.
Con Su muerte y Su resurrección al tercer día, deshace el yugo del pecado y la muerte para darnos salvación y vida eterna en Él.
Y este Uno, el Señor Jesucristo, por quien somos reconciliados con Dios, anunció el reino de Dios a los suyos corrigiendo toda mala interpretación y mal uso que se le había estado dando a la ley, desde el Sinaí y hasta la fecha, requisitos que debería cumplirse en todo aquel que quisiera ser parte en Su reino.
Una de esas correcciones se dio en el ámbito del matrimonio, por cuanto se estaban transgrediendo los principios del respeto en la unión conyugal ya no desde la práctica material visible de la deslealtad, sino incluso desde lo íntimo del pensamiento del hombre, en lo afectivo entre él y la mujer al que estaba ligado en matrimonio.
"Oísteis que fue dicho: No cometerás adulterio. Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón. Por tanto, si tu ojo derecho te es ocasión de caer, sácalo, y échalo de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno. Y si tu mano derecha te es ocasión de caer, córtala, y échala de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno. También fue dicho: Cualquiera que repudie a su mujer, dele carta de divorcio. Pero yo os digo que el que repudia a su mujer, a no ser por causa de fornicación, hace que ella adultere; y el que se casa con la repudiada, comete adulterio."
Mateo 5:27-32
También dejó claro que el trámite de divorcio no es una práctica que Dios estableciese por Su voluntad, sino una ley salida del corazón del hombre.
Y así también lo afirmó ante los fariseos, que buscaban en Jesús una respuesta por la cual acusarle.
"Ellos dijeron: Moisés permitió dar carta de divorcio, y repudiarla. Y respondiendo Jesús, les dijo: Por la dureza de vuestro corazón os escribió este mandamiento; pero al principio de la creación, varón y hembra los hizo Dios. Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne; así que no son ya más dos, sino uno. Por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre."
Marcos 10:4-9
Quedará en evidencia cómo los fariseos seleccionaban los mandamientos según su interés personal, para montar la ley según su conveniencia. Ya que, citando a Moisés en defensa del repudio a la mujer y la carta de divorcio, pasaron por alto el citar al mismo Moisés escribiendo en Génesis, que es lo que les respondería el Señor Jesucristo, saldando la cuestión.
También, del mismo modo en que fue ignorado Malaquías, porque no quisieron escuchar sus contemporáneos, seguirá siendo uno de los ignorados por los fariseos de la época de Jesucristo, puesto que el mensajero fue también muy claro en este asunto:
"Porque Jehová Dios de Israel ha dicho que él aborrece el repudio, y al que cubre de iniquidad su vestido, dijo Jehová de los ejércitos. Guardaos, pues, en vuestro espíritu, y no seáis desleales."
Malaquías 2:16
El matrimonio, en el orden en que lo ha establecido Dios, viene a ser la figura relacional de Dios con el hombre a través de Cristo.
De modo que Cristo es la cabeza de la iglesia como el hombre lo es de la mujer, y así el Padre lo es del Hijo.
Pero como se dijo anteriormente, no es la cabeza para someter en tiranía al cuerpo, sino que, asegurando el sostenimiento de ella, delega a cada miembro según las funciones con las que ha sido creado.
Así como Cristo ama y sostiene a la iglesia y la hace funcionar correctamente según su cometido en Él para fruto de vida eterna, el hombre ama a su esposa y es sustentador de ella, y de ella recibe el fruto de su unión y su respeto.
"Porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la sustenta y la cuida, como también Cristo a la iglesia, porque somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos. Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne. Grande es este misterio; mas yo digo esto respecto de Cristo y de la iglesia. Por lo demás, cada uno de vosotros ame también a su mujer como a sí mismo; y la mujer respete a su marido."
Efesios 5:29-33.
Quedándonos claro cómo ha de ser la relación conyugal y lo que ello representa en relación de la iglesia para con su Cabeza, ¿tenemos presente cómo está nuestra relación con Cristo? Es hora de tomar parte en lo que el Señor nos ha encomendado, si es que de veras deseamos ser considerados como la esposa del Cordero.
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