Serug, Nacor, Taré, y Abram, el cual es Abraham.
1 Crónicas 1:26-27
Tras diez generaciones desde Noé volvió a verse un hombre que hallara gracia ante los ojos de Dios.
Del mismo modo que Noé y su familia vivían rodeados de maldad, mas la gracia de Dios se halló en él, así le sucederá a Abram, hijo de Taré.
En Ur de los Caldeos, donde vivía Abram y su familia junto con su padre, todos practicaban el culto a muchos dioses. Tantos ídolos como cada persona fuera capaz de imaginar y plasmar en figuritas, poniéndoles altares en su propia casa. Y aunque más adelante se mudaron a Harán, la cultura politeísta también era parte de ésta.
Pero Dios puso Su gracia sobre Abram, y lo hizo salir de allá, hacia una tierra, sin concretarle dónde.
"Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición."
Génesis 12:1-2
Y creyó Abram en la promesa y se fue sin saber a dónde, dejando atrás toda la heredad que le había quedado de su padre.
La fe de Abram fue el primer paso y a partir de éste le va a tocar pasar por una serie de procesos donde va a tener que lidiar con conflictos familiares, bélicos e incluso matrimoniales, hasta que pueda experimentar el sello de la promesa de Dios en su vida y su nueva identidad en Él.
Porque a pesar de que el Señor tenía a Abram como amigo, este amigo suyo era humano y, como tal, necesitó pasar por varias pruebas para hacer de él el patriarca de la santa nación donde hará nacer al Mesías.
Así que, cuando la fe de Abram se haya perfeccionado, Dios hará pacto con él, le dará promesa de descendencia, bendición y heredad y le cambiará el nombre.
"He aquí mi pacto es contigo, y serás padre de muchedumbre de gentes. Y no se llamará más tu nombre Abram, sino que será tu nombre Abraham, porque te he puesto por padre de muchedumbre de gentes. Y te multiplicaré en gran manera, y haré naciones de ti, y reyes saldrán de ti. Y estableceré mi pacto entre mí y ti, y tu descendencia después de ti en sus generaciones, por pacto perpetuo, para ser tu Dios, y el de tu descendencia después de ti."
Génesis 17:4-7
Y su nueva identidad se verá avalada por su fe, por cuanto por su fe fue contado por justicia, la que antes era vacilante, pero ahora era firme y sin lugar a dudas, un sí y amén a la palabra de Dios.
Y las promesas de Dios en Abraham fueron tomando forma y cumplimiento.
La más importante, la de su descendencia, por cuanto de allá nacería el Cristo, se cumplió hace poco más de dosmil años cuando Jesús, el Hijo de Dios, nació en este mundo con la mayor de las humildades, siendo Dios, para morir por todos los hombres en la cruz del calvario, y resucitar al tercer día, para redención y vida eterna.
Desde entonces a todo aquel que cree y reconoce a Jesús como Señor y Salvador suyo, le es dada una nueva vida en Él, adoptándolo Dios como su hijo y puesto en su iglesia, la cual es el cuerpo de Cristo, por el bautismo del Espíritu Santo.
"Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna."
Juan 3:16
Si hemos nacido de nuevo en Cristo ha de notarse una diferencia entre nuestra antigua y nuestra nueva identidad, porque como dijera Pablo:
"De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas."
2 Corintios 5:17
No es compatible la novedad con lo antiguo, en ese caso lo nuevo que se intentaría mostrar no sería más que un fraude, primeramente, a quien lo comete y después a todo su alrededor.
Pero Dios conoce hasta lo más profundo de nuestro corazón y el más oculto de nuestros pensamientos.
Y siendo que Él es el que por el Espíritu Santo transforma la vida de los hombres, ¿qué peor que pretender engañar al mismísimo Dador de la vida?
Hoy es día de tomar una determinación y romper con nuestra pasada manera de vivir para caminar decididamente conforme a la nueva identidad que recibimos en Cristo Jesús, Señor nuestro.
Y si tú, que lees o escuchas, te has limitado a aparentar ser algo que no eres, hoy es día de reconocer sinceramente que Jesús es el Señor y así dejar de acumular más condena sobre tu cabeza.
"Porque el que se cree ser algo, no siendo nada, a sí mismo se engaña."
Gálatas 6:3
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