Y tres de los treinta principales descendieron a la peña a David, a la cueva de Adulam, estando el campamento de los filisteos en el valle de Refaim. David estaba entonces en la fortaleza, y había entonces guarnición de los filisteos en Belén. David deseó entonces, y dijo: ¡Quién me diera de beber de las aguas del pozo de Belén, que está a la puerta! Y aquellos tres rompieron por el campamento de los filisteos, y sacaron agua del pozo de Belén, que está a la puerta, y la tomaron y la trajeron a David; mas él no la quiso beber, sino que la derramó para Jehová, y dijo: Guárdeme mi Dios de hacer esto. ¿Había yo de beber la sangre y la vida de estos varones, que con peligro de sus vidas la han traído? Y no la quiso beber. Esto hicieron aquellos tres valientes.
1 Crónicas 11:15-19
El cronista contabiliza a treinta valientes de David pero centra la atención en tres de ellos.
Estos tres valientes fueron a acompañar a David a la cueva de Adulam con el peligro que entrañaba el tener a los filisteos acampados en el trayecto.
Una vez ya con él, y siendo David de Belén, lo oyeron suspirar de nostalgia por las aguas de su pozo, estando flanqueado ahora por los filisteos que aguarnecían la ciudad.
Existe una expresión popular que dice: "Tus deseos son órdenes para mí", y estos tres valientes la aplicaron literalmente tras el anhelo de David.
Enfundados en valor irrumpieron en la guarda filistea y tomaron esa tan preciada agua del pozo de Belén para David.
Pero no la bebió, más bien le sirvió de ofrenda a Dios en gratitud por la atención de estos tres valientes que no necesitaron una orden para ir a cumplir un deseo de su rey.
En otro pozo, concretamente en el de Jacob, en Sicar, se presentó el Señor a una samaritana. Él le pidió a ella agua del pozo y ella acabó recibiendo del agua de vida eterna, en Jesús, tras creer en Él. Rápidamente soltó su cántaro y fue a anunciarlo, de modo que muchos fueron a verlo y creyeron en Él.
"Y creyeron muchos más por la palabra de él, y decían a la mujer: Ya no creemos solamente por tu dicho, porque nosotros mismos hemos oído, y sabemos que verdaderamente éste es el Salvador del mundo, el Cristo."
Juan 4:41-42
El Señor Jesucristo no solamente tuvo doce discípulos durante su labor ministerial en la tierra, sino que el monto de ellos ascendía a una aproximación de quinientos que le seguían con constancia y eran testimonio de Él.
Pero Jesús escogió a doce en particular para desempeñar una labor especial en la iglesia que surgirá después de Su resurrección y ascensión a la diestra del Padre.
"En aquellos días él fue al monte a orar, y pasó la noche orando a Dios. Y cuando era de día, llamó a sus discípulos, y escogió a doce de ellos, a los cuales también llamó apóstoles: a Simón, a quien también llamó Pedro, a Andrés su hermano, Jacobo y Juan, Felipe y Bartolomé, Mateo, Tomás, Jacobo hijo de Alfeo, Simón llamado Zelote, Judas hermano de Jacobo, y Judas Iscariote, que llegó a ser el traidor."
Lucas 6:12-16
Y aún de entre estos doce hubieron tres en especial que gustaron de una relación más cercana con el Señor. Estos fueron Pedro, Jacobo y Juan.
"También les dijo: De cierto os digo que hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte hasta que hayan visto el reino de Dios venido con poder. Seis días después, Jesús tomó a Pedro, a Jacobo y a Juan, y los llevó aparte solos a un monte alto; y se transfiguró delante de ellos. Y sus vestidos se volvieron resplandecientes, muy blancos, como la nieve, tanto que ningún lavador en la tierra los puede hacer tan blancos. Y les apareció Elías con Moisés, que hablaban con Jesús."
Marcos 9:1-4
¡Qué gran privilegio tuvieron ellos, que gustaron de la experiencia del establecimiento del reino de Dios, en toda su gloria, antes que el resto de la humanidad!
Hoy en día la iglesia de Cristo está formada por hombres, mujeres y niños de toda tribu, lengua y nación que cree en Él y lo reconoce como Señor y Salvador personal.
El número de creyentes es incalculable, aunque el Señor conoce bien a todos y cada uno de Sus hijos. De este número incalculable los hay con una relación más cercana a Dios, de los que destacan misioneros, pastores y maestros.
Tres de treinta fueron los valientes destacados por el cronista. Doce de más de quinientos y luego tres, de entre ellos, los que en los evangelios se distinguen por una más íntima comunión con el Señor.
Y en este momento deberíamos reflexionar si nuestra relación con Dios se puede considerar tal como la de los destacados o como la de los demás.
Hoy es día de iniciar la práctica de una vida devocional íntima con el Señor. De tal manera que podamos escucharlo susurrar ese deseo y seamos capaces de ejecutarlo aún sin que haya que darnos la orden de hacerlo.
Afiencemos nuestra vida de oración para que el Señor no nos tenga que decir como a los Laodicenses:
"He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo."
Apocalipsis 3:20
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