"Y Efraín su padre hizo duelo por muchos días, y vinieron sus hermanos a consolarlo. Después él se llegó a su mujer, y ella concibió y dio a luz un hijo, al cual puso por nombre Bería, por cuanto había estado en aflicción en su casa. Y su hija fue Seera, la cual edificó a Bet-horón la baja y la alta, y a Uzen-Seera."
1 Crónicas 7:22-24
Continuamos con los hijos de Efraín y descubrimos a Seera, su hija.
Su nombre significa "pariente" y el único pasaje Bíblico en el que podemos saber sobre ella es este mismo que acabamos de leer.
Porque quizá para los creyentes gentiles esta mujer llamada Seera no nos sea ni familiar ni relevante en nuestro conocimiento y práctica de la fe cristiana. Pero para el judio, Seera aún es contada como una de las heroínas de Israel.
Pues ella conquistó unas tierras tan igualmente desconocidas por los creyentes gentiles, como determinantes para la subsistencia de Israel en el pasar de los tiempos.
Y las tierras que Seera conquistó fueron llamadas Alta y Baja Bet-Horón y Uzen-Seera.
La Alta y la Baja Bet-Horón eran, por su especial localización, dos ciudades estratégicas muy recurridas tanto para la defensa como por los atacantes de Israel.
Tan abrupto como el desfiladero que las ocupaban, y tan estratégico, por la situación en donde estaban, entre Efraín y Benjamín, de modo que quien dominara la zona gozaría de libre acceso hacia la santa ciudad de Jerusalén y a toda la llanura.
Bet-Horón ha supuesto para Israel un punto fuerte y débil a la vez, y un hito histórico muy importante y hasta dos, las cuales serían la victoria de Josué contra los reyes Amorreos y el triunfo contra la tiranía de Antioco Epífanes en la época en que el Imperio Griego dominaba en Babilonia y sobre todo alrededor.
De estos dos importantes acontecimientos en la historia de Israel sólo el primero está registrado en la Biblia, siendo que el segundo se dió durante el periodo intertestamentario, dado entre Malaquías y Juan el Bautista, en el que no se tiene registro en las Sagradas Escrituras.
El favor de Dios se manifestó muy visiblemente en esta zona durante el conflicto entre Josué y los Amorreos. Pues yendo Josué al auxilio de los Gabaonitas, con quienes era aliado, se enfrentó a cinco reyes Amorreos encabezados por Adonisedec, que buscaban destruir Israel.
Bajo el aval de Dios y con Su poder, Josué fue favorecido de tal manera que su enemigo huyó por el camino de Bet-Horón, donde fue alcanzado por un debastador granizo que Dios envió sobre él, dejándolo debilitado.
"Y Jehová los llenó de consternación delante de Israel, y los hirió con gran mortandad en Gabaón; y los siguió por el camino que sube a Bet-horón, y los hirió hasta Azeca y Maceda. Y mientras iban huyendo de los israelitas, a la bajada de Bet-horón, Jehová arrojó desde el cielo grandes piedras sobre ellos hasta Azeca, y murieron; y fueron más los que murieron por las piedras del granizo, que los que los hijos de Israel mataron a espada."
Josué 10:10-11
Y para poder concluir con una contundente victoria, era necesario que a Josué le acompañasen las horas del día, para ultimarlos antes de llegado el ocaso, para que el enemigo no tuviera la oportunidad de recuperarse en el descanso de la noche. Dios volvió a mostrar Su gran poder y Su favor sobre Josué, concediéndole su petición.
"Entonces Josué habló a Jehová el día en que Jehová entregó al amorreo delante de los hijos de Israel, y dijo en presencia de los israelitas: Sol, detente en Gabaón; Y tú, luna, en el valle de Ajalón. Y el sol se detuvo y la luna se paró, Hasta que la gente se hubo vengado de sus enemigos. ¿No está escrito esto en el libro de Jaser? Y el sol se paró en medio del cielo, y no se apresuró a ponerse casi un día entero. Y no hubo día como aquel, ni antes ni después de él, habiendo atendido Jehová a la voz de un hombre; porque Jehová peleaba por Israel."
Josué 10:12-14
Jamás se ha vuelto a experimemtar un acontecimiento tal como el que experimentó Josué de camino por Bet- horón.
La zona sigue siendo, en la actualidad, un punto estratégico, de manera que si no se mantuviera fortificada y debidamente custodiada, podría ser ocupada y, con ella, el resto de la nación.
Pero lo que parece un punto débil, así como una falla de acceso al enemigo, también llega a ser el punto fuerte en donde el poder de Dios es manifestado para la victoria de su pueblo.
Si nos trasladamos ahora al momento en que Jesús estaba siendo clavado en la cruz del calvario, el tono burlesco imperaba en la zona. "Sálvate a ti mismo" , le decían... Y un letrero sobre su cabeza que gritaba Su Santo nombre a ojos del Sanedrín, que espantado, intentó infructuosamente que el enunciado fuera cambiado.
Ese momento en que Satanás creyó haber triunfado en algo, viendo a Cristo en la mayor de sus agonías, bañado en sangre...
En ese justo momento en que el "consumado es" y su último aliento salió de Su boca, entregando Su espíritu...
Su gran poder se manifestó en victoria contra el dominio del pecado y de la muerte, para salvación a todo aquél que en Él cree, pasándolo de muerte a vida con Su resurrección.
Y este mismo poder de Dios que se manifestó en la aparente clara desventaja de Josué frente a los amorreos, es el que se manifiesta en nosotros, por Su Santo Espíritu, en nuestras debilidades, porque el Señor es el mismo ayer, y hoy, y siempre.
Y, en nuestra debilidad, Dios no nos va a dejar en la penumbra de quien no tiene quien le fortalezca y lo aliente, sino que la luz de Cristo se mantiene resplandeciente para superar el día a día de victoria en victoria.
El caso más práctico que tenemos en el Nuevo Testamento, de este fenómeno en un creyente, lo vemos en Pablo quien, aquejado de una dolencia crónica o enfermedad, pidió a Dios hasta tres veces que le fuera quitado, y aquí explica la experiencia tras sus ruegos:
"Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo. Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte."
2 Corintios 12:9-10
Somos hijos de Dios que vamos hacia la perfección de Cristo. Pero mientras tanto, en nuestra humanidad, sufrimos debilidades propias de este cuerpo que se enferma, se cansa y envejece.
Nos alienta el Señor, diciéndonos: "Bástate mi gracia, porque mi poder se perfecciona en la debilidad".
Alentados y tomando las fuerzas de Cristo, fortalezcámonos en Su palabra y adoremos:
"Te amo, oh Jehová, fortaleza mía. Jehová, roca mía y castillo mío, y mi libertador; Dios mío, fortaleza mía, en él confiaré; Mi escudo, y la fuerza de mi salvación, mi alto refugio. Invocaré a Jehová, quien es digno de ser alabado, Y seré salvo de mis enemigos."
Salmos 18:1-3
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