lunes, 2 de mayo de 2022

LA LUZ LE RESPLANDECIÓ, 1 Crónicas 7:13

LA LUZ LE RESPLANDECIÓ, 1 Crónicas 7:13

Los hijos de Neftalí: Jahzeel, Guni, Jezer y Salum, hijos de Bilha.
1 Crónicas 7:13

Estos son los hijos de Neftalí, de los cuales el cronista no da más detalle de su descendencia.

Neftalí fue el sexto hijo de Jacob que tuvo con Bilha, y cuyo nombre le puso Raquel, el cual significa "mi lucha", a causa de los continuos desencuentros que tenía con su hermana Lea, a razón de su dificultad por concebir hijos.

Igual de escueto es el cronista en cuanto a Neftalí, como su registro de personas relevantes durante toda la historia de Israel.

Aún así destaca la muy positiva profecía de Jacob hacia su hijo mientras lo bendecía en su lecho de muerte, que dice así:

"Neftalí, cierva suelta, Que pronunciará dichos hermosos."
Génesis 49:21

Y observamos cómo Moisés también profetizó positivamente hacia él, diciendo:

"A Neftalí dijo: Neftalí, saciado de favores, y lleno de la bendición de Jehová, posee el occidente y el sur."
Deuteronomio 33:23

Como una cierva suelta, saciado de favores y lleno de la bendición de Dios, ¡quién no deseara una bendición tan grande! Esta era la bendición a Neftalí.

El territorio que le tocó a Neftalí en el reparto de la heredad comprendía la zona de Galilea, limitaba al oriente con el Jordán y el mar de Galilea, al sur con Zabulón e Isacar y al Oeste con Aser. Por el Norte y por parte del Este hacía frontera con los Arameos.

Mas conforme a la bendición de Moisés en cuanto a la posesión del occidente y del Sur, parecen ser tantas las bondades que experimentará, que trascenderá de sus fronteras.

Pues así mismo se extendió más Isaías al profetizar sobre la tierra de Neftalí, la llamada Galilea de los gentiles que, se dice que ésta pasará de las tinieblas a la luz resplandeciente, y de la angustia al regocijo.

Porque esta Galilea de los gentiles tendrá el privilegio de albergar al Mesías desde su niñez, desde que viniera a habitar a Nazaret a su vuelta de Egipto.

Pero como bien dijo el Señor: " De cierto os digo, que ningún profeta es acepto en su propia tierra." (Lucas 4:24).

Así que aunque la gran parte de los milagros y señales se dieron en Galilea, puesto que Jesús habitó en Capernaúm, ni los galileos lo supieron valorar, pues ni sus propios hermanos creían en Él. Y aún hasta dudaban desde otras regiones, con tan sólo saber que venía de Galilea.

Porque Galilea, como bien la llamó Isaías, "Galilea de los gentiles",  así la asimilaban los demás, por sus lindes con las tierras paganas. Y por tanto les sobresaltaba el pensamiento popular de que de Galilea no puede salir nada bueno.

La realidad es que Jesús nació en Belén de Judá, que es donde debía de nacer según lo establecido, pero también sabemos que en la cruz lo apodarán "el Nazareno" para completar el letrero que colgará sobre su cabeza, porque Dios no da lugar a improvisaciones.

El primer milagro que hizo Jesús se dió en Caná de Galilea a petición de María, quien se preocupó porque a los anfitriones de una boda, a la que fueron invitados, se les había terminado el vino. ¿Quién no conoce el milagro de convertir el agua en vino? Pues a partir de éste se irán sucediendo muchos más.

El milagro de la multiplicación de los panes y de los peces, el de caminar sobre las aguas y la liberación de aquel endemoniado gadareno son tres de los milagros más conocidos de Jesús en Galilea, aunque Decápolis queda en la zona gentil de la región.

Y de Galilea se extendió hasta Jerusalén. Y de Jerusalén, por la muerte y la resurrección de Cristo, y tras su ascensión a la diestra del Padre, se extendió más allá de los judíos, hacia las tierras gentiles, a través de Su iglesia.

Y como a Neftalí, la luz ha venido a resplandecer en el hombre por medio del Señor Jesucristo quien, siendo Dios, se despojó de Su gloria para habitar entre los hombres y, como hombre pero sin pecado, murió en la cruz del Calvario consumando el perfecto sacrificio para nuestra redención. Luego resucitó al tercer día y cuarenta días después ascendió a la diestra del Padre para dar paso al Espíritu Santo y al nacimiento de la iglesia.

Desde entonces todo aquel que cree que Jesús es el Señor y lo reconoce como su Salvador para el perdón de sus pecados es pasado de muerte a vida y de las tinieblas de este mundo a la luz admirable de Cristo.

Y viniendo a morar el Espíritu Santo en cada creyente, el milagro del nuevo nacimiento se extrapola hacia afuera, de manera que con su santificación se va dando la manifestación del fruto del Espíritu, en conformidad con el carácter de Cristo y según la voluntad de Dios, para testimonio a las naciones.

Nosotros, que conocemos cómo fuimos y de qué manera nos capacita Dios para el cumplimiento de Su propósito en cada uno de sus hijos, sabemos que no hay mérito alguno en el que gloriarnos de nosotros mismos, sino que la honra y la gloria son a Dios, por Su obra en nosotros.

Puede ser que alguien nos vea y se pregunte: "¿No era éste el hijo de la vecina, aquél que siempre tenía problemas?", "¿Puede acaso salir algo bueno de esta persona, con la mala vida que llevó en su juventud?" ...

No nos dejemos amedrentar por estos pensamientos, porque nuestra vergonzosa pasada manera de vivir nos sirve como testimonio de conversión a Cristo.

Hoy es día de recordar de dónde fuimos rescatados y cómo la luz de Cristo nos resplandeció, transformando a estos inútiles pecadores en vasijas llenas de la gracia de Dios y en instrumentos afinados para portar el evangelio de salvación.

Y para cuando el recuerdo del ayer intente hacerse hueco para dañar nuestro ánimo, y para cuando al contrario, se nos olvide de dónde fuimos rescatados, nos sirva este apunte de Pablo y demos la gloria al Padre:

"Lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, a fin de que nadie se jacte en su presencia."
1 Corintios 1:28-29



















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