Y David iba vestido de lino fino, y también todos los levitas que llevaban el arca, y asimismo los cantores; y Quenanías era maestro de canto entre los cantores. Llevaba también David sobre sí un efod de lino. De esta manera llevaba todo Israel el arca del pacto de Jehová, con júbilo y sonido de bocinas y trompetas y címbalos, y al son de salterios y arpas. Pero cuando el arca del pacto de Jehová llegó a la ciudad de David, Mical, hija de Saúl, mirando por una ventana, vio al rey David que saltaba y danzaba; y lo menospreció en su corazón.
1 Crónicas 15:27-29
Finalizando el capítulo quince, el cronista narra la jubilosa entrada del arca del Pacto a la ciudad de David, sin escatimar en el detalle de la contrastada reacción de su mujer Mical, al verlo entrar danzando en celebraciones y despojado de sus vestiduras de rey.
Después de esto, el matrimonio entre David y Mical se saldó sin hijos pues, ¿qué mujer cuidaría de un hijo, despreciando ésta a su padre?
Sobre este hecho, podemos leer en el segundo libro de Samuel:
"Volvió luego David para bendecir su casa; y saliendo Mical a recibir a David, dijo: ¡Cuán honrado ha quedado hoy el rey de Israel, descubriéndose hoy delante de las criadas de sus siervos, como se descubre sin decoro un cualquiera! Entonces David respondió a Mical: Fue delante de Jehová, quien me eligió en preferencia a tu padre y a toda tu casa, para constituirme por príncipe sobre el pueblo de Jehová, sobre Israel. Por tanto, danzaré delante de Jehová. Y aun me haré más vil que esta vez, y seré bajo a tus ojos; pero seré honrado delante de las criadas de quienes has hablado. Y Mical hija de Saúl nunca tuvo hijos hasta el día de su muerte."
2 Samuel 6:20-23
Pero Mical no consiguió hacer sentir mal al rey con sus desprecios, ya que mayor era el gozo de haber traído la presencia de Dios en el arca, a su casa, cosa que bien merecía ese reproche otra y mil veces más, o hasta el final de los tiempos.
Y todo lo que el arca representaba se hizo presente en la persona de Dios Hijo, hecho hombre, el Señor Jesucristo.
Jesús vino una primera vez para poner Su vida por la nuestra para el perdón de nuestros pecados y, volviéndola a tomar en Su resurrección al tercer día, nos abrió el acceso en Él a la vida eterna, reconciliándonos con Dios por medio del Hijo, para Su gloria y honra. Como dice el verso emblema del evangelio de Juan:
"Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna."
Juan 3:16
Una vez resucitado y ascendido a la diestra del Padre, se dió el nacimiento de la iglesia con la llegada del Espíritu Santo para morar en todo aquel creyente en Jesucristo, como Señor y Salvador personal.
La iglesia, pues, formada por hombres y mujeres de toda edad, lengua, tribu y nación, está unida, aún en su diversidad, por un mismo sentir en el Espíritu Santo, y encaminada a un cada vez más marcado carácter de Cristo.
Pero igual que un cuerpo está formado por muchos miembros, en la iglesia de Cristo somos muchos creyentes, cada cual en su nivel de madurez, y encaminados al crecimiento del cuerpo de Cristo como un sólo hombre.
Cuando el nivel de madurez en un cristiano es bajo, suele fluctuar tanto la fe que puede pasar de la euforia a la vergüenza, si es que no se está alimentando bien de la Palabra de Dios.
En los primeros tiempos de la iglesia hubo una vez una actitud en Pedro que Pablo tuvo que reprender delante de todos, y es que se avergonzaba tanto de sus hermanos gentiles delante de los judíos, que actuaba con hipocresía, siendo que se comportaba diferente con los gentiles según estaban o no presentes los judíos.
"Pero cuando Pedro vino a Antioquía, le resistí cara a cara, porque era de condenar. Pues antes que viniesen algunos de parte de Jacobo, comía con los gentiles; pero después que vinieron, se retraía y se apartaba, porque tenía miedo de los de la circuncisión. Y en su simulación participaban también los otros judíos, de tal manera que aun Bernabé fue también arrastrado por la hipocresía de ellos."
Gálatas 2:11-13
Llama la atención que esta contradicción le aconteciera a Pedro siendo apostol. Tal pareciera que el sentimiento de Mical se adueñara de él conforme se acercaran los judíos, delante de los gentiles. Lo cierto es que muchos cristianos nos hemos acostumbrado a actuar de forma diferente según estamos entre hermanos o entre incrédulos, aunque esto no debería ser así.
También es posible que alguno de nosotros, cristianos, convivamos con uno o más familiares incrédulos.
El ambiente suele estar bien mientras no les hablemos de Cristo. Quizá tengamos la libertad de escuchar y cantar alabanzas en casa, y hasta nos acompañen en la oración de gratitud por la comida, al bendecir los alimentos.
Pero cuando llega el momento de tratar con ellos directamente la Palabra de Dios, sacan las garras y expulsan por su boca la mayor variedad de maldiciones que jamás esperaríamos que expresara, ni siquiera, nuestro peor enemigo...
Suele ser doloroso ver que un ser querido tan cercano, como un cónyuge, padres o hijos, viven en la perdición sin querer reconocer a Jesús en sus vidas.
Pero la tristeza más dolorosa, hasta las entrañas, se experimenta cuando el que se avergüenza, nos ridiculiza o insulta a causa de Cristo es, además, un hermano en Cristo, desnutrido de Palabra y oración, que rechaza cualquier consejo o expresión pública del evangelio.
Debemos reconocer que en este caso nuestra carne pide a gritos salir para ponernos a su altura en 'defensa propia', aunque gracias a Dios, el Espíritu Santo nos reconviene para no caer en la tentación.
Quizá tenemos el privilegio de vivir en un entorno pacífico y en un mismo sentir en Cristo Jesús, aunque no estamos exentos de sufrir este tipo de ataques y desprecios por parte de amistades o compañeros de trabajo.
Sea como fuere, a todo cristiano nos va a tocar sentir ese rechazo del mundo, ya que el mundo está influenciado por Satanás. Y por esta razón estamos llamados a portar al mundo, con aún más firmeza, la luz de Cristo.
Así que para la próxima vez que recibamos un rechazo tal como el de Mical al rey David, le recordaremos y diremos : "Aún me haré más vil por tal de glorificar a Cristo".
Y para todo aquel que lee y aún no se haya decidido a aceptar a Jesús como Señor y Salvador personal, sepa que Dios no solamente tiene mensaje de amor a quien en Él cree sino, también, clara advertencia a quien lo rechaza:
"El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él."
"Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras, de éste se avergonzará el Hijo del Hombre cuando venga en su gloria, y en la del Padre, y de los santos ángeles."
Juan 3:36 y Lucas 9:26
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