Los hijos de Isacar fueron cuatro: Tola, Fúa, Jasub y Simrón. Los hijos de Tola: Uzi, Refaías, Jeriel, Jahmai, Jibsam y Semuel, jefes de las familias de sus padres. De Tola fueron contados por sus linajes en el tiempo de David, veintidós mil seiscientos hombres muy valerosos. Hijo de Uzi fue Israhías; y los hijos de Israhías: Micael, Obadías, Joel e Isías; por todos, cinco príncipes. Y había con ellos en sus linajes, por las familias de sus padres, treinta y seis mil hombres de guerra; porque tuvieron muchas mujeres e hijos. Y sus hermanos por todas las familias de Isacar, contados todos por sus genealogías, eran ochenta y siete mil hombres valientes en extremo.
1 Crónicas 7:1-5
Recorriendo las genealogías del primer libro de Crónicas, llegamos a los hijos de Isacar.
Isacar fue el noveno hijo que tuvo Israel con Lea y su nombre significa "recompensa".
Su nombre y tribu pasan discretamente sobre la lectura veterotestamentaria, aunque su participación fue crucial en eventos importantes en la historia de Israel.
Isacar fue comparado con un asno por su padre, mientras lo bendecía en vísperas de su muerte. Concretamente, esta fue la bendición:
"Isacar, asno fuerte que se recuesta entre los apriscos; Y vio que el descanso era bueno, y que la tierra era deleitosa; Y bajó su hombro para llevar, y sirvió en tributo."
Génesis 49:14-15
En la actualidad el asno es un animal muy poco valorado, dado que ya no es necesario, gracias a los avances mecánicos y tecnológicos de nuestra era.
Pero para Israel no solamente era un animal imprescindible como transporte, carga y trabajo en el campo, sino que era tan valioso que solía ser el medio habitual de la nobleza para trasladarse de un lugar a otro, por su robustez y docilidad.
Se dice de los de Isacar que eran varones valientes, no pocos los que se registraban entre los guerreros de David, que sumaban más de veintidós mil.
Antes de esto participaron activamente en la investidura del rey David, doscientos de ellos que además se les conocía por su discernimiento de los tiempos y del qué hacer en la nación de Israel.
"Y este es el número de los principales que estaban listos para la guerra, y vinieron a David en Hebrón para traspasarle el reino de Saúl, conforme a la palabra de Jehová:"
"De los hijos de Isacar, doscientos principales, entendidos en los tiempos, y que sabían lo que Israel debía hacer, cuyo dicho seguían todos sus hermanos."
1 Crónicas 12:23 y 32
Vemos en Isacar, pues, a los hombres discretamente cruciales durante la historia de Israel, los poco tomados en cuenta, pero que supusieron victorias y defensa necesarias para la nación, primeramente, y posterior reino.
Conocemos que al tiempo Isacar perteneció a estas diez tribus del Reino del Norte que se dispersaron sin saber ya más de ellas y diluyéndose con los gentiles, tras su derrota contra los Asirios.
Y aunque con su situación de esclavo se cumplía lo profetizado en la bendición de su padre, sometido en servidumbre a los paganos por permanecer en las bondades del territorio cananeo, Dios ha prometido que de ellos habrá un remanente fiel, de doce mil hijos de Isacar, que serán sellados con el Espíritu Santo durante la gran tribulación del fin de los tiempos.
Mientras tanto y habiéndose cumplido la primera venida del Señor para la redención de los hombres por su sacrificio en la cruz del Calvario y su resurrección al tercer día, Dios nos ha puesto por iglesia a todos aquellos que creemos en Cristo Jesús y lo reconocemos como Señor y Salvador nuestro.
Y a esta iglesia, Dios nos ha encomendado una labor específica la cual es portar la luz de Cristo por todo el mundo, por la predicación del evangelio de Jesucristo y por nuestro testimonio de salvación y vida en Él.
Pero también como individuos y miembros en particular del cuerpo de Cristo, cada cual de nosotros hemos sido capacitados de uno u otro sentido de modo que todos en el conjunto lleguemos a funcionar perfectamente para nuestra edificación mutua y crecimiento conforme a la estatura de la perfección de Cristo.
Y como Dios no crea desordenadamente ni deja a la improvisación ningún detalle de Su creación, asimismo en el cuerpo de Cristo no hay miembro, ni órgano, ni una mínima parte que no cumpla una función específica y particular, conectada con el resto del cuerpo por las coyunturas y sujeto todo, en armonía, bajo la autoridad de Cristo, por cabeza.
"Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu. Además, el cuerpo no es un solo miembro, sino muchos."
1 Corintios 12:13-14
Pero a veces sucede que muchos queremos ser boca, mano o pie, que son los más destacables dentro del cuerpo, pero pocos o nadie aspiraría a ser estómago o intestino, que son órganos internos que nadie aprecia, a pesar de que su buen funcionamiento es de vital importancia.
Esto mismo acontecía a los hermanos de Corinto, que buscaban ocupar los ministerios destacables y dejaban de preocuparse por las labores más discretas. Por este motivo Pablo tuvo que tirar de la analogía con un cuerpo humano, para darse entender por ellos:
"Si dijere el pie: Porque no soy mano, no soy del cuerpo, ¿por eso no será del cuerpo? Y si dijere la oreja: Porque no soy ojo, no soy del cuerpo, ¿por eso no será del cuerpo? Si todo el cuerpo fuese ojo, ¿dónde estaría el oído? Si todo fuese oído, ¿dónde estaría el olfato? Mas ahora Dios ha colocado los miembros cada uno de ellos en el cuerpo, como él quiso."
"Antes bien los miembros del cuerpo que parecen más débiles, son los más necesarios; y a aquellos del cuerpo que nos parecen menos dignos, a éstos vestimos más dignamente; y los que en nosotros son menos decorosos, se tratan con más decoro. Porque los que en nosotros son más decorosos, no tienen necesidad; pero Dios ordenó el cuerpo, dando más abundante honor al que le faltaba,"
1 Corintios 12:15-18 y 22-24
Hoy es día de tomarnos esta reflexión como una confrontación personal de modo en que midamos con qué amor estamos apreciando la labor de cada hermano en la iglesia, si es que alabamos al hermano más destacable y tenemos por poco al más discreto. Y de igual manera examinar con qué actitud ejercemos nuestra labor en el cuerpo de Cristo, si cumplimos la función con amor aunque no seamos boca o mano, o si nos hemos buscado otra labor más acorde a nuestra ambición carnal.
Luego, también, aprendamos de los hijos de Isacar para no acomodarnos en nuestra posición en la iglesia y, por ello, claudiquemos sometiéndonos al orgullo propio.
"Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno."
Romanos 12:3
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