jueves, 31 de marzo de 2022

NACIDOS EN CIUDAD SANTA, 1 Cronicas 3:5

NACIDOS EN CIUDAD SANTA, 1 Crónicas 3:5

Estos cuatro le nacieron en Jerusalén: Simea, Sobab, Natán, y Salomón hijo de Bet-súa hija de Amiel.
1 Crónicas 3:5

Estos son los hijos de David que nacieron en la santa ciudad de Jerusalén. 

El inicio de la relación del rey David con la madre de éstos supuso un punto de inflexión, en donde las bendiciones que empezaban a fructificar durante sus primeros años de reinado en Hebrón y con varias victorias a sus espaldas, ya desde la ciudad de Jerusalén, no sólo se estancarían, sino que acabarían tornándose en tormentos familiares, a causa de dos graves transgresiones cometidas por él.

Sucedió que habiendo tenido que salir a batallar como le era costumbre, prefirió no ir por esta vez, dejando que fueran sus hombres de guerra quienes se ocuparan del asedio a Rabá.

En la comodidad de su palacio y con la confianza del poder que su reino había adquirido, se permitió el lujo de levantarse tarde y pasear por su terraza.
Desde allá vio a una mujer que se bañaba en su casa, la cual le atrajo por su belleza.
Ni corto ni perezoso la mandó a llamar, percatándose de que su esposo Urías, que era soldado suyo, no se encontraba en casa, al andar destinado en la guerra.
Cayó en la tentación pecando gravemente en adulterio con ella, pero esto no quedó así. Sino que habiendo quedado ella embarazada, David tramó un plan por tal de zafarse de este escándalo.

El plan constaba en conceder un permiso a Urías con tal de que éste intimara con su esposa y que de ese modo él creyera ser el causante del embarazo.

Pero la cosa no quedó ahí, ya que Urías no actuó según lo esperado, sino que prefirió guardarse de visitar a su mujer, para mantenerse concentrado junto con el resto de soldados por la misión en la que se encontraban. Y agravó aún más la situación, por tal de no descubrir su adulterio, mandando a matar a Urías.

Adulterio y asesinato cuidadosamente perpetrados, pensando que así jamás saldrían a la luz. Pero Dios lo descubrió a través del profeta Natán, anunciando las consecuencias de sus actos:

"Por lo cual ahora no se apartará jamás de tu casa la espada, por cuanto me menospreciaste, y tomaste la mujer de Urías heteo para que fuese tu mujer. Así ha dicho Jehová: He aquí yo haré levantar el mal sobre ti de tu misma casa, y tomaré tus mujeres delante de tus ojos, y las daré a tu prójimo, el cual yacerá con tus mujeres a la vista del sol. Porque tú lo hiciste en secreto; mas yo haré esto delante de todo Israel y a pleno sol. Entonces dijo David a Natán: Pequé contra Jehová. Y Natán dijo a David: También Jehová ha remitido tu pecado; no morirás. Mas por cuanto con este asunto hiciste blasfemar a los enemigos de Jehová, el hijo que te ha nacido ciertamente morirá."
2 Samuel 12:10-14

Así que el primero de los cuatro hijos que tuvo con Betsabé falleció al poco de haber nacido.

Además, tal y como anunció Natán, tuvo que experimentar a partir de entonces una serie de desgracias familiares por las que iría perdiendo a sus hijos, por muerte o por rebeldía, de modo que sólo Salomón se mantuvo a su lado, el cual acabó sucediéndolo en el trono.

Es impactante que, después de las persecuciones que tuvo que sufrir en el pasado y el esfuerzo por llegar hasta donde estaba, una vez se encontraba en la mejor etapa de su vida, acabara estropeándolo por no haber estado donde tenía que estar, en la guerra, en lugar de andar cultivando los deseos de la carne.

Cuando uno ya se siente cómodo y a salvo,  se relaja. Deja de hacer lo que debe y, al desentenderse de sus deberes,  desvia su atención hacia lo que no conviene. En su relajación acaba sucumbiendo a la tentación y luego uno quiere cubrir su pecado, delante de Dios y de los hombres. Pero a Dios no se le escapa nada y todo pecado oculto acarrea graves consecuencias.

Y al respecto de esto ya avisó el Señor a sus discípulos, a quienes llamaba a que le acompañasen en Getsemaní:

"Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil."
Mateo 26:41

En cuanto a los hijos que le nacieron a David en la ciudad santa, los nombres de ellos han pasado desapercibidos en las Escrituras, a excepción de Salomón, de manera que ni siquiera se recuerda quién de estos cuatro fue el primero en nacer, el que sufrió la consecuencia del pecado de David, con la enfermedad que le llevó a la muerte.

Y es que nacer en el seno de la familia real, de la santa ciudad de Jerusalén, no aseguraba la fama ni el poder. Y a la vista está, por cuanto la mayoría de ellos se desviaron tras la codicia, yéndose en pos de quien estuvo a punto de autoproclamarse rey a escondidas de David que aún regentaba su título, en el lecho de su vejez.

Esto se asemeja mucho a quienes han nacido en seno cristiano, mas el hecho no les asegura la vida eterna, sino que les es necesario experimentar la salvación en primera persona, lo que es el nuevo nacimiento o la conversión a Cristo.

De lo contrario, y por muy cristianos que se quieran sentir por familiaridad, sus nombres no quedarán registrados en el libro de la vida y pasarán desapercibidos como aquellos hermanos de Salomón, nacidos en la santa ciudad, de los que poco se sabe. Y es que como dice ese refrán tan conocido entre los cristianos: "Dios tiene hijos pero no tiene nietos", la adopción sólo es posible por medio de Cristo.

Y sino, que le pregunten a Nicodemo, aquel miembro del Sanedrín de tiempos en que Jesús pisó por entre los hombres y fue a visitarlo en la noche, reconociendo que sólo el Mesías era capaz de hacer todo lo que Jesús mostró a través de varios milagros y señales.

Pues la respuesta del Señor fue clara y contundente:

"Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios."
Juan 3:3

La reflexión de hoy nos lleva a la confrontación tanto a cristianos nacidos de nuevo, para que no descuidemos nuestra vida devocional y evitemos las tentaciones; como a aquellos nacidos de padres cristianos que aún no han tomado la decisión de entregar su vida a Cristo para ser lavados del pecado y adoptados como hijos de Dios.

Buscando un texto que nos pueda servir a ambos, aunque en el contexto, este pasaje iba dirigido a creyentes, sírvanos para la aplicación de la enseñanza de hoy: "ocupémonos en nuestra salvación".

"Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no como en mi presencia solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor, porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad."
Filipenses 2:12-13

















miércoles, 30 de marzo de 2022

EL FRUTO DE HEBRÓN, 1 Cronicas 3:1-4

EL FRUTO DE HEBRÓN, 1 Crónicas 3: 1-4

"Estos son los hijos de David que le nacieron en Hebrón: Amnón el primogénito, de Ahinoam jezreelita; el segundo, Daniel, de Abigail la de Carmel; el tercero, Absalón hijo de Maaca, hija de Talmai rey de Gesur; el cuarto, Adonías hijo de Haguit; el quinto, Sefatías, de Abital; el sexto, Itream, de Egla su mujer. Estos seis le nacieron en Hebrón, donde reinó siete años y seis meses; y en Jerusalén reinó treinta y tres años."
1 Crónicas 3:1-4

Llegamos al registro de los hijos de David, que no fueron pocos, los cuales el cronista ha clasificado por lugar de nacimiento. 

Primeramente serán nombrados, de mayor a menor, sus hijos nacidos en Hebrón.

Hebrón es un territorio de un gran valor histórico en Israel, por cuanto allá moraron y fueron enterrados los patriarcas Abraham y Sara.

Tierra también muy luchada hasta conseguirla, a causa de la ocupación por los heteos y los amorreos, entre otros, cuyo antiguo nombre fue Quiriat-arba. Fue dada en propiedad a Caleb durante el reparto de la heredad a las tribus de Israel.

Hebrón supone un esfuerzo pero también una bendición, por cuanto esta tierra fue dada a los levitas y puesta por ciudad de refugio.

Así supuso también a David, tras años de sufrir persecuciones a causa del rey Saúl, que buscaba matarlo, finalmente le vino el descanso en Hebrón, entre la disparidad de sentimientos al enterarse de la muerte en batalla de Saúl y Jonatán en los montes de Gilboa. 

En Hebrón fue puesto por rey de Judá y allá reinó por un tiempo de siete años y medio.

Despojado de su etapa de fugitivo en este tiempo fue bendecido con seis hijos, de seis mujeres diferentes, todas esposas suyas.

Aprovechó, pues, bien el tiempo, buscándose una pronta descendencia ya desde la primera etapa de su reinado, aún con Hebrón como capital del reino.

David aún no sumaba ni una década de su reinado, pero la prontitud en hacerse una familia le aseguraba un trono ocupado por  su linaje, en caso de que su reinado fuera corto.

Pero Dios dispuso para David una larga trayectoria real, quedándole aún por delante más de tres décadas de reinado sobre Israel, ya desde Jerusalén, sumando un total de cuarenta años en el trono.

Porque aún le quedaba mucho trayecto por recorrer, ya desde esta nueva etapa como rey, hasta llegar a cumplir con el propósito que Dios puso en él, según Su plan trazado desde antes de la fundación del mundo.

Y es que del linaje de David, hijo de Isaí, de la tribu de Judá, nacería el Mesías prometido. El que siendo Dios vino como hombre para entregar Su propia vida en pago por la de todos los hombres y resucitó al tercer día, para librarnos del yugo del pecado y de la muerte, abriéndonos el acceso a la reconciliación con Dios y a la vida eterna.

Y durante el paso de Jesús entre los hombres, anunciaba Su reino, manifestando Su identidad con el cumplimiento de los milagros y señales Mesiánicos anunciados por los profetas.

Muchos no lo quisieron reconocer, empezando por los principales y sacerdotes de Israel. Pero hubo otros que sí, y creyeron en Él, antes, incluso, de la consumación de la obra redentora en la cruz del Calvario.

Entre ellos hubo un endemoniado gadareno y una mujer samaritana que fueron liberados por el Señor Jesucristo y que, sin haber llegado a formar parte de sus discípulos, participaron de los primeros frutos del evangelio a través de sus testimonios, por los cuales muchos creyeron.

Y después de la muerte, resurrección y ascensión del Señor a la diestra del Padre se dió el nacimiento de Su iglesia, con la llegada del Espíritu Santo para todo aquel que en Él cree, dándole una nueva vida en Él, y una nueva identidad, como hijo de Dios.

Y cada hijo de Dios que nace, es capacitado desde el primer día para testificar y dar fruto de vida en Cristo al mundo, por medio de su testimonio de salvación en Él.

Así que no hay excusa, porque ciertamente es necesario adquirir conocimiento para crecer en la sabiduría de Dios conforme al carácter de Cristo, pero tan cierto como que para obtener fruto de salvación por el evangelio, basta con mostrar a Cristo en nuestro diario vivir.

Y como dijo Pablo a los hermanos de Filipos, que Dios produce así el querer como el hacer por Su buena voluntad, no somos nosotros los que obramos, sino Cristo en nosotros, por quien obtenemos fruto.

"Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas."
Efesios 2:10

























martes, 29 de marzo de 2022

CONFORME AL CORAZÓN DE DIOS, 1 Crónicas 2:13-15

CONFORME AL CORAZÓN DE DIOS, 1 Crónicas 2:13-15

E Isaí engendró a Eliab su primogénito, el segundo Abinadab, Simea el tercero, el cuarto Natanael, el quinto Radai, el sexto Ozem, el séptimo David,
1 Crónicas 2:13-15

Llegados a los hijos de Isaí, el cronista los enumera, pero no como ha estado haciendo hasta ahora, con los hijos de otros.

Esta vez, en lugar de nombrarlos seguidos, uno detrás de otro, va detallando a cada uno según su orden de nacimiento.

Y aunque debiera nombrar a ocho, se queda en siete, poniendo a David en el último lugar, por ser el menor, el séptimo de ellos. 

El autor deja de nombrar a uno de sus hermanos, el cual sería el que naciera justo antes que David.

¿Será que el autor de las crónicas busca relacionar a David con el séptimo lugar, siendo que el número siete representa la perfección o la plenitud?

Sea como fuere, en el texto, el nombre de David ha quedado registrado como el séptimo. El menor de los hermanos pero el que tendrá una gran relevancia en la historia, como rey y como figura del Rey de reyes, que vendrá a ocupar Su trono perpetuo sobre la tierra.

Y es que con David se completó la búsqueda del hombre conforme al corazón de Dios. Aquel a quien iba a ser ungido por rey sobre Israel, en lugar de Saúl, el que había sido puesto según el deseo del pueblo.

Porque siendo que Israel era una nación consagrada a Dios y, por tanto, gobernada por Él. El pueblo no guardó Su ley y se alejaba tanto de Su voluntad que llegó el día en que prefirieron ser regentados por un rey de carne y huesos, como el resto de las naciones, antes que por Dios.

Concedióle Dios este deseo y conforme al corazón del pueblo fue ungido Saúl, benjamita, y así es conocido como el primer rey de Israel.

Pero Saúl no se ajustaba a la voluntad de Dios y contínuamente se dejaba llevar por su parecer. Esto le llevó a cometer tan graves desobediencias que Dios lo abandonó a su suerte aún estando en el trono, mas ya sin la unción Divina, a la cual Dios ya puso nombre, buscándose a un varón cuya vida iba a estar alineada con Su voluntad, en propósito, función y carácter.

"Entonces Samuel dijo a Saúl: Locamente has hecho; no guardaste el mandamiento de Jehová tu Dios que él te había ordenado; pues ahora Jehová hubiera confirmado tu reino sobre Israel para siempre. Mas ahora tu reino no será duradero. Jehová se ha buscado un varón conforme a su corazón, al cual Jehová ha designado para que sea príncipe sobre su pueblo, por cuanto tú no has guardado lo que Jehová te mandó."
1 Samuel 13:13-14

Y así Samuel fue enviado a ungir a quien reinará sobre Israel, haciendo de ella una potente nación, venciendo a todos sus enemigos.

Lo mandó, pues, a los hijos de Isaí, para ungir a Su escogido.

Ocho hijos tenía el hombre, mas siete fueron los que se presentaron, todos de buen porte y robustez. Cualquiera de ellos humanamente hubiera valido, de haber sido escogido por criterio humano.

Pero una premisa detalló Dios a Samuel.

"Y Jehová respondió a Samuel: No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón."
1 Samuel 16:7

Y aún así, le costó asimilarla. Tanto que Samuel fue uno por uno, de mayor a menor, llamándolos y esperando la aprobación de Dios, que no llegaba.

Y es que David no se encontraba entre los candidatos, pues ni siquiera Isaí tuvo a bien el presentarlo como al resto de sus hijos, sino más bien lo mantenía pastoreando en los montes.

"¿Son éstos todos tus hijos?"... Entre la perplejidad y el asombro, sólo le quedaba preguntar ésto. A lo que a Isaí no le quedó otra que mandar a llamar al pequeño.

"Envió, pues, por él, y le hizo entrar; y era rubio, hermoso de ojos, y de buen parecer. Entonces Jehová dijo: Levántate y úngelo, porque éste es."
1 Samuel 16:12

Pero no fue puesto por rey inmediatamente, sino que habiendo sido ungido en secreto, aún reinaba Saúl, aunque ya abandonado del Espíritu de Dios, el cual ahora se posaba sobre David.

Así que desde su unción hasta que pudo tomar el trono tuvo que soportar casi quince años muy peligrosos, de persecuciones, huídas, traiciones e intentos de asesinato, preparándolo y curtiéndolo en batallas, que hicieron de él un rey ejemplar.

Este rey de quien vino el Mesías sobre la tierra, Dios Hijo, el Señor Jesucristo, a reconciliarnos con Dios por medio de Su muerte y de Su resurrección al tercer día. Y que, habiendo ascendido a la diestra del Padre, nos dió de Su Espíritu para perfeccionarnos en Él, hasta el día en que Él vuelva a reinar para siempre sobre toda Su creación.

Mientras tanto, a todos los que creemos en Jesús, y lo tenemos por Señor y Salvador personal, nos es dado el Espíritu Santo, ungiéndonos como hijos de Dios y coherederos juntamente con Cristo, quien nos hace sentar con él en los lugares celestiales.

Pero al igual que al rey David no le fue computado el trono inmediatamente, la recompensa eterna de nuestra heredad no se da sino cuando se cumpla el tiempo de nuestra perfección en Cristo, en nuestros cuerpos glorificados.

También, y por si acaso se nos fuera a olvidar, nuestro perfeccionamiento se va dando a cual David, a base de experiencias que van forjando en cada uno de sus hijos el carácter de Cristo.

Damos gracias a nuestro Padre celestial por hacernos aceptos delante de Él por medio de Jesucristo, conforme a Su corazón.

Y mientras nos vayamos encontrando en las dificultades del día a día en este mundo, recordemos al rey David y su proceso, y sirva para nosotros este consejo de Santiago.

"Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna."
Santiago 1:2-4





















lunes, 28 de marzo de 2022

GRACIA EXTENDIDA, 1 Crónicas 2:11-12

GRACIA EXTENDIDA, 1 Crónicas 2: 11-12.

Naasón engendró a Salmón, y Salmón engendró a Booz. Booz engendró a Obed, y Obed engendró a Isaí,
1 Crónicas 2:11-12

En el versículo se omiten los nombres de las mujeres que dieron a luz a Booz y a Obed, pero leído este versículo desde el panorama Bíblico completo, desde tiempos posteriores a la primera venida del Mesías, entendemos el gran valor significativo que tuvieron ambas dentro de la línea genealógica del Señor Jesucristo.

Porque el cronista plasmó, en este registro, lo que inspirado por Dios tuvo a bien el plasmar.

Sea como fuere, que sólo se nombre a los varones como si aún se incluyera a sus esposas, estos versos nos revelan el propósito de Dios por medio de Su pueblo, que es Su gracia extendida a toda la humanidad.

Si consultamos en el primer capítulo del evangelio según San Mateo, hallaremos los nombres de las esposas de Salmón y de Booz.

"Salmón engendró de Rahab a Booz, Booz engendró de Rut a Obed, y Obed a Isaí."
Mateo 1:5

Salmón y Booz son padre e hijo. Ambos tienen en común, aparte del parentesco, un carácter hospitalario, generoso y una visión muy ajustada al plan que Dios trazó a través de la nación de Israel.

El primero, Salmón, tomó por esposa a Rahab. Rahab fue aquella ramera de Jericó a quien Dios salvó su vida y la de su familia, por haber escondido a los espías en su hogar, porque ella conocía las obras que Dios hizo en Egipto y creyó en Él, sabiendo que haría lo mismo con Jericó si no se arrepentía. Así que Rahab fue adoptada entre los judíos por su fe, pero su origen era extranjero y, además, todos conocían que ella había ejercido la prostitución en Jericó, porque no había ninguna más de allá que se salvara.

Y a Salmón no le importó su pasado, sino que aceptando su nueva vida como cualquier mujer judía, se casó con ella y ambos miraron hacia adelante, formando familia, de la cual nació Booz.

Y Booz, el fruto de la unión entre Salmón y Rahab, su esposa, creció centrándose en la agricultura, conforme a los campos de su heredad, llegando soltero a su madurez pero con buen nivel adquisitivo. Posiblemente el hecho de conocerse entre el pueblo por ser "el hijo de la ramera" pudiera haber tenido mucho que ver con que un varón con campos y propiedades como él no hubiera encontrado aún una mujer con quien casarse.

Un día Rut apareció entre los lindes de sus campos, recogiendo lo que encontraba en el suelo, y esto lo cambió todo. Rut era extranjera, Moabita para ser concretos, y viuda. Había poco más de dónde devaluar más el status de Rut, ya por ser extranjera y además viuda, suponía algo así como un estorbo en la sociedad. Pero esto a Booz no le importó, sino más bien, buscó ayudarla y asegurar su bienestar.

[Son muchos más, y muy importantes, los detalles de toda esta historia, pero léanse en el libro de Rut, para no dar dilación en lo que no se centra en los versículos tratados.]

Y centrándonos en Salmón y Booz, y en cómo recibieron por esposas a dos extranjeras en riesgo de exclusión social, Dios nos muestra Su inconmensurable amor y misericordia, en una primera pincelada de lo que supondrá la obra salvífica de Cristo en la cruz del Calvario, ya no solamente para el judío, sino extendiéndose a toda tribu, lengua y nación.

Porque Dios es el Creador de todas las cosas, así también es Dios de todo y sobre todas las cosas, por cuanto todas ellas se someten a Su justicia, en beneficio a los hijos de Dios y para condenación a los hijos de desobediencia.

Y la justicia de Dios se personifica en el Hijo, el Señor Jesucristo, para abrir el acceso a la reconciliación de Dios para con los hombres a través de Él, del perdón y de la vida eterna.

Siendo pues justificados en Cristo, por fe y no por obras, por la gracia que Dios ha depositado sobre nosotros en el Hijo, ya no somos extranjeros, sino que pasamos a ser adoptados como hijos en Cristo, por el sello del Espíritu Santo que nos hace suyos, para siempre, de modo que ya nada ni nadie nos puede excluir de Su amor.

Rahab y Rut han tenido el privilegio de ser recordadas para siempre por formar parte del linaje del Rey de reyes y Señor de señores, sus vidas se regocijarán eternamente en el Amado, por Su gran amor y misericordia.

Asimismo nos gozamos nosotros, los que en Jesús hemos creído, que fuimos extranjeros y muertos en pecados y delitos, y  pasamos a ser hijos en Cristo Jesús, recibiendo la nueva vida en Él, para la alabanza de Su nombre por toda la eternidad.



























CASTIGO EJEMPLAR, 1 Crónicas 2:7.

CASTIGO EJEMPLAR, 1 Crónicas 2:7

Hijo de Carmi fue Acán, el que perturbó a Israel, porque prevaricó en el anatema.
1 Crónicas 2:7

El autor del libro de Crónicas anda nombrando los hijos de Judá y de repente se salta unas generaciones en su línea de descendencia, para nombrar a Acán.

Acán fue descendiente de Judá por parte de Zimri, que en otros escritos es conocido con el nombre de Zabdi, hijo de Zera, el gemelo de Fares, que le nació a Judá de Tamar.

Según leemos, Acán prevaricó en el anatema, provocando grandes males a todo Israel.

Esto es lo que aconteció:

Que habiendo cruzado el Jordán, Dios entregó Jericó en manos del pueblo liderado por Josué, para que lo destruyese por completo, no llevándose nada para sí, quedando bajo maldición quien lo hiciera y todo Israel a causa de ello.

"Y será la ciudad anatema a Jehová, con todas las cosas que están en ella; solamente Rahab la ramera vivirá, con todos los que estén en casa con ella, por cuanto escondió a los mensajeros que enviamos. Pero vosotros guardaos del anatema; ni toquéis, ni toméis alguna cosa del anatema, no sea que hagáis anatema el campamento de Israel, y lo turbéis. Mas toda la plata y el oro, y los utensilios de bronce y de hierro, sean consagrados a Jehová, y entren en el tesoro de Jehová."
Josué 6:17-19

Pero Acán codició unos bienes y se los escondió en su tienda sin que nadie se enterara.

[La cosa está en que uno puede conseguir que ningún hombre lo haya visto cometiendo un delito, pero a Dios, que es Omnisciente y Omnipresente no se le puede esconder nada.]

Tras esta pequeña apreciación recordando que para Dios no hay nada oculto,  Israel acaba siendo derrotado en batalla por manos de los de Hai, un poblado notablemente inferior a Jericó y a ellos mismos, que habían decidido formar sólo a tresmil Israelitas para esta misión.

Y es que la ira de Dios ya se había posado sobre Israel, a causa del anatema, desde el mismo momento en que Acán echara mano a la primera pieza, fruto de su avaricia, y de afrenta contra el pueblo de Dios.

Cuando Josué, entre la estupefacción y el duelo, acude a Dios en busca de un por qué a lo acontecido, el Creador le dió la contundente respuesta:

"Y Jehová dijo a Josué: Levántate; ¿por qué te postras así sobre tu rostro? Israel ha pecado, y aun han quebrantado mi pacto que yo les mandé; y también han tomado del anatema, y hasta han hurtado, han mentido, y aun lo han guardado entre sus enseres. Por esto los hijos de Israel no podrán hacer frente a sus enemigos, sino que delante de sus enemigos volverán la espalda, por cuanto han venido a ser anatema; ni estaré más con vosotros, si no destruyereis el anatema de en medio de vosotros. Levántate, santifica al pueblo, y di: Santificaos para mañana; porque Jehová el Dios de Israel dice así: Anatema hay en medio de ti, Israel; no podrás hacer frente a tus enemigos, hasta que hayáis quitado el anatema de en medio de vosotros."
Josué 7:10-13

Descubierto Acán, no le quedó más remedio que confesarlo. Y las consecuencias, que ya se habían sufrido de antemano durante la derrota contra los de Hai, recaerían ahora sobre Acán, su familia, sus animales y enseres, que acabarían destruídos por lapidación y quemados después de esto, en el valle que recibió el nombre de Acor, que traducido significa turbación, aflicción o molestia, por este acontecimiento.

He aquí un castigo ejemplar que el cronista plasmó, para tenerlo presente en la memoria.

Desde que saliera Noé del arca al bajar las aguas del diluvio, Dios ha ido dando una serie de instrucciones al hombre sobre cómo encaminarse en santidad y justicia. Pero la imposibilidad humana de mantenerse recto en las directrices Divinas, a causa del pecado que mora en el hombre desde la caída de Adán, ha provocado una cada vez más desviada humanidad sobre la tierra.

Pero Dios, que es amor y misericordia, nos ha provisto del Medio de reconciliación entre Él y nosotros, los hombres, para que por medio de Él, seamos libres del pecado y obtengamos vida eterna.

El Medio es el Señor Jesucristo, el Hijo, que siendo Dios se hizo hombre para entregarse en pago por nuestros pecados. Muriendo, resucitando al tercer día y ascendiendo después a la diestra del Padre, daba pie al nacimiento de Su iglesia, la portadora de Su luz sobre la tierra, para testimonio a los hombres.

En la iglesia que se congregaba en Corinto en tiempos del apostol Pablo, se encontraba en una situación muy parecida a la del Israel turbado a causa de Acán y su prevaricación en el anatema.

Y es que, habiendo sido hechos nuevas criaturas en Cristo Jesús, muchos de ellos continuaban dando rienda suelta a sus deseos de la carne.

Tanto así que entre la congregación se encontraba alguien que estaba intimando con la mujer de su padre, impunemente, sin que nadie hiciera nada al respecto.

Pablo tuvo que ser muy tajante sobre este tema, porque al igual que el anatema que escondió Acán perjudicó a todo Israel, el grave pecado de este miembro de la iglesia estaba corrompiendo a toda la congregación. Sus palabras, entonces, fueron estas:

"Y vosotros estáis envanecidos. ¿No debierais más bien haberos lamentado, para que fuese quitado de en medio de vosotros el que cometió tal acción?"
1 Corintios 5:2

Indicó con esto que el tal individuo fuera sacado de la congregación, denegándole la membresía, dejándolo expuesto al desamparo del mundo, en esperanza de que en algún momento corrigiese su actitud en arrepentimiento o que dejara de pecar tan gravemente contra Dios, contra Su iglesia e incluso contra sí mismo, aún si para ello debía hallar la muerte, por tal de salvar su alma.

Apuntó también, el apostol, a la analogía de la acción de la levadura en la masa de pan, y de cómo no es necesario que se le añada mucha para que toda la masa se fermente.

"No es buena vuestra jactancia. ¿No sabéis que un poco de levadura leuda toda la masa? Limpiaos, pues, de la vieja levadura, para que seáis nueva masa, sin levadura como sois; porque nuestra pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros."
1 Corintios 5:6-7

De esta misma forma actúa el pecado que se trata de ocultar en medio de la iglesia, haciendo la vista gorda, como si no sucediera nada, mientras el hermano continúa pecando sin ánimo de arrepentirse.

Porque al igual que quien calla otorga, quien esconde un pecado se hace partícipe de él, y mientras se trata de ocultar un pecado a Dios no es posible tener comunión con Él.

Una vez apartado el pecado de la congregación, esta ya podrá restaurar su relación con Dios y podrá continuar edificándose en Cristo y en la unión del Espíritu Santo.

El pecado oculto funciona así, no solamente en lo grupal, sino que afecta primeramente al individuo.

De manera que si tú o yo andamos ocultando pecado (o más bien pretendiéndolo ocultar, ya que Dios lo sabe todo), no queriendo llevarlo a arrepentimiento, nos vamos a encontrar con una comunicación cortada por parte de Dios, pues nuestro Padre celestial no nos va a querer escuchar mientras continuemos pecando.

Hoy es día de presentarnos, cual David recién amonestado por Natán, en busca de la restauración de nuestra relación con Dios en Cristo.

"Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia;Conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones. Lávame más y más de mi maldad,Y límpiame de mi pecado. Porque yo reconozco mis rebeliones,Y mi pecado está siempre delante de mí. Contra ti, contra ti solo he pecado,Y he hecho lo malo delante de tus ojos;Para que seas reconocido justo en tu palabra,Y tenido por puro en tu juicio."
Salmos 51:1-4





























sábado, 26 de marzo de 2022

PERFECTAMENTE PLANIFICADO, 1 Crónicas 2:3-4

PERFECTAMENTE PLANIFICADO, 1 Crónicas 2:3-4

Los hijos de Judá: Er, Onán y Sela. Estos tres le nacieron de la hija de Súa, cananea. Y Er, primogénito de Judá, fue malo delante de Jehová, quien lo mató. Y Tamar su nuera dio a luz a Fares y a Zera. Todos los hijos de Judá fueron cinco.
1 Crónicas 2:3-4

[Porque Dios no es un dios de improvisaciones ni de cabos sueltos, ni un dios de casualidades ni de destinos desatinados. Dios es el Creador de todas las cosas, Omnisciente, Omnipotente y Omnipresente, y a Él no se le escapa detalle que pueda frustrar Su plan, trazado ya desde antes de la fundación del mundo.]

Tras esta breve introducción nos adentramos a los versículos de hoy que registran los hijos de Judá.

Y el pasaje muestra, en una forma muy resumida, la soberanía de Dios. El cómo Su plan siempre se cumple al márgen de las circunstancias.

A quien no conozca la historia, el cronista no se confundió añadiendo a su nuera, para enumerar los hijos de Judá, sino que con este detalle se evidenciaría una genealogía especialmente supervisada desde lo Alto.

Porque Dios determinó que sería a través de Abraham que le sería dada descendencia y que de ella saldría una nacíón, Israel, de la cual nacería el Mesías, mediante el linaje de Judá.

Y así lo hizo anunciar Jacob a Judá, su hijo, mientras lo bendecía en su lecho de muerte.

"No será quitado el cetro de Judá, Ni el legislador de entre sus pies, Hasta que venga Siloh; Y a él se congregarán los pueblos. Atando a la vid su pollino, Y a la cepa el hijo de su asna, Lavó en el vino su vestido, Y en la sangre de uvas su manto. Sus ojos, rojos del vino, Y sus dientes blancos de la leche."
Génesis 49:10-12

Lo esperable, humanamente hablando, es que del primogénito de Judá fuera continuada la descendencia hacia el Mesías prometido.

Pero por la actitud de éste, su esposa Tamar quedó viuda antes de tener hijo. Su hermano Onán, que debía dar continuidad a su nombre, casándose con su cuñada y dándole descendencia, no quiso cumplir con el deber conyugal y también murió. Quedando Sela, el menor de los hermanos, en el compromiso de casarse con Tamar, Judá no quiso arriesgarse a perderlo también. Así que la mandó de vuelta junto con sus padres, hasta que el joven creciera y dejó pasar el tiempo, teniéndola casi en el olvido.

Y aunque, leído esto, uno pudiera pensar que ya se quedó sin descendencia, esto no fue así. Sino que conforme el plan que Dios había ya trazado, sería el mismo Judá que acabara teniendo dos hijos con Tamar, su nuera, habiéndola confundido con una ramera, por querer desquitarse tras quedarse viudo.

Y es que de algún modo u otro se va a acabar cumpliendo siempre la voluntad de Dios. Aunque de primeras se presenten las mil y una oposiciones a Su plan Divino, Satanás no puede frustrar lo que Dios ya ha establecido.

Porque lo que Dios establece hecho está desde la eternidad y nadie puede, sino el Eterno, acceder a la eternidad para frustrar, cambiar, establecer o deshacer nada.

Y así nació el Mesías, dando cumplimiento a lo que Dios dispuso a anunciar a los hombres, por medio de los profetas, Dios Hijo hecho hombre y puesto en un pesebre al nacer como perfecto cordero que vino para ser inmolado.

Creció y vivió entre nosotros, como todo hombre, pero sin pecado. Y cuando llegó la hora en que el plan perfecto de salvación se diera a cabo, fue entregado para ser muerto en la cruz del Calvario. Murió, fue sepultado y al tercer día resucitó dejando, en su tumba vacía, el sudario en señal de que aún ha de volver sobre la tierra.

Y volverá, porque así lo ha establecido, y pondrá Su trono en Sión para reinar en la tierra por mil años, ejecutando Su paz y Su justicia sobre todas las naciones, hasta llegado el día en que juzgará a vivos y a muertos ante el gran trono blanco, que es cuando Dios ha determinado que sea totalmente finiquitada la existencia de Satanás, de la muerte y de toda la  maldad.

Después de esto reinará la paz eternamente y viviremos por siempre en la gloriosa presencia de nuestro Señor Jesucristo y nuestro Dios eterno y Padre celestial.

Pero para disfrutar de esto último Dios también ha establecido que es necesario primeramente haber creído en Jesús y haberlo aceptado como Señor y Salvador personal, viviendo conforme a Su carácter, de forma desligada a la pecaminosa vida de este mundo.

Cierto es que para el que acepta a Cristo en su corazón le es dada una nueva vida en Él y es guiado por el Espíritu Santo que ha hecho de él su morada.

Pero la existencia de la naturaleza humana persiste mientras aún viva este cuerpo de carne y huesos sobre la tierra, y éste está aún atado a la ley del pecado y de la muerte.

Vemos que el hombre que ha nacido de nuevo en Cristo es salvo, libre y eterno en Cristo, mas su cuerpo externo se debilita y muere.

Gracias a Dios que la muerte sólo azota una vez al hombre, porque así Él lo ha establecido, y sin embargo la resurrección es eterna.

"Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio, así también Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos; y aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvar a los que le esperan."
Hebreos 9:27-28

A veces notamos los azotes de nuestra debilidad en la carne y el desánimo parece hacerse espacio entre nuestros sentimientos, pero recordemos ésto: Nadie puede frustrar lo que Dios ha establecido, y Él ha establecido la vida eterna para todo aquel que está en Cristo.

Bajo esta premisa mantengámonos firmes en Cristo y seguros de nuestra fe. Porque las circunstancias terrenales, por duras que sean, son efímeras frente a la eternidad, que tenemos asegurada en Él.

"¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; Somos contados como ovejas de matadero. Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro."
Romanos 8:35-39





















miércoles, 23 de marzo de 2022

SIN MENCIÓN DE LO ANTIGUO, 1 Crónicas 1:34

SIN MENCIÓN DE LO ANTIGUO, 1 Crónicas 1:34

Abraham engendró a Isaac, y los hijos de Isaac fueron Esaú e Israel.
1 Crónicas 1:34

Es un versículo muy corto que nombra a los dos hijos de Isaac, pero llama poderosamente la atención el hecho de que a uno se le llama por el nombre que recibió al nacer y al otro se le llama por el nombre que recibió después de parte de Dios.

Porque a Esaú, también le fue dado otro nombre, el cual es Edom, y que recibió en el momento en que puso su primogenitura como pago a su hermano, por un guiso para saciar su hambre.

Sin embargo en este registro se resalta el nombre de Israel no siendo solamente el nombre de la persona quien lo porta, sino de la nación que Dios hace de él.

A Esaú le es llamado por su nombre particular porque, aunque de él también salió la nación llamada Edom, ésta no perduró en el tiempo y acabó siendo destruída en tiempos de Macabeo.

La omisión del antiguo nombre de Israel sugiere el cambio en su persona y, por consiguiente, en su proceder y en su propósito de vida.

Porque Jacob era su nombre, y así actuó, conforme su nombre significa, suplantador, haciéndose pasar por su hermano para quedarse con la bendición del primogénito en el lecho de muerte de su padre Isaac.

Y Dios en Su misericordia lo restauró, llamándolo Israel y poniéndolo por patriarca del pueblo que portará el anuncio de salvación al hombre, revelado por Dios a los profetas.

Pues Israel es la nación nacida para el perpetuo reino de Dios. Es la nación que Él hizo nacer para que de ella naciera Dios Hijo, en la persona de Jesucristo, para darse en rescate por todos los hombres y abrirles el acceso a la vida eterna, en reconciliación con Dios, por medio de Cristo.

También nos es dada una nueva identidad a todos los que creemos que Jesús es el Señor y lo recibimos como Salvador personal, siendo restaurados por el Espíritu Santo en una nueva identidad santa y libre de la esclavitud del pecado.

Aunque, en momentos de debilidad o inmadurez espiritual, uno se ve tentado a echar la vista a su pasada manera de vivir y mencionar su antiguo nombre, el cual es "Pecador", esto no debe convertirse en una costumbre cristiana sino más bien en algo que ha de quedarse cada vez más en el olvido para abrazar con fuerza nuestro nuevo nombre "Justificado en Cristo", y continuar formando Su carácter en nosotros.

En casos de hermanos que no se desarraigaban de su antigua identidad se encontraban los Corintios, a quienes Pablo les reprendió en varias cuestiones, siendo esta la principal, anotando:

"De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas."
2 Corintios 5:17

Y entre estas cosas nuevas está el propósito por el que Dios nos ha llamado a cada uno, como miembros que somos del cuerpo de Cristo, como función principal aquí en la tierra.

Sobre esta función ya nos fue anunciando nuestro Señor Jesucristo durante el sermón del monte:

"Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres. Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud,sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos."
Mateo 5:13-16

Sal de la tierra y luz del mundo, ambas acciones para la misma función, que es avivar al mundo expandiendo la luz de Cristo a todos los hombres.

Así pues, como Israel adquirió un nuevo propósito con su nueva identidad, nuestra aspiración como hijos de Dios debe estar ajustada a nuestra nueva identidad y no a la antigua.

Es cierto que hay momentos en la vida que se nos hace complicado el caminar en Cristo, esto suele ser porque nos dejamos influenciar por miedos o preocupaciones,  en tiempos en que las malas noticias se van sucediendo una detrás de la otra, en este mundo.

Pero esto no nos debe afectar hasta el punto de desistir para volver a lo que fuimos.

Para tal caso tenemos ejemplo de los creyentes de la dispersión a los que escribió Pedro. Que, ahogados en la angustia de las persecuciones romanas y de las presiones del judaísmo, que les ofrecían protección a cambio de renegar de Cristo, muchos llegaban a sentirse tan persuadidos que acababan cediendo para volver a su antigua vida y costumbres judías.

Y como en peor situación que nuestros hermanos los receptores originales de la carta de Pedro, no vamos a estar, tomemos, pues, para nuestro aliento personal las palabras que fueron para ellos y nos servirán en nuestros días de flaqueza:

"Puesto que Cristo ha padecido por nosotros en la carne, vosotros también armaos del mismo pensamiento; pues quien ha padecido en la carne, terminó con el pecado, para no vivir el tiempo que resta en la carne, conforme a las concupiscencias de los hombres, sino conforme a la voluntad de Dios. Baste ya el tiempo pasado para haber hecho lo que agrada a los gentiles, andando en lascivias, concupiscencias, embriagueces, orgías, disipación y abominables idolatrías."
1 Pedro 4:1-3

























martes, 22 de marzo de 2022

DESARROLLO, AMPARO Y JUICIO EN MADIÁN, 1 Crónicas 1:32

DESARROLLO, AMPARO Y JUICIO EN MADIÁN, 1 Crónicas 1:32

Y Cetura, concubina de Abraham, dio a luz a Zimram, Jocsán, Medán, Madián, Isbac y Súa. Los hijos de Jocsán: Seba y Dedán.
1 Crónicas 1:32

Abraham no sólo tuvo dos hijos:Isaac e Ismael. Sino que tras la muerte de Sara se casó con Cetura y de ella tuvo otros seis.

Estos hijos de Cetura poblaron, juntamente con los Ismaelitas, el territorio arábigo y, a pesar de no formar parte con la heredad de su padre Abraham (pues fue dada toda a Isaac, el hijo de la promesa), fueron prósperos y aún subsisten hasta el día de hoy.

"Y Abraham dio todo cuanto tenía a Isaac. Pero a los hijos de sus concubinas dio Abraham dones, y los envió lejos de Isaac su hijo, mientras él vivía, hacia el oriente, a la tierra oriental."
Génesis 25:5-6

De los hijos de Cetura destaca Madián, ciudad de refugio para Moisés después de huir de Egipto y nido familiar, al casarse con la hija de Jetro, el sacerdote de Madián.

Y cabe mencionar que la colaboración de los Madianitas en la extracción de José del pozo, ayudó a que fuera vendido como esclavo, duro proceso que permitió Dios para desarrollar más adelante en Israel una nación grande y poderosa durante su estancia en Egipto, haciéndolo crecer de setenta y cinco a más de dos millones de israelitas.

Pero no solamente jugará un papel de amparo en la historia de los judíos, sino que los Madianitas servirán también de herramienta de juicio contra el pueblo de Dios, en tiempos de rebeldía.

Juega pues, Madián, un papel importante en la historia del pueblo de Dios, del mismo modo en que Egipto le proveyó durante los años de hambrunas, Asiria sirvió a Dios como instrumento de juicio y Ciro el Persa liberó al remanente judío de la deportación a Babilonia.

Pero no porque Dios se haya usado de ellos significa que deban servir de ejemplo, pues no dejan de ser paganos.

Dios en Su soberanía y omnisciencia puede usar la disposición del corazón de los incrédulos o sus acciones del modo en que afecten para bien a sus hijos.

Esto es lo que sucedió con José por parte de sus hermanos, que las malas intenciones de ellos hacia él fueron usadas por Dios para propiciar la futura prosperidad de Israel en tierras egipcias, poniendo a José como gobernador en Egipto a la misma altura en relevancia que Faraón.

De igual manera, cuando Jesús se presentó delante de su pueblo y los fariseos no quisieron reconocerlo como el Mesías que había de venir, Dios permitió que éstos pudiesen llevar a cabo su plan de arrestarlo y llevarlo ante Pilato, porque en eso consistía en sí el plan de Dios para la salvación del hombre, desde antes de la fundación del mundo: Venir a este mundo para entregarse a Sí mismo en lugar nuestro para recibir en Él el perdón de los pecados y la vida eterna.

Así que Dios usó la maldad de éstos. Jesús exhalaba el "consumado es", y  entregando Su espíritu al Padre, murió.
Fue sepultado y al tercer día resucitó, y por cuarenta días anduvo entre sus discípulos hasta que ascendió a la diestra del Padre. Haciendo descender el Espíritu Santo en el aposento alto, a los diez días, para dar paso al nacimiento de su iglesia.

Y así es como nació la iglesia. Que, coincidiendo con el Pentecostés, la ciudad de Jerusalén se encontraba llena de visitantes judíos procedentes de los pueblos de alrededor  para celebrar en el templo esta fiesta solemne.

Permaneciendo en esos días los apóstoles en oración y ruego, experimentaron el bautismo del Espíritu Santo, el cual los llenó e hizo de cada uno de ellos Su morada permanente, como hace desde entonces, con cada persona que cree y recibe a Jesús como Señor y Salvador suyo.

Hubieron tantos testigos que muchos judíos se convirtieron en aquellos días. Esto era bueno, porque el Señor antes de ascender ya les había delegado la expansión del testimonio:

"pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra."
Hechos 1:8

Pero el auge de la novedad, el gozo de la reconciliación en Cristo y la unidad en el Espíritu eran tales que no salían de la ciudad, guardando con recelo el regalo de la vida eterna que acababan de recibir, sin salir de su entorno socio-cultural.

Pero Dios permitió que los fariseos se enfurecieran de tal manera contra Esteban que lo mataron y de ahí iniciaron una gran persecución a todo aquel que profesara seguir a Cristo.

Esto provocó la dispersión apresurada de los creyentes, que tuvieron que volver cada cual a su lugar de origen. Cosa que favoreció el cumplimiento de la expansión del evangelio, tal como el Señor había anunciado.

"Y apedreaban a Esteban, mientras él invocaba y decía: Señor Jesús, recibe mi espíritu. Y puesto de rodillas, clamó a gran voz: Señor, no les tomes en cuenta este pecado. Y habiendo dicho esto, durmió."

"Y Saulo consentía en su muerte. En aquel día hubo una gran persecución contra la iglesia que estaba en Jerusalén; y todos fueron esparcidos por las tierras de Judea y de Samaria, salvo los apóstoles."

"Pero los que fueron esparcidos iban por todas partes anunciando el evangelio."
Hechos 7:59-60, 8:1 y 4.

En la actualidad Dios sigue obrando igual, usándose de las circunstancias y de las personas de alrededor de cada creyente por tal de edificarlo y formar en él un cada vez más marcado carácter de Cristo.

Quizá no lo sabemos reconocer en momentos de aflicción, pero todo proceso por el que ha de pasar el cristiano, aún haya sido provocado por su propia rebeldía, está totalmente al conocimiento y al permiso de nuestro Padre celestial, Quien a través de la circunstancia nos encaminará por el perfecto y santo camino de la vida, que es Cristo.

Así que, si amamos a Dios y Él es nuestro Padre por medio de nuestro Señor Jesucristo, mantengamos el ánimo y la perseverancia de la fe, recordando este apunte de Pablo:

"Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados."
Romanos 8:28




























EL HIJO DE LA PROMESA, 1 Crónicas 1:28

EL HIJO DE LA PROMESA, 1 Crónicas 1:28

Los hijos de Abraham: Isaac e Ismael.
1 Crónicas 1:28

Cuando Abraham tuvo a Ismael, Dios aún no le había cambiado el nombre.

Abram era hijo de Taré, vivía con él y con su familia en Ur de los Caldeos. Él estaba casado con Sarai, que era estéril. Culturalmente hablando las mujeres estériles estaban muy mal vistas, como que no valían ni para su cometido principal, que era tener hijos.

Pero a pesar de esto Abram amaba a su esposa y jamás se planteó dejarla por otra mujer con quien pudiera procrear.

Pero cuando Dios llamó a Abram a salir a una tierra que Él le iba a dar, una vez salido de ella, recibió por promesa que engendraría un hijo.

En este entonces Abram y Sarai estaban entraditos de edad y conocían de sobras el problema de fertilidad de ella.

Y aunque él creyó a la promesa, no la entendió del todo bien, tampoco la entendió Sarai, ya que ni por asomo se la creería si hubiera entendido que Dios pretendía que ella fuera la madre de este hijo prometido.

Pero como buena mujer virtuosa, Sarai quiso ejercer de ayuda idónea a su esposo en este asunto y, ya de paso, dar "una ayudita a Dios" para que se pudiera cumplir esta promesa. Y no se le ocurrió otra cosa que cederle su esclava a Abram para que de allá saliera su progenie.

"Dijo entonces Sarai a Abram: Ya ves que Jehová me ha hecho estéril; te ruego, pues, que te llegues a mi sierva; quizá tendré hijos de ella. Y atendió Abram al ruego de Sarai. Y Sarai mujer de Abram tomó a Agar su sierva egipcia, al cabo de diez años que había habitado Abram en la tierra de Canaán, y la dio por mujer a Abram su marido."
Génesis 16:2-3

Como no, Abram no cuestionó a su amada esposa, porque aunque él creyó en la promesa de Dios, su fe y su entendimiento aún no estaban perfeccionados. Acabó pues, Abram como Sarai, dejándose llevar por la lógica humana antes que esperar a que la promesa de Dios se diera según Su voluntad.

Y de ahí nació Ismael, el hijo de la esclava, de donde saldrán los Ismaelitas, los que se conocen en la actualidad por los que pertenecen a la cultura árabe y al Islam, tocante a su religión.

Estos Ismaelitas causarán grandes conflictos contra el pueblo de Dios y contra todo aquel que se interponga en su camino, buscando obtener el dominio sobre la tierra.

Pronto llamó Dios a Abram para hacer pacto con él, volverle a repetir aquella promesa, sobre su descendencia, que todavía no acababa de comprender, y darle un nuevo nombre por señal de esta  promesa, no sólo a él sino también a Sarai, su mujer. Abraham y Sara se llamarán a partir de entonces.

"Respondió Dios: Ciertamente Sara tu mujer te dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Isaac; y confirmaré mi pacto con él como pacto perpetuo para sus descendientes después de él. Y en cuanto a Ismael, también te he oído; he aquí que le bendeciré, y le haré fructificar y multiplicar mucho en gran manera; doce príncipes engendrará, y haré de él una gran nación. Mas yo estableceré mi pacto con Isaac, el que Sara te dará a luz por este tiempo el año que viene."
Génesis 17:19-21

Entendieron, pues, los patriarcas Abraham y Sara, que no se necesita ayuda de nadie para que se cumpla una promesa decretiva de Dios y que la intervención humana, en el plan Divino, no va a causar que Su plan se frustre. Pero sí puede suponer mayor problemática al hombre que si hubiera esperado pacientemente al cumplimiento de la promesa.

Nacerá Isaac, el hijo de la promesa, y será contado en los anales de la historia como el primero y el hijo amado de Abraham, delante de Ismael, el hijo de la esclava.

Porque la gracia de Dios se manifiesta en los imposibles del hombre, siendo que donde no se podía crear vida, el Creador hizo crecer a un niño dentro del vientre de una anciana estéril y que un anciano cercano a morir sin hijos, acabara sus días siendo el gran patriarca por el que serán benditas todas las familias de la tierra.

Y la bendición llegó desde Abraham a todas las naciones, por medio de su descendencia, en la persona de Jesucristo, el Hijo de Dios.

El Mesías prometido que venía a este mundo a morir en pago por nuestro pecado y resucitando al tercer día, nos abrió el acceso a la vida eterna sentándonos juntamente con Él en los lugares celestiales.

Tenemos, pues, la oferta de la gracia de Dios en Cristo Jesús, para todo aquel que en Él cree, para perdón y vida eterna.

No hay nada que el hombre pueda ofrecer en pago por esta salvación, porque el único pago aceptable es la vida de un hombre limpio y sin pecado, el cual no lo hay en el mundo ni lo habrá, sino el Único e impecable Señor Jesucristo, Dios Hijo hecho hombre.

Es por eso que el hombre no puede hacer nada por salvar su alma por su propia cuenta, sino depositar su plena confianza en Aquel que entregó Su vida por nosotros en la cruz del Calvario y, resucitando al tercer día, ascendió a la diestra del Padre, desde donde intercede por todos y cada uno de sus santos hasta el día en que el Señor vuelva.

Pero aún de entre quienes han conocido de esta gracia, están los que se pretenden más merecedores de la salvación que otros, unos por pertenecer a cierto linaje ancestral y otros por buscarse el merecimiento a base de las obras de la ley, de aquella ley dada a Moisés que nunca nadie en este mundo consiguió cumplir, sino el Señor Jesucristo, para que nosotros obtengamos el cumplimiento por Él.

Y esto es lo que estaba sucediendo en Galacia en tiempos del primer siglo, en el que se cumplió la obra redentora de Cristo en la cruz del Calvario. Porque los Gálatas habían conocido y recibido el evangelio por parte del apostol Pablo, pero en su ausencia, vinieron detrás unos falsos cristianos promoviendo enseñanzas judaizantes, aquellas que hacían caer de la gracia a los indoctos e inmaduros para volverse de nuevo a la ley y a los preceptos judíos y a la salvación por obras.
Pablo, en darse cuenta de lo que estaba aconteciendo, aludió a los dos hijos de Abraham, en analogía al yugo de la ley, para perdición, frente a la libertad de la gracia de Dios, para vida eterna.

"Decidme, los que queréis estar bajo la ley: ¿no habéis oído la ley? Porque está escrito que Abraham tuvo dos hijos; uno de la esclava, el otro de la libre. Pero el de la esclava nació según la carne; mas el de la libre, por la promesa. Lo cual es una alegoría, pues estas mujeres son los dos pactos; el uno proviene del monte Sinaí, el cual da hijos para esclavitud; éste es Agar. Porque Agar es el monte Sinaí en Arabia, y corresponde a la Jerusalén actual, pues ésta, junto con sus hijos, está en esclavitud. Mas la Jerusalén de arriba, la cual es madre de todos nosotros, es libre."
Gálatas 4:21-26

Justo en mi mañana leía una publicación que decía lo siguiente: "¿Qué debo hacer para ser salvo? Jesús y los apóstoles enseñaron que, para ser salvos, necesitamos: Oír, Creer, Arrepentirse, Confesar a Cristo, Ser bautizado y Vivir piadosamente."
Pero este enunciado no es correcto, soteriológicamente hablando, conforme a la base cristiana de la salvación por gracia en Cristo.

Porque el oír para ser salvo no es responsabilidad de quien se salva, sino de quien tiene por cometido difundir el evangelio, y esta es la iglesia. Luego el arrepentimiento y la confesión son obras testimoniales en consecuencia de haber creído. Mientras que el bautismo y la piedad son obras de obediencia tras haber creído.

Es pues el Creer, la única cosa que podemos hacer para ser salvos, y nada más.

¿Sientes que aún necesitas hacer algo más para sentirte salvo? Hoy es día de dar gracias a Dios por hacernos hijos de la promesa, en Cristo Jesús, Señor nuestro, y por librarnos de la esclavitud de las pecaminosas obras de nuestra pasada manera de vivir.

"Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe."
Efesios 2:8-9























lunes, 21 de marzo de 2022

EL AGRACIADO Y SU NUEVA IDENTIDAD, 1 Crónicas 1:26-27

EL AGRACIADO Y SU NUEVA IDENTIDAD, 1 Crónicas 1:26-27

Serug, Nacor, Taré, y Abram, el cual es Abraham.
1 Crónicas 1:26-27

Tras diez generaciones desde Noé volvió a verse un hombre que hallara gracia ante los ojos de Dios.

Del mismo modo que Noé y su familia vivían rodeados de maldad, mas la gracia de Dios se halló en él, así le sucederá a Abram, hijo de Taré.

En Ur de los Caldeos, donde vivía Abram y su familia junto con su padre, todos practicaban el culto a muchos dioses. Tantos ídolos como cada persona fuera capaz de imaginar y plasmar en figuritas, poniéndoles altares en su propia casa. Y aunque más adelante se mudaron a Harán, la cultura politeísta también era parte de ésta.

Pero Dios puso Su gracia sobre Abram, y lo hizo salir de allá, hacia una tierra, sin concretarle dónde.

"Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición."
Génesis 12:1-2

Y creyó Abram en la promesa y se fue sin saber a dónde, dejando atrás toda la heredad que le había quedado de su padre.

La fe de Abram fue el primer paso y a partir de éste le va a tocar pasar por una serie de procesos donde va a tener que lidiar con conflictos familiares, bélicos e incluso matrimoniales, hasta que pueda experimentar el sello de la promesa de Dios en su vida y su nueva identidad en Él.

Porque a pesar de que el Señor tenía a Abram como amigo, este amigo suyo era humano y, como tal, necesitó pasar por varias pruebas para hacer de él el patriarca de la santa nación donde hará nacer al Mesías.

Así que, cuando la fe de Abram se haya perfeccionado, Dios hará pacto con él, le dará promesa de descendencia, bendición y heredad y le cambiará el nombre.

"He aquí mi pacto es contigo, y serás padre de muchedumbre de gentes. Y no se llamará más tu nombre Abram, sino que será tu nombre Abraham, porque te he puesto por padre de muchedumbre de gentes. Y te multiplicaré en gran manera, y haré naciones de ti, y reyes saldrán de ti. Y estableceré mi pacto entre mí y ti, y tu descendencia después de ti en sus generaciones, por pacto perpetuo, para ser tu Dios, y el de tu descendencia después de ti."
Génesis 17:4-7

Y su nueva identidad se verá avalada por su fe, por cuanto por su fe fue contado por justicia, la que antes era vacilante, pero ahora era firme y sin lugar a dudas, un sí y amén a la palabra de Dios.

Y las promesas de Dios en Abraham fueron tomando forma y cumplimiento.
La más importante, la de su descendencia, por cuanto de allá nacería el Cristo, se cumplió hace poco más de dosmil años  cuando Jesús, el Hijo de Dios, nació en este mundo con la mayor de las humildades, siendo Dios, para morir por todos los hombres en la cruz del calvario, y resucitar al tercer día, para redención y vida eterna.

Desde entonces a todo aquel que cree y reconoce a Jesús como Señor y Salvador suyo, le es dada una nueva vida en Él, adoptándolo Dios como su hijo y puesto en su iglesia, la cual es el cuerpo de Cristo, por el bautismo del Espíritu Santo.

"Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna."
Juan 3:16

Si hemos nacido de nuevo en Cristo ha de notarse una diferencia entre nuestra antigua y nuestra nueva identidad, porque como dijera Pablo:

"De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas."
2 Corintios 5:17

No es compatible la novedad con lo antiguo, en ese caso lo nuevo que se intentaría mostrar no sería más que un fraude, primeramente, a quien lo comete y después a todo su alrededor.

Pero Dios conoce hasta lo más profundo de nuestro corazón y el más oculto de nuestros pensamientos.

Y siendo que Él es el que por el Espíritu Santo transforma la vida de los hombres, ¿qué peor que pretender engañar al mismísimo Dador de la vida?

Hoy es día de tomar una determinación y romper con nuestra pasada manera de vivir para caminar decididamente conforme a la nueva identidad que recibimos en Cristo Jesús, Señor nuestro.

Y si tú, que lees o escuchas, te has limitado a aparentar ser algo que no eres, hoy es día de reconocer sinceramente que Jesús es el Señor y así dejar de acumular más condena sobre tu cabeza.

"Porque el que se cree ser algo, no siendo nada, a sí mismo se engaña."
Gálatas 6:3


























sábado, 19 de marzo de 2022

EL HEBREO, LOS DÍAS DE PELEG Y EL HERMANO PEQUEÑO, 1 Crónicas 1:19

EL HEBREO, LOS DÍAS DE PELEG Y EL HERMANO PEQUEÑO, 1 Crónicas 1:19

Y a Heber nacieron dos hijos; el nombre del uno fue Peleg, por cuanto en sus días fue dividida la tierra; y el nombre de su hermano fue Joctán.
1 Crónicas 1:19

De la línea genealógica de Sem, su bisnieto Heber descubre la característica principal del pueblo de Dios. Nombre cuyo significado viene a decir "el que cruza al otro lado", interpretable también como "emigrante", viene a ser la raíz del nombre con que serán conocidos en su historia: los Hebreos.

Su primogénito Peleg, nombre del cual significa "Hay quien ha dividido", marcará un antes y un después en la sociedad de su época, porque Dios esparcirá a los hombres de la tierra, confundiendo de antemano sus lenguas.

Porque los hombres decidieron confabularse todos a una con tal de alcanzar a Dios a su manera, construyendo una alta torre que llegara hasta Su trono sobre los cielos, y poner ahí su nombre.

"Y dijeron: Vamos, edifiquémonos una ciudad y una torre, cuya cúspide llegue al cielo; y hagámonos un nombre, por si fuéremos esparcidos sobre la faz de toda la tierra.
Y descendió Jehová para ver la ciudad y la torre que edificaban los hijos de los hombres. Y dijo Jehová: He aquí el pueblo es uno, y todos éstos tienen un solo lenguaje; y han comenzado la obra, y nada les hará desistir ahora de lo que han pensado hacer. Ahora, pues, descendamos, y confundamos allí su lengua, para que ninguno entienda el habla de su compañero. Así los esparció Jehová desde allí sobre la faz de toda la tierra, y dejaron de edificar la ciudad."
Génesis 11:4-8

El hijo menor de Heber se llama Joctán, que significa literalmente "Pequeño", nacido después de Peleg.

El pueblo de Dios ha protagonizado varios traslados importantes en su historia.
Dos de ellos muy significativos, que son el cruce del Mar Rojo y el paso por el Río Jordán, ambos pisando como por tierra seca, por mano milagrosa de Dios.

Y aunque pudo conquistar la tierra prometida, liderado por Josué, el pueblo no fue capaz de tomarlo en su totalidad y mantuvo sin desalojar de ella a muchos pueblos paganos.

Esto le conllevó la división de la nación en dos reinos, por cuanto abrazaron la idolatría de los vecinos, hasta la destrucción completa de Jerusalén y su deportación a Babilonia.

Cierto que un remanente pudo retornar y restaurar la capital, tan cierto como que la gran mayoría se esparcieron entre el exilio y entre las naciones paganas, y no volvieron a pisar más las tierras de Canaán.

Y es que siempre que el pueblo de Dios quiso hacer las cosas a su manera y no según la voluntad de Dios, ha sufrido dispersión.

Y aunque Dios envió a Su Hijo para poder reconciliarse con su pueblo por medio de Él, y con toda la humanidad. Los Hebreos no supieron reconocer a Dios en la persona del Hijo, el Señor Jesucristo, porque no encajaba con la idea que tenían del Mesías que estaban esperando.

Y Cristo fue enviado a la cruz por los principales representantes de Israel para ser condenado a muerte, acusado de blasfemia. Porque Él se presentó como quien es, Dios mismo en la persona del Hijo, y ellos no lo quisieron aceptar y lo negaron aún teniéndolo delante de sus narices.

Pero ya estaba establecido por Dios que Jesús debía ser entregado, muerto y sepultado, para resucitar al tercer día y ascender después a la diestra del Padre, para dar vida al hombre por medio de Él, dando nacimiento a su manada pequeña, la cual es la iglesia, el cuerpo de Cristo que Dios ha establecido como lumbrera en el mundo.

Los tiempos de Peleg aún pueden verse entre los judíos, entre quienes velaron sus ojos al no querer aceptar a su Mesías prometido. Pero no por mucho tiempo, sino hasta que el pequeño rebaño del Señor, Su santa iglesia, sea levantada con Él a Su presencia.

Tiempos vendrán entonces, y cada vez están más cercanos, en que el remanente de Israel abra los ojos y reconozca a Jesús como Señor y Salvador, y deje por fin de ser el que va de allá para acá, para tomar posesión perpetua de su tierra prometida.

"Y aun hasta el día de hoy, cuando se lee a Moisés, el velo está puesto sobre el corazón de ellos. Pero cuando se conviertan al Señor, el velo se quitará. Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad. Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor."
2 Corintios 3:15-18

El efecto "Peleg" también se puede ver en la iglesia, cuando buscamos servir a Dios a nuestra manera y no según Su voluntad.

Las consecuencias empiezan en lo personal de quien se obstina en su arrogancia de pretenderse más sabio que nuestro Padre celestial. Esta arrogancia lo va dispersando de la verdad y del amor en Cristo por los hermanos y por las almas, hasta el punto de acabar con los ojos velados en lo que no aprovecha.

El Señor está cada vez más cercano a recoger a Su iglesia. Está en cada uno de sus hijos el procurar que también estemos cercanos al propósito por el que fuimos llamados. Para que no nos encuentre dispersos y sin fruto.

Hoy es día de dejar de andar errante como sin rumbo, salir de las distracciones que nos alejan del Padre y volver a nutrirnos de la santa y perfecta palabra de Dios, para ser hallados con abundante fruto delante de Él.

"No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta."
Romanos 12:2






















LA TENDENCIA AL PECADO, 1 Crónicas 1:8

LA TENDENCIA AL PECADO, 1 Crónicas 1:8

Los hijos de Cam: Cus, Mizraim, Fut y Canaán.
1 Crónicas 1:8

Ahora que decidí proseguir mis reflexiones devocionales a través de los libros de Crónicas, pensé que quizá no me detendría mucho por los primeros capítulos, ya que tratan exclusivamente de los registros genealógicos desde Adán y hasta el retorno de la deportación a Babilonia.

Pero como bien diría Pérez Millos y en alusión a 2 Timoteo 3:16-17 donde la palabra de Dios dice: "Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra". Toda la Biblia es Palabra de Dios y toda la palabra de Dios es doctrina.

Así que, queriéndome zafar de antemano pensando "bueno, no es más que un registro de los nombres en su orden genealógico y según su relevancia en el pueblo judío", me dí cuenta que Dios usa toda Su palabra y nos la despliega para que del versículo más aparentemente simple a ojos humanos, podamos extraer una gran enseñanza para aplicar en nuestras vidas, para enriquecer nuestro conocimiento o para equiparnos en la labor evangelística.

Así que hoy me detengo en el versículo ocho del primer capítulo, en el que podré aprender más sobre la doctrina del pecado.
Para entrar en materia, el pecado no tuvo su origen en el hombre, sino que se originó en las zonas celestiales, concretamente las áreas más cercanas al trono de Dios, en el corazón del más hermoso querubín creado por Dios, cuyo nombre era Lucero.

"Tú, querubín grande, protector, yo te puse en el santo monte de Dios, allí estuviste; en medio de las piedras de fuego te paseabas. Perfecto eras en todos tus caminos desde el día que fuiste creado, hasta que se halló en ti maldad."
Ezequiel 28:14-15

Hallamos a la más hermosa criatura de Dios, en su momento, tanto que su corazón se ensoberbeció en contra de Dios.

En un intento de golpe de estado, el orgulloso querubín y su tropa de ángeles insurgentes, fueron expulsados de la presencia de Dios al más bajo de los cielos, de donde aguardan y se pasean rodeando la tierra buscando el mal de los hombres.

Cuando Dios creó al hombre, a Su imagen y semejanza lo creó y le delegó el virreinado sobre la tierra, solamente por debajo de Él.

"Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra. Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra."
Génesis 1:26-28

Entonces vino aquél que confabuló con los ángeles contra Dios, queriendo ser como Él y hacerse un trono en las Alturas, y como no pudo, fue a arrebatarle el trono al hombre.

Lamentablemente no le fue muy difícil conseguirlo, sino que usándose de una serpiente convenció a Eva de engaño, que rápidamente codició el fruto del pecado, lo mordió y le dió a Adán, quien, tomándolo, cayó en pecado.

En ese mismo momento el hombre se vió inevitablemente repelido de la presencia de Dios, debido al pecado que contaminó su alma. Ya le advirtió el Creador: "De todo árbol del huerto podrás comer; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás."

Y vino la muerte y el pecado a dominar al hombre, desde entonces y hasta que la muerte sea echada al lago de fuego.

La separación del hombre para con Dios le repercutió, también, en la pérdida de su capacidad para regir sobre la tierra, por lo que Satanás, quien antes era conocido como Lucero, gobierna el mundo desde entonces.

Ya conocemos el origen del pecado, y que, a la sazón de la caída de Adán, éste se hereda a toda la humanidad por defecto, en el corazón de cada hombre.

"Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?"
Jeremías 17:9

Desde Adán hasta Noé van diez generaciones de hombres sobre la tierra. Pocas, pero las suficientes como para que Dios destruyera por completo a todo ser viviente con un diluvio, debido a la multitud de sus maldades. De modo que solamente Dios salvó a Noé junto con su familia y a una selección animal para la repoblación postdiluviana.

Si a partir de Noé comenzáramos a contar desde cero a las generaciones, no pasaría ni una en que el pecado volviera a pisar suelo seco y sólo tres bastarían para que el hombre creara de nuevo un imperio poderoso buscando adueñarse de la gloria de Dios y dando paso al politeísmo.

El primer pecado registrado después de salir del arca fue perpetrado ni más ni menos que por Noé.

"Después comenzó Noé a labrar la tierra, y plantó una viña; y bebió del vino, y se embriagó, y estaba descubierto en medio de su tienda."
Génesis 9:20-21

Seguidamente, su hijo Cam pecó descubriendo su desnudez y declarándolo a sus hermanos.

"Y Cam, padre de Canaán, vio la desnudez de su padre, y lo dijo a sus dos hermanos que estaban afuera."
Génesis 9:22

Y desde aquel suceso Canaán, su hijo, acabó siendo objeto de maldición, y puesto por servidumbre al resto de las naciones.

(Porque de cada hijo de Noé saldrán naciones, cada una jugará un papel más o menos relevante en la historia de la humanidad y en concreto, del pueblo de Dios.)

De Canaán son las tierras que prometió Dios a Abraham por heredad, para toda su descendencia a través de Isaac su hijo de la promesa.

A Cus lo relacionaremos con la región de  Etiopía, de donde sería originaria la mujer de Moisés, aquella que fue objeto de las críticas de María y Aarón, en el desierto. De Cus nacerá Nimrod, quien más adelante será un poderoso sobre la tierra.

Por el historiador judío Flavio Josefo indagaríamos que Fut vendría a ser lo que conocemos por Libia.

Y por último, pero el más relevante, tocante a la doctrina del pecado, tenemos a Mizraim, del que nacerá una poderosa nación muy conocida que es Egipto, cuna de la idolatría y lugar del alzamiento del hombre como si fuera un dios.

Dos generaciones bastaron, pues, para que el hombre volviera al estado pecaminoso que lo llevó a morir en el diluvio.

Debemos reconocer que nos cuesta bien poco hacer las cosas mal, tanto así que, para pecar, sólo basta con no hacer nada.
Pues ya lo dijo Santiago:

"y al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado."
Santiago 4:17

Sabemos ya cómo y dónde se originó el pecado, qué consecuencias tiene para con el hombre y la imposibilidad de éste de dejar de pecar.

Ahora bien, el hombre por sí mismo no tiene forma alguna de revertir la maldición del pecado.

Es por eso que no podemos concebir la doctrina del pecado sin tener presente una doctrina mayor, que es la de la salvación.

Pues Dios que nos ama, trazó un plan de salvación para nosotros. Para que, cumpliendo con toda justicia, podamos ser hallados justificados delante de Él y recibir vida eterna.

Y Su plan se llama Cristo Jesús, Su amado Hijo unigénito entregado por nosotros, pagando Su impecable vida por la nuestra y resucitando al tercer día, derrocando así al pecado y a la muerte.

"Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro."
Romanos 6:23

Hallamos, pues, que en Cristo recibimos perdón y vida eterna. Pero, ¿Qué debemos hacer para recibirlo?

Esto mismo se preguntó un soldado a Pablo y Silas, y esta fue su respuesta:

"Ellos dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa."
Hechos 16:31

Dios demanda que confiemos en Él, depositando la fe en Su Hijo, para que por Él seamos salvos.

Y esta es una seguridad, porque Dios es Fiel y lo que promete, lo cumple.

"El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él."
Juan 3:36

Si todavía no has creído que Jesús es el Señor, muerto, resucitado y ascendido a la diestra del Padre, desde donde aguarda el día en que volverá y nos llevará con Él, hoy es el día de hacerlo y ser libre de este pecado que nos lleva a muerte.

Si ya somos creyentes, pero nos sentimos desalentados a causa de nuestra tendencia a caer siempre en los mismos errores que nos llevan a pecar, recordemos que tenemos un Padre amoroso esperando escucharnos para darnos consuelo. Sirvámonos del consejo de Juan:

"Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo. Y él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo."
1 Juan 2:1-2






















jueves, 17 de marzo de 2022

EL EVANGELIO, 1 Crónicas 1:1-4

EL EVANGELIO, 1 Crónicas 1:1-4

Adán, Set, Enós, Cainán, Mahalaleel, Jared, Enoc, Matusalén, Lamec, Noé, Sem, Cam y Jafet.
1 Crónicas 1:1-4

Sabemos, por las Escrituras, que Dios ha hablado muchas veces y de muchas maneras al hombre, revelándose desde la creación y hasta Su máxima expresión dada a nosotros, en Cristo Jesús Señor nuestro, en reconciliación con Él y para vida eterna.

Hallamos que, además del que conocemos como proto-evangelio, esto es, el primer anuncio de salvación al hombre por el Mesías enviado por Dios y anunciado en Génesis 3:15 en forma de  simiente de la mujer, también Dios dotó a los primeros hombres con la disposición especial de anunciar este mismo evangelio a través de las generaciones por medio de sus propios nombres.

De manera que cualquiera que conocía su  línea genealógica desde Adán, (cosa de que se era costumbre en el pueblo de Dios), recibía con cada nombre citado uno detrás del otro en su orden, el anuncio del Redentor que había de venir.

Y he aquí la importancia de que el autor de las Crónicas anotara los nombres de los primeros hombres desde Adán y hasta Noé, y la importancia para el pueblo judío el conocer su genealogía.

Porque contrariamente al pensamiento humano, que se cree que Dios ha encriptado Su mensaje en las Escrituras como algo escondido, a modo de geroglífico o un acertijo, como podríamos imaginar de un dios tirano en la mitología griega.  Dios no solamente ha expuesto claramente Su plan desde el principio y se ha mostrado en Su creación y en las Escrituras, sino que aún fue expuesto en los nombres de cada generación, de aquellos que iban a ser recordados desde el principio de los tiempos y hasta el fin de los días, para que no quedara nadie sin recibir el evangelio de salvación.

Porque de no haber trasliterado los nombres de pila de las primeras generaciones, sino que por su significado los hubiéramos conocido en nuestro idioma, veríamos claramente cómo desde el principio todos los hombres conocieron el evangelio de la salvación, tal y como lo resumió Pablo en su carta a los Romanos:

"Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro."
Romanos 6:23

Ya que la lectura resultante de los significados de los nombres desde Adán y hasta Noé, recitados en su orden vienen a decir lo siguiente:

"El hombre se ha establecido en la muerte. Pero el Bendito Dios descenderá del cielo, se dará a Sí mismo y con poder traerá descanso y consuelo."

Este es el mensaje que se puede entender desde Adán hasta Noé.

Luego, después de él ya no se nombra sólo al primogénito, sino que sus tres hijos son registrados: Sem, Cam y Jafet.

Y aquí es donde se expande la bendición del evangelio, del que no se beneficiará sólo el del linaje escogido, este sería Sem, sino que a Cam y a Jafet les alcanzará el reposo por medio del evangelio.

Porque el significado de sus nombres también es relacionable con el evangelio extraído hasta Noé, y es que los tres en este orden: "Sem, Cam y Jafet", vienen a significar: "Nombre, Siervo y Que Dios expanda", lo que sugiere una alusión directa a la expansión de la gracia de Dios de los judíos a toda la humanidad y a la gran comisión.

Así se anunció y así se ha cumplido, en parte con la primera venida del Señor, para perdón y vida eterna en su muerte y resurrección al tercer día, y se cumplirá definitivamente con Su segunda venida, cuando descienda en toda Su gloria a reinar con paz y justicia sobre todas las naciones.

Claro es que no todos tendrán paz, sino aquellos que habiendo escuchado el evangelio, lo reciban y reconozcan que sólo por medio del Señor Jesucristo es alcanzable la salvación y la justificación en Él delante de Dios.

Vemos que Dios no condena a nadie injustamente. Porque, igual que en tiempos de Noé a todos les llegó el mensaje y lo rechazaron, así muchos rechazarán al Señor para su perdición.

Pero nosotros estamos llamados a expandir el mensaje de salvación a todo el mundo, sin acepción por raza o nación, del mismo modo que a Dios le ha placido extender la gracia a toda la humanidad.

Pues si erróneamente quisimos excusarnos por no cumplir la ordenanza de expandir el evangelio, apoyándonos en la idea de que Dios de antemano condenó bajo las aguas a todos los hombres aún sin que les hubiera llegado el aviso de Noé, ya nos ha quedado claro que no hubo nadie de los de allá que no supieran... Todos conocían la genealogía de Adán, ya que él llegó a vivir hasta conocer a Lamec y poco antes de que Noé naciera.

Ya no tenemos excusa, en Cristo hallamos paz y vida eterna, no le privemos esta bendición a otros.

"Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén."
Mateo 28:18-20






















ACTITUD VICTORIOSA, 2 Crónicas 20:15-17

ACTITUD VICTORIOSA, 2 Crónicas 20:15-17 Y dijo: Oid, Judá todo, y vosotros moradores de Jerusalén , y tú, rey Josafat. Jehová os dice así: N...