miércoles, 6 de octubre de 2021

LOS BURLADORES DE LA LEY, Deut. 29:16-21.


LOS BURLADORES DE LA LEY, Deuteronomio 29:16-21.

"Porque vosotros sabéis cómo habitamos en la tierra de Egipto, y cómo hemos pasado por en medio de las naciones por las cuales habéis pasado; y habéis visto sus abominaciones y sus ídolos de madera y piedra, de plata y oro, que tienen consigo. No sea que haya entre vosotros varón o mujer, o familia o tribu, cuyo corazón se aparte hoy de Jehová nuestro Dios, para ir a servir a los dioses de esas naciones; no sea que haya en medio de vosotros raíz que produzca hiel y ajenjo, y suceda que al oír las palabras de esta maldición, él se bendiga en su corazón, diciendo: Tendré paz, aunque ande en la dureza de mi corazón, a fin de que con la embriaguez quite la sed. No querrá Jehová perdonarlo, sino que entonces humeará la ira de Jehová y su celo sobre el tal hombre, y se asentará sobre él toda maldición escrita en este libro, y Jehová borrará su nombre de debajo del cielo; y lo apartará Jehová de todas las tribus de Israel para mal, conforme a todas las maldiciones del pacto escrito en este libro de la ley."
Deuteronomio 29:16-21

REFLEXIÓN:

Porque para eso Dios les mostró una larga exposición de idolatría en su paso por las naciones paganas. Para que, hastiados de sus malas costumbres, supieran valorar la Santidad y abominar lo pagano.

No obstante en el corazón del pueblo aún parecía latir algún vestigio de lo que se absorbió en Egipto.

A este reminiscente activo van claramente dirigidas las advertencias. Las deja caer Moisés con todo su peso, sobre los burladores de la ley, los que creen que el amén, citado en cada párrafo orado entre los montes, les da carta blanca para  mantenerse en su duro corazón beneficiándose de las bondades de pertenecer al pueblo de Dios, juntamente con los que le obedecen.

APLICACIÓN:

Uno no se hace burlador de la ley por ignorancia, sino que con pleno conocimiento, en su duro corazón maquina la fórmula de como zafarse de ella, aparentando ante los demás que la guarda.

Los mayores burladores, en el tiempo en que Jesús habitó entre los hombres, fueron los fariseos. Quienes, en representación de la nación de Israel y con libre acceso al estudio de las Escrituras, eran los que mejor las conocían y quienes daban el visto bueno a los intérpretes de la ley, según lo que se tenía que dar a entender al pueblo, tocante a la aplicación de la Palabra de Dios.

Y el Señor Jesús, que conocía muy bien sus corazones, se mostró especialmente incisivo contra ellos, siendo que en una de ellas les espetó:

"Entonces les dijo: Vosotros sois los que os justificáis a vosotros mismos delante de los hombres; mas Dios conoce vuestros corazones; porque lo que los hombres tienen por sublime, delante de Dios es abominación."
Lucas 16:15

Pero no fue hasta que los fariseos se atrevieron a renegar de forma pública y abierta que Jesús fuera el Mesías, que el Señor les sentenció:

"El que no es conmigo, contra mí es; y el que conmigo no recoge, desparrama. Por tanto os digo: Todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres; mas la blasfemia contra el Espíritu no les será perdonada. A cualquiera que dijere alguna palabra contra el Hijo del Hombre, le será perdonado; pero al que hable contra el Espíritu Santo, no le será perdonado, ni en este siglo ni en el venidero."
Mateo 12:30-32

Pues en esta sentencia pudiera verse asomar como las maldiciones advertidas entre Ebal y Gerizim les estaban cayendo en cada palabra que Jesús usaba mientras decía: "no le será perdonado, ni en este siglo ni en el venidero".

Porque ¿qué mayor blasfemia contra el Espíritu Santo, que un acto tan incrédulo como el negar al mismo Dios, teniéndolo delante de sus propias narices, y habiendo visto con sus propios ojos como fue dando milimétrico cumplimiento a todas y cada una de las señales Mesiánicas profetizadas en lo ancho y largo de las Escrituras? No, ellos no le negaron por ignorancia, sino que sabían de sobras que si el Mesías tomaba su trono, ellos perderían toda influencia que se habían estado trabajando por siglos, hasta conseguirlo durante el dominio del Imperio Romano.

ACCIÓN:

La lectura y meditación de hoy me lleva a hacerme la siguiente pregunta: ¿Cuál es la motivación que me lleva a identificarme entre la membresía del cuerpo de Cristo?

Y mientras me pregunto, puedo recordar a un Nicodemo recibiendo estas palabras del Señor Jesucristo:

"Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios."
Juan 3:3

Mi respuesta, si es que he gustado de la experiencia del nuevo nacimiento en Cristo, debería asemejarse a las palabras de Pablo, con las que cierro mi reflexión:

"Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí. No desecho la gracia de Dios; pues si por la ley fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo."
Gálatas 2:20-21













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