CONCLUYENDO UNA ETAPA, Deuteronomio 31:1-6.
Fue Moisés y habló estas palabras a todo Israel, y les dijo: Este día soy de edad de ciento veinte años; no puedo más salir ni entrar; además de esto Jehová me ha dicho: No pasarás este Jordán. Jehová tu Dios, él pasa delante de ti; él destruirá a estas naciones delante de ti, y las heredarás; Josué será el que pasará delante de ti, como Jehová ha dicho. Y hará Jehová con ellos como hizo con Sehón y con Og, reyes de los amorreos, y con su tierra, a quienes destruyó. Y los entregará Jehová delante de vosotros, y haréis con ellos conforme a todo lo que os he mandado. Esforzaos y cobrad ánimo; no temáis, ni tengáis miedo de ellos, porque Jehová tu Dios es el que va contigo; no te dejará, ni te desamparará.
Deuteronomio 31:1-6
REFLEXIÓN:
Se marcaba el fin de una etapa. El pueblo dejaba la nube de Dios y Su sustento en el desierto, pero pasaban a una etapa mejor.
Asimismo a Moisés se le cerraba no una, sino dos etapas: su labor pastoral y su propia vida terrenal.
Luego también le quedó aceptar que en la conclusión de sus pasos no llegaría a pisar la tierra prometida. Sirvió el ejemplo para las postreras generaciones, de manera que se entendiera que la incredulidad hace pagar un costo muy elevado.
No solamente para los incrédulos, en sí, los encaminados a la perdición , sino incluso para un siervo de su talla, a quien Dios usó de tamaña manera como para tomar el mando de toda una generación errante y rebelde y aún guiar y preparar a sus hijos para la toma de la tierra donde su pie ya no iba a poder llegar.
Les recuerda, pues , todos los mandamientos, les recopila en la memoria todos los acontecimientos que marcan su identidad como pueblo de Dios y les encamina hacia una nueva etapa instándoles continuamente a mantenerse en santidad, en obediencia a Dios.
Pasado el tiempo y cerrada la etapa del antiguo pacto hacia uno nuevo en Cristo Jesús, nació la iglesia. Doce fueron los apóstoles y el rezagado, Pablo, los fundamentos, los pilares de los que conformamos el cuerpo de Cristo.
Pablo tuvo un llamado especial y más concreto con respecto al resto de los apóstoles. Siendo él un aférrimo perseguidor de la iglesia, Saulo se llamaba, el Señor se le presentó justo en una de esas en que se dirigía a por más reos cristianos, de camino a Damasco. Allá Él lo transformó.
Desde entonces ya no fue más Saulo, sino Pablo, el fiel siervo de Jesucristo, nombrado apóstol a los gentiles, pilar fundamental juntamente con los 12 (contando a Matías, escogido por suertes en el aposento alto).
Su papel fue fundamental en la cimentación de la iglesia y en su defensa contra las falsas doctrinas, caracterizándose por su ardua lucha contra los judaizantes.
Pero como a todos, a Pablo le llegaba el final de su etapa. ahora debería reconvenir a otros para la intensa labor pastoral y apologética que se continuaría llevando a cabo tras él, conforme la voluntad de Dios así lo dispuso, y así aconsejó en su segunda carta a Timoteo:
"Retén la forma de las sanas palabras que de mí oíste, en la fe y amor que es en Cristo Jesús. Guarda el buen depósito por el Espíritu Santo que mora en nosotros."
"Tú, pues, hijo mío, esfuérzate en la gracia que es en Cristo Jesús. Lo que has oído de mí ante muchos testigos, esto encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros. Tú, pues, sufre penalidades como buen soldado de Jesucristo."
"Huye también de las pasiones juveniles, y sigue la justicia, la fe, el amor y la paz, con los que de corazón limpio invocan al Señor."
"También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos."
"Pero persiste tú en lo que has aprendido y te persuadiste, sabiendo de quién has aprendido;"
"Porque yo ya estoy para ser sacrificado, y el tiempo de mi partida está cercano. He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida."
(2 Timoteo 1:13-14, 2:1-3 y 22, 3:1 y 14, y 4:6-8.)
APLICACIÓN:
Etapas, y éstas también forman parte en la iglesia, en cada uno de los miembros del cuerpo de Cristo, conforme a su desarrollo en Él y a su crecimiento conforme a la perfección de Cristo.
Sucede que a veces no queremos dejar atrás una etapa para continuar con la que le sigue, nos aferramos a lo que fue y no nos permitimos seguir madurando, sabiendo que con la madurez se adquiere mayor conocimiento y por ello, mayor responsabilidad en aplicar lo aprendido.
Por este motivo hubo alguien que tuvo que escribir una carta a los creyentes Hebreos de la dispersión, quienes habiendo creído en Jesús como el Mesías y habiéndolo aceptado por Señor y Salvador, después de haber experimentado el nuevo nacimiento, aún pasaron décadas viviendo conforme a sus antiguas costumbres religiosas, sin molestarse en adquirir mayor conocimiento que lo que pudieron recibir durante su visita a Jerusalén en tiempos en que del aposento alto salió el mensaje de salvación a todos ellos. De estos hermanos Hebreos, el autor de la carta dice lo siguiente, tocante al evangelio :
"Acerca de esto tenemos mucho que decir, y difícil de explicar, por cuanto os habéis hecho tardos para oír. Porque debiendo ser ya maestros, después de tanto tiempo, tenéis necesidad de que se os vuelva a enseñar cuáles son los primeros rudimentos de las palabras de Dios; y habéis llegado a ser tales que tenéis necesidad de leche, y no de alimento sólido. Y todo aquel que participa de la leche es inexperto en la palabra de justicia, porque es niño;"
Hebreos 5:11-13
ACCIÓN:
Esta reflexión me lleva a preguntarme qué he aprendido en la Palabra de Dios con respecto a la semana pasada, al mes pasado y al año pasado. También si lo aprendido lo estoy poniendo en práctica o no estoy dejando concluir una etapa para continuar mi crecimiento en Cristo.
Y para concluir como es debido esta etapa, me tomo por nota el siguiente pasaje:
"Esto, pues, digo y requiero en el Señor: que ya no andéis como los otros gentiles, que andan en la vanidad de su mente, teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón; los cuales, después que perdieron toda sensibilidad, se entregaron a la lascivia para cometer con avidez toda clase de impureza. Mas vosotros no habéis aprendido así a Cristo, si en verdad le habéis oído, y habéis sido por él enseñados, conforme a la verdad que está en Jesús."
Efesios 4:17-21
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