LA VOLUNTAD DE DIOS, Deuteronomio 29:29.
Las cosas secretas pertenecen a Jehová nuestro Dios; mas las reveladas son para nosotros y para nuestros hijos para siempre, para que cumplamos todas las palabras de esta ley.
Deuteronomio 29:29
REFLEXIÓN:
(Cuando alguien busca una revelación externa a lo ya revelado, es que no le vale lo revelado.)
Dios es sumamente generoso, pues en su gran misericordia se ha prestado a revelarse al hombre de una forma muy extensa, ofreciéndonos Su palabra.
Escrita por hombres, inspirada por Él, va plasmando de principio a fin el carácter, los atributos, las obras y el plan de Dios para con la humanidad.
Dios es ilimitable en todas Sus cosas. Por lo que da su revelación con medida, según nuestro entendimiento lo pueda asimilar. Y conforme es Su sabiduría, ha tenido a bien que sólo conozcamos una parte de Su voluntad, y esa sea la que obedezcamos, mientras andamos en este mundo.
Dios ha creado al hombre con capacidad de investigar por tal de descubrir y ampliar más su conocimiento.
La tarea se complica cuando las cuestiones a resolver se centran en la mente de Dios.
Insondable, exclusiva y reservada. Por Su magnificencia, no existiendo Omnisciente igual a Él, Dios mantiene en secreto cosas que jamás podremos llegar a saber, nos reserva el día en que podamos llegar a conocer lo que nuestra mente natural no puede asimilar en lo corruptible y nos descubre lo relacionado con Su voluntad revelada, por boca de Pablo, y con motivo del nacimiento de la iglesia.
Misterios que los antiguos jamás pudieron llegar ni a imaginar, se revelaron juntamente con la iglesia, otro gran misterio que a Dios le plació reservar hasta que les fue dado el Espíritu Santo a habitar en cada uno de los del aposento alto, diez días después de la ascensión del Señor Jesucristo a la diestra del Padre.
Y para tal menester quiso Dios llamar a Saulo, el perseguidor de Su iglesia. Presentándosele el Señor de camino a Damasco, lo transformó, hizo de él un hombre nuevo con una nueva identidad en Cristo y con un nuevo nombre atestiguando la evidencia de su nueva vida en Él.
Fue Pablo el escogido por Dios para dar a conocer los misterios tocantes a la iglesia, a los últimos días de ella en la tierra y al papel de Israel durante y después de la estancia de la iglesia en este mundo.
Él mismo dice así, de los misterios de Dios:
"¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos! Porque ¿quién entendió la mente del Señor? ¿O quién fue su consejero? ¿O quién le dio a él primero, para que le fuese recompensado? Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén."
Romanos 11:33-36
APLICACIÓN:
Toda revelación ha sido dada y escrita en Su palabra.
Desde Moisés hasta Juan, pasando por el resto de participantes en la Escritura, fueron recibiendo, cada uno en su medida, una dosis de revelación de Dios, conforme a Su voluntad y a la capacidad asimilativa de la mente humana, según su experiencia en este mundo.
Craso error será pensar que las primeras revelaciones y las experiencias vividas de los antiguos que precedieron a la iglesia, no tienen parte ni función para con su edificación y perfeccionamiento. Por ello es que Pablo ha de incidir alentando a una conciliación entre los creyentes judíos y los gentiles habitantes en Roma:
"Porque las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron, a fin de que por la paciencia y la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza."
Romanos 15:4
Así que la voluntad de Dios es que obedezcamos a lo revelado, para que en esa obediencia a Él le plazca revelarnos Su gloriosa presencia en la eternidad, según nos ha prometido la vida eterna en Cristo a todo aquel que hemos creído en Su obra redentora en la cruz del Calvario, y lo hemos reconocido como Señor y Salvador nuestro.
Por lo tanto, también podemos decir que no hay ya más revelación de Dios que la que disponemos a través de Su palabra, y hasta que andemos en Su presencia y toda la creación sea hecha nueva.
Siendo así, tenemos el deber de desechar todo mensaje externo a las Escrituras que sugiera una nueva revelación Divina no descrita en Su Palabra.
En este sentido, Pablo es muy tajante para con los hermanos de Galacia, quienes habían estado prestando oídos a los que seducen con supuestas nuevas revelaciones como si de Dios vinieran, sentenciando tajantemente:
"Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente. No que haya otro, sino que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo. Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema. Como antes hemos dicho, también ahora lo repito: Si alguno os predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema."
Gálatas 1:6-9
Porque hay que reconocer que quien busca, encuentra. El que busca la voluntad de Dios la halla en Su palabra, mas el que busca otra cosa, va a encontrar alejamiento de Él, persiguiendo un anatema.
ACCIÓN:
He aquí mi disposición a la obediencia. Que, mediante esta lectura y su reflexión, quiero hacer memoria de las veces que he intentado jugar a los detectives, lupa en mano, por tal de descubrir "algo nuevo" de entre las letras de la perfecta, clara y completa palabra de Dios.
¡Jactancia, la mía, de pretender hallar de más, por sobre lo escrito y que aún no he obedecido!
Y si, por si acaso, me vaya a dejar embelesar por aquél que dice ser profeta, sírvame este texto de advertencia y aliento:
"Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo. Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad, y vosotros estáis completos en él, que es la cabeza de todo principado y potestad."
Colosenses 2:8-10
Señor, Dios Todopoderoso, y Padre Amado. Gracias por Tu perfecta palabra que me enseña y me confronta para mi corrección y perfeccionamiento en Cristo. Te pido perdón por mi desfachatez al pretender buscar saber de más, cuando aún me queda tanto por asimilar de Tu voluntad revelada, y tanto que obedecer. Padre Amado, sea aumentada mi fe y séame dada la sabiduría necesaria para reconocer Tu voluntad y obedecerla, para que mis pasos sean encaminados cada vez más en el carácter de Cristo. Y como dijo David en uno de sus ruegos: "Enséñame a hacer Tu voluntad, Tu buen Espíritu me guié a tierra de rectitud".
Gracias, Amado Padre celestial, en el nombe de Tu precioso Hijo y mi Señor Jesucristo, amén.
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