IDENTIDAD, Deuteronomio 31:10-13
Y les mandó Moisés, diciendo: Al fin de cada siete años, en el año de la remisión, en la fiesta de los tabernáculos, cuando viniere todo Israel a presentarse delante de Jehová tu Dios en el lugar que él escogiere, leerás esta ley delante de todo Israel a oídos de ellos. Harás congregar al pueblo, varones y mujeres y niños, y tus extranjeros que estuvieren en tus ciudades, para que oigan y aprendan, y teman a Jehová vuestro Dios, y cuiden de cumplir todas las palabras de esta ley; y los hijos de ellos que no supieron, oigan, y aprendan a temer a Jehová vuestro Dios todos los días que viviereis sobre la tierra adonde vais, pasando el Jordán, para tomar posesión de ella.
Deuteronomio 31:10-13
REFLEXIÓN:
(Con el paso del tiempo las historias de las naciones se retocan, renegando o alterando de tal manera un acontecimiento pasado que ya no solamente se cambió la historia, sino su propia identidad.)
Cada nación del mundo tiene una constitución que marca una legislación propia, acorde con su identidad. Cuando la base constitucional cambia, sea para bien o para mal, esto implica una alteración en la memoria histórica, siendo que lo que antes se podía practicar ya no se puede, o viceversa. Implicando un antes y un después en un área específica que a la larga puede trascender a todo un legado cultural, que se irá pormenorizando en su valor histórico según se halle el conflicto entre sus prácticas y la nueva ordenanza constitucional.
Pero existe una nación en todo el mundo cuya historia no puede ser cambiada, ya que quedó a la vista de todos, plasmada en la palabra de Dios, sus acontecimientos referentes juntamente con su ley, la cual proviene de Dios.
Y es que Israel es la única patria que aún en medio de la dispersión, deportados, esclavizados o adaptados a otras naciones, ha conseguido mantener un idioma, una cultura y un credo propios. De manera que un judío sito en Rusia puede encontrarse con uno que habita en Zimbabwe, comunicarse y congregarse como si se conocieran de toda la vida, coincidiendo en costumbres e incluso en su alimentación.
A veces el idioma falla, pero si sus leyes se mantienen, mantienen también su identidad.
Esto no es mérito de hombre, porque él mismo tiene alterada su percepción del bien y del mal, y esto le influye en alterar también su historia, amoldándola a un nuevo sistema legal acorde a su estilo de vida.
Sino que Dios ha hecho preservar Su palabra en el pasar de los tiempos: "El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán." (Mt. 24:35).
Así que por ordenanza de Dios, el pueblo se tendría que reunir al completo cada siete años en un acto de conmemoración de la Ley, citando uno a uno los mandatos, por si acaso existiera alguien que pudiera decir "a mí nadie me habló de ésto".
APLICACIÓN:
La mala memoria del ser humano no radica en su incapacidad por memorizar, sino en su selectividad en lo que retiene en su memoria.
Sabiendo esto Dios, en Su gran misericordia, se ha hecho accesible al hombre a través de Su palabra y a través de la manifestación completa de Su deidad en la persona del Hijo, el Señor Jesucristo.
La Palabra nos mantiene la identidad: quienes somos, de dónde venimos y cuál es nuestro propósito en la vida.
Y si por la Palabra conocemos que el pecado nos aparta de Dios, es la misma Palabra que nos reconcilia con Él en Cristo, devolviéndonos el título de hijos de Dios que un día perdió Adán, en el fatídico momento en que decidió desobedecer a su Creador.
Cuando uno ha creído que Jesús es el Señor y lo ha aceptado como Salvador en su corazón, una nueva identidad se posa en él. Y habiendo sido constituído morada del Espíritu Santo desde el primer momento de su conversión, Él va a ser Quien se ocupa de enseñar y recordar el sino que une a todo Cristiano en un mismo cuerpo en Cristo y un mismo sentir en el Espíritu.
"Os he dicho estas cosas estando con vosotros. Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho. La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo."
Juan 14:25-27
Tenemos por regla que si la identidad de Israel ha sido preservada y continúa siéndolo por voluntad de Dios en Su soberanía, aún en medio de desobediencias, cuánto más la identidad de la iglesia de Cristo, la cual es sellada con el Espíritu Santo de Dios, quien jamás permitirá que nos sea arrebatada.
Claro, la pregunta del millón, para todo incrédulo es: ¿Y cuál es la identidad del cristiano?
El cristiano, por gracia de Dios, por medio de la fe en el Señor Jesucristo, es una nueva criatura diferente a lo que fué hasta el momento de su conversión, quedando desligado de toda esclavitud de pecado y puesto en la familia de Dios, Quien ahora es su Padre.
"Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios;"
"De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas."
"Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre! Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo."
(Juan 1:12, 2 Corintios 5:17 y
Gálatas 4:6-7)
ACCIÓN:
Después de esta reflexión, y recordando cuántas veces he escuchado del hermano Samuel Pérez Millos decir, "la identidad del cristiano no trata de hablar de Cristo, sino de vivir a Cristo".
Al momento afloran en mi memoria estas palabras de Pablo:
"Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí."
Gálatas 2:20
Cerraré hoy con una pregunta introspectiva: ¿Cuál es mi identidad?
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