TROPIEZO Y ENGAÑO, Deuteronomio 27:18
Maldito el que hiciere errar al ciego en el camino. Y dirá todo el pueblo: Amén.
Deuteronomio 27:18
REFLEXIÓN:
(Porque el cobarde malicioso se envalentona ante el más débil, sabiendo que éste no se le volverá en contra, ni aún se dará cuenta del agravio, para poder defenderse.)
Bien lo ordenaba el Señor en el tiempo en que fueron ordenados los sacerdotes de la tribu de Leví y fueron dadas las instrucciones al pueblo de cómo mantenerse consagrado a Dios.
"No maldecirás al sordo, y delante del ciego no pondrás tropiezo, sino que tendrás temor de tu Dios. Yo Jehová."
Levítico 19:14
Maldecir a un sordo, sabiendo que él jamás escuchará lo que le hayan dicho, al igual que poner tropiezo a un ciego, ya reflejan fielmente cómo es que actúa Satanás contra el hombre.
Por lo que cualquier hombre que esto hace se está haciendo partícipe de las retorcidas maniobras del adversario por tal de frustrar el eterno plan de Dios para con la humanidas y para con toda Su creación.
Pero no solamente implica una acción premeditada o con mala intención. Sino que el mismo descuido o dejadez a la hora de atender atentamente al invidente puede dar lugar a hacerlo errar en el camino.
Se puede decir que el ciego carece de la información completa de todo el escenario. Faltándole la vista, se está viendo ausente de unos datos muy valiosos que atañen a la movilidad y a las necesidades básicas del día a día.
El invidente es capaz de memorizar recorridos y ubicaciones concretas conforme los descubre y repite un día tras otro. La dificultad viene cuando ha de aventurarse hacia una nueva ruta o labor que requiere de una previa guía o acompañamiento.
En este caso el lazarillo se hace imprescindible, aunque sea para la primera incursión, para que el que no ve pueda centrarse en los detalles importantes y generales del proceso, por medio de sus otros sentidos.
APLICACIÓN:
Existe un refrán que dice: "El que no sabe es como el que no ve", el cual se viene a referir que el desconocimiento o la ignorancia mantienen en un campo de visión reducido al hombre. Abriéndose éste en la medida en que se va ampliando el aprendizaje y la capacidad de entender las cosas.
En el ámbito espiritual, en la vida de un creyente, no podemos tomar el sentido de la ceguera como un desconocimiento total de Cristo, puesto que de Él hemos sido conocedores de lo más importante para la vida, que es la salvación por gracia, que es redención por medio de su sacrificio en la cruz del Calvario y de su resurrección, la vida eterna. Por tanto, por cuanto hemos sido hechos moradas del Espíritu Santo, somos portadores de Su luz.
Pero sí es cierto que el nuevo nacimiento en Cristo no implica un despliegue total de sabiduría de Dios ni de conocimiento en la vida práctica de la fe cristiana.
Y aunque de neófitos pudimos experimentar una protección especial del Padre para con nosotros, hasta que comenzamos a entender el caminar en Cristo, la ingenuidad ante nuestra nueva vida nos hacía caminar como pequeños ciegos, apoyándonos en cualquiera que se hace llamar hermano confiando que por ellos íbamos a ir bien encaminados en el Señor.
Reconozco haber caído en diversos errores por haber dado crédito a interpretaciones y consejos de hermanos mayores y hasta de falsos maestros, sin haberlos contrastado antes con la infalible y perfecta Palabra de Dios.
Por este mismo motivo ya quedamos advertidos por el apóstol Pablo, apelando a que no prestemos atención a quienes no debemos escuchar para no ir tropezando y desviando nuestro camino.
"Mas os ruego, hermanos, que os fijéis en los que causan divisiones y tropiezos en contra de la doctrina que vosotros habéis aprendido, y que os apartéis de ellos. Porque tales personas no sirven a nuestro Señor Jesucristo, sino a sus propios vientres, y con suaves palabras y lisonjas engañan los corazones de los ingenuos. Porque vuestra obediencia ha venido a ser notoria a todos, así que me gozo de vosotros; pero quiero que seáis sabios para el bien, e ingenuos para el mal."
Romanos 16:17-19
Y como ninguno en la iglesia estamos exentos de contribuir el ser tropiezo al débil por dejadez o descuido en nuestra libertad en Cristo, Pablo deja plasmadas estas palabras a los hermanos de Corinto que más adelante nos sirve de aplicación a nuestras vidas:
"Pero mirad que esta libertad vuestra no venga a ser tropezadero para los débiles. Porque si alguno te ve a ti, que tienes conocimiento, sentado a la mesa en un lugar de ídolos, la conciencia de aquel que es débil, ¿no será estimulada a comer de lo sacrificado a los ídolos? Y por el conocimiento tuyo, se perderá el hermano débil por quien Cristo murió. De esta manera, pues, pecando contra los hermanos e hiriendo su débil conciencia, contra Cristo pecáis."
1 Corintios 8:9-12
ACCIÓN:
Después de esta palabra que me confronta, resuelvo en tratar de hacer memoria de tantas veces me he excedido en mis libertades, al aconsejar a hermanos neófitos demasiado relajadamente, sin llevarles primero al conocimiento de la Palabra de Dios, la cual es la perfecta guía.
Asimismo me adentro en autoexamen anotando toda aquella forma de comportarme ante los incrédulos y ante los hermanos débiles, que puedan servir como tropiezo o desvío en cuanto al evangelio y al vivir la fe en Cristo.
Concluyo dejando este verso a modo de antídoto contra la ceguera y la propensión a ser engañado:
"Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino."
Salmos 119:105
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