miércoles, 22 de septiembre de 2021

FIRME COMPROMISO, Deut. 26:17-19


FIRME COMPROMISO, Deuteronomio 26:17-19

Has declarado solemnemente hoy que Jehová es tu Dios, y que andarás en sus caminos, y guardarás sus estatutos, sus mandamientos y sus decretos, y que escucharás su voz. Y Jehová ha declarado hoy que tú eres pueblo suyo, de su exclusiva posesión,como te lo ha prometido, para que guardes todos sus mandamientos; a fin de exaltarte sobre todas las naciones que hizo, para loor y fama y gloria, y para que seas un pueblo santo a Jehová tu Dios, como él ha dicho.
Deuteronomio 26:17-19

REFLEXIÓN:

Claramente y sin dilaciones, se abre una declaración solemne que compromete firmemente a la obediencia y sujección, del pueblo, y su exclusividad de pertenencia a Dios.

La formalización de esta declaración de intenciones reafirma definitivamente, por si aún quedaran dudas, que de Abraham hizo nacer al pueblo que Dios quiso tener, y que tiene, según Su soberana voluntad.

Por lo cual el pueblo, siendo de su pertenencia exclusiva, va a tener que demostrar la reciprocidad del compromiso conforme al propósito que Dios tiene para con éste.

Pero la fidelidad del hombre se diluye muy fácilmente, siendo que, si aún con Josué presente, se dieron las transgresiones, en mayor medida se irían sucediendo más tarde, tras su muerte, en un largo periodo de dejadez y ensimismamiento.

A pesar de ello, Dios no rompe sus promesas. Su compromiso es firme y verdadero, por lo que va a continuar tratando con Su pueblo durante el transcurso de la historia y hasta el fin de los tiempos.

APLICACIÓN:

Cuando aceptamos a Jesús como  Salvador nuestro, estamos declarándolo Señor y dueño de nuestra vida. Conforme Él pone sobre nosotros Su vida, dándonos una nueva identidad en Él, adoptados como hijos de Dios.

Este es un pacto de valor eterno que atañe a una relación personal, íntima y familiar entre ambas partes.

Debemos reconocer que nuestra fidelidad a Dios brilla muchas veces por su ausencia. Es por ello que Él no hace recaer mérito alguno sobre nuestras obras, en cuanto a la salvación se refiere y a la identidad que nos ha sido dada en Cristo.

Si fuéremos infieles, él permanece fiel; El no puede negarse a sí mismo.
2 Timoteo 2:13

Secularmente hablando, citando a Aristóteles: "El hombre es dueño de sus silencios y esclavo de sus palabras".

Esto sugiere la dificultad humana en cumplir con su propia palabra, pues ya no digamos con la Palabra de Dios. Y en Su Palabra leemos qur Salomón escribe el siguiente consejo:

"Cuando a Dios haces promesa, no tardes en cumplirla; porque él no se complace en los insensatos. Cumple lo que prometes. Mejor es que no prometas, y no que prometas y no cumplas. No dejes que tu boca te haga pecar, ni digas delante del ángel, que fue ignorancia. ¿Por qué harás que Dios se enoje a causa de tu voz, y que destruya la obra de tus manos?"
Eclesiastés 5:4-6

¡Gracias a Dios que nos ha puesto como habitáculo del Espíritu Santo, para que nos guíe y nos vaya santificando según Su voluntad! De lo contrario, estaríamos perdidos y totalmente atrapados bajo el gobierno de nuestra carne.

ACCIÓN:

En lo personal me hago la siguiente pregunta, a la cual te invito que te unas, para responderla a título introspectivo:

¿Qué quedó de aquel compromiso adquirido con el Padre?

Ultimando mi reflexión, para tener presente mi actitud en consonancia con los dichos de mi boca o según mi identidad en Cristo, me asiré de este apunte de Juan:

"Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad; pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado."
1 Juan 1:6-7

Sólo queda rememorar y retomar aquella  palabra comprometida con Dios, para cumplirla, la que buenamente se pueda sin contrariar la voluntad de Dios, y para entregar al Padre las otras promesas que hicimos, desmesuradamente y por ignorancia, en pos de una restaurada y más estrecha relación con Él. 












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