martes, 7 de septiembre de 2021

CONFRATERNIZAR POR LEY, Deut. 22:1-4


CONFRATERNIZAR POR LEY, Deuteronomio 22:1-4 

Si vieres extraviado el buey de tu hermano, o su cordero, no le negarás tu ayuda; lo volverás a tu hermano. Y si tu hermano no fuere tu vecino, o no lo conocieres, lo recogerás en tu casa, y estará contigo hasta que tu hermano lo busque, y se lo devolverás. Así harás con su asno, así harás también con su vestido, y lo mismo harás con toda cosa de tu hermano que se le perdiere y tú la hallares; no podrás negarle tu ayuda. Si vieres el asno de tu hermano, o su buey, caído en el camino, no te apartarás de él; le ayudarás a levantarlo.
Deuteronomio 22:1-4 

REFLEXIÓN: 

Esta ley refuerza la confraternización entre paisanos, a la par que mantiene a raya el codiciar los bienes ajenos. 

Ayuda a aplicar correctamente el mandamiento "amarás a tu prójimo como a ti mismo", por cuanto les lleva a tener que ponerse en la situación de quien ha extraviado su bien. 

Muy probablemente en la actualidad no sepamos valorar, ni por asomo, lo que suponía en ese entonces tener un buey o un asno. Ya que para ellos significaba más que un animal doméstico, sino también el único medio para transportar personas o cosas de los que no todos podían disponer. Les era necesario, también, para los trabajos del campo como lo es arar la tierra, algo muy necesario para obtener una buena cosecha. 

Así que de no existir esta ley, cualquiera se vería tentado a adueñarse de un asno o un buey que andaran descuidados de su dueño. Mas en la vigencia de este mandato, uno se veía cuanto menos, obligado a retener el animal hasta que llegara el dueño, ejercicio que podía extenderse por largos días... Claro, tocaba pues, mantener al animal. Tarea que le llevaría sí o sí a empatizar con el prójimo. 

APLICACIÓN: 

Ya lo dejó bien claro el Señor, cuando le preguntaron por el mayor de los mandamientos: 

"Entonces los fariseos, oyendo que había hecho callar a los saduceos, se juntaron a una. Y uno de ellos, intérprete de la ley, preguntó por tentarle, diciendo: Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la ley? Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas."
Mateo 22:34-40 

Por lo que se hace vital la premisa del amor, no solo a Dios, en primer lugar y sobre todas las cosas, sino también al prójimo como si se tratara de uno mismo. 

Y así mismo se lo hace recordar Pablo a los creyentes en Roma: 

"No debáis a nadie nada, sino el amaros unos a otros; porque el que ama al prójimo, ha cumplido la ley. Porque: No adulterarás, no matarás, no hurtarás, no dirás falso testimonio, no codiciarás, y cualquier otro mandamiento, en esta sentencia se resume: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. El amor no hace mal al prójimo; así que el cumplimiento de la ley es el amor."
Romanos 13:8-10 

Claro, pero ahora está la cuestión: ¿Quién es mi prójimo? Bueno, esta misma pregunta ya se hizo antes, y el Señor la respondió de esta manera: 

"Respondiendo Jesús, dijo: Un hombre descendía de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de ladrones, los cuales le despojaron; e hiriéndole, se fueron, dejándole medio muerto. Aconteció que descendió un sacerdote por aquel camino, y viéndole, pasó de largo. Asimismo un levita, llegando cerca de aquel lugar, y viéndole, pasó de largo. Pero un samaritano, que iba de camino, vino cerca de él, y viéndole, fue movido a misericordia; y acercándose, vendó sus heridas, echándoles aceite y vino; y poniéndole en su cabalgadura, lo llevó al mesón, y cuidó de él. Otro día al partir, sacó dos denarios, y los dio al mesonero, y le dijo: Cuídamele; y todo lo que gastes de más, yo te lo pagaré cuando regrese. ¿Quién, pues, de estos tres te parece que fue el prójimo del que cayó en manos de los ladrones? El dijo: El que usó de misericordia con él. Entonces Jesús le dijo: Ve, y haz tú lo mismo."
Lucas 10:30-37 

Así que ya tenemos la respuesta. Y si queremos usarnos de un refrán popular, para entenderlo mejor, tenemos: "Haz el bien y no mires a quién", aunque también podemos usarnos de la Palabra que nos dice "No te niegues a hacer el bien a quien es debido, Cuando tuvieres poder para hacerlo", en Proverbios 3:27. 

Tenemos pues que, aunque el mandamiento en sí estaba dirigido en exclusiva al pueblo Hebreo, de él podemos extraer la enseñanza que nos deja, ya no en la literalidad del asunto, sino en el propósito de Dios para con éste, en ejercicio del amor al prójimo. 

ACCIÓN: 

Buscando en cómo aplicar esta Palabra a mi vida, hallo la confrontación tan pronto me da por pensar en aquellas personas con las que quizá no tengo una amistad, con las que no siento afinidad alguna o incluso con las que haya protagonizado algún desencuentro más o menos desagradable... En este caso me imagino cuál será mi actitud si de repente me cruzo por la calle con una de estas personas y aún más, estoy viendo que necesita ayuda. 

Es en este punto en mi reflexión donde tengo en mente estas palabras del Señor: 

"Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos. Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo los publicanos? Y si saludáis a vuestros hermanos solamente, ¿qué hacéis de más? ¿No hacen también así los gentiles? Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto."
Mateo 5:43-48 

Te acompaño a un viaje introspectivo, adueñándote de mi pregunta: ¿Estoy yo cumpliendo con este mandamiento del Señor Jesucristo? 

Y para cerrar, un último apunte más: 

"Y de hacer bien y de la ayuda mutua no os olvidéis; porque de tales sacrificios se agrada Dios."
Hebreos 13:16







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