EL PESO DE LA DESHONRA, Deuteronomio 27:16.
Maldito el que deshonrare a su padre o a su madre. Y dirá todo el pueblo: Amén.
Deuteronomio 27:16
REFLEXIÓN:
(Por si no había quedado claro el quinto mandamiento, que además viene acompañado de promesa de bendición: "Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da", también constará la maldición para quien no lo cumpla. )
Pues si respetar, favorecer y distinguir son sinónimos de honrar, el que deshonra a sus padres los está ofendiendo, agraviando y avergonzando.
Nadie escoge a sus padres, sino que a Dios le plació dar fruto de vida en la unión entre el hombre y la mujer, dándoles así un hijo. Hay padres responsables y descuidados, educados y groseros, solícitos o dejados en cuanto al cuidado de su progenie. Pero hallamos que, ni en el mandamiento de honrarlos ni en la maldición por deshonrarlos, existe algún tipo de distinción entre padres buenos o malos, sino que el mero hecho de ser sus progenitores los hace beneficiarios de la honra de sus hijos.
Un claro ejemplo de un hombre que deshonró a sus padres con su actitud general en la vida, fue Sansón, quien debiéndose haber guardado más que otros por su condición de nazareato puesto por Dios mismo, no le apenaba mostrar su arrogancia, dando rienda suelta a sus caprichos y devaneos sin tener para nada en cuenta la voluntad de Dios.
Pero el peso de la deshonra, que no solamente había sido hacia sus padres, sino también hacia Dios, con sus contínuas transgresiones delante de sus ojos, si bien, su nombre figura entre los conocidos como héroes de la fe en el capítulo once de Hebreos, también es verdad que acabó cayendo sobre sus hombros, no sin antes haberle dejado ciego por mano de los filisteos y usado por ellos como juguete. ( Sobre él podremos leer en el libro de Jueces, entre los capítulos 13 y 16).
APLICACIÓN:
Sea en la fase en que nos encontremos siempre podemos caer en deshonrar a un padre. No es necesario que él esté presente o en vida en esta tierra.
Porque todos, independientemente de la edad que tengamos, somos hijos, y con nuestra actitud en la vida, nuestros pensamientos hacia ellos y lo que nuestra boca expresa cuando habla de ellos, es lo que implica honra o deshonra.
El Señor Jesús vino a vivir como hombre, siendo Dios, y habiendo podido usar sus atributos Divinos, se sujetó al Padre como siervo a Su voluntad. Las Escrituras dicen que, aún siendo Dios Hijo, como hombre, tuvo que aprender obediencia por sus padecimientos -esto es muy humano, la cosa es que no nos gusta soportar la más mínima adversidad-. Igualmente podría haber desprestigiado la imagen de José, que aunque sí por adopción, no era su padre verdadero, sino Dios Padre (esto lo podemos leer en Lucas 1:35). Pero honró su nombre, de manera que muchos, donde Él vivía, le conocían como el hijo del carpintero (Mateo 13:55).
Él no tenía necesidad de pasar por ésto, siendo Dios. Sino más bien, nos dejó ejemplo con su vida terrenal para que no tengamos excusa en decir: "claro, es que Dios todo lo puede", sino que no habiendo usado de su Divinidad, creció y se sujetó a sus padres terrenales, así como a la educación intelectual, social, cultural, laboral y religiosa, en sujección con toda ley vigente en su momento y cultura.
Podemos decir que José y María han sido los padres más honrados en la historia de la humanidad. Nosotros como creyentes, aún estamos a tiempo de corregir nuestras actitudes para no deshonrar a los nuestros, estén vivos o muertos, sean cristianos o incrédulos, pues la honra empieza con el amor.
Y como Dios es amor, si nosotros no actuamos con amor con respecto a nuestros padres terrenales, ya estamos deshonrando también a nuestro Padre celestial.
ACCIÓN:
¿Qué testimonio de amor y perdón damos, pues al mundo, si después de dar a conocer el evangelio de Cristo nos dedicamos a avergonzar el prestigio y la memoria de nuestros padres? He aquí la deshonra a Dios el Padre.
El Señor Jesucristo nació, creció y se sometió como hombre en esta tierra, para sufrir como tal en la cruz del Calvario, cargando sobre sí todo el peso de la deshonra perpetrada contra el Padre desde Adán y hasta que la muerte sea destruída por el mismo Señor en su segunda venida, tras los mil años de reinado sobre la tierra.
Nosotros quedamos libres del pecado y de la muerte cuando creemos que Jesús es el Señor y que Dios lo levantó de los muertos, aceptándolo como Único Salvador y única forma de presentarnos justificados delante del Padre.
Justificados pues, por la fe, vivamos para honrar al Padre en el Hijo, sometiendo nuestra carne al Espíritu Santo, para que sea Él quien nos vaya forjando en el carácter de Cristo.
Sírvannos las últimas palabras de la oración intercesora del Señor Jesucristo para con nosotros, para aprender cómo se honra a un padre.
"Padre justo, el mundo no te ha conocido, pero yo te he conocido, y éstos han conocido que tú me enviaste. Y les he dado a conocer tu nombre, y lo daré a conocer aún, para que el amor con que me has amado, esté en ellos, y yo en ellos."
Juan 17:25-26
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