RECORDAR PARA OLVIDAR, Deuteronomio 25:17-19
Acuérdate de lo que hizo Amalec contigo en el camino, cuando salías de Egipto; de cómo te salió al encuentro en el camino, y te desbarató la retaguardia de todos los débiles que iban detrás de ti, cuando tú estabas cansado y trabajado; y no tuvo ningún temor de Dios. Por tanto, cuando Jehová tu Dios te dé descanso de todos tus enemigos alrededor, en la tierra que Jehová tu Dios te da por heredad para que la poseas, borrarás la memoria de Amalec de debajo del cielo; no lo olvides.
Deuteronomio 25:17-19
REFLEXIÓN:
(¿Cómo olvidar algo si no se recuerda del por qué ha de olvidarse? ¿Por qué recordar lo que se puede olvidar, si esto ha de recordarse para ser olvidado?)
Para que una herida sane correctamente ha de saberse cómo ha sido hecha ya que, dependiendo del elemento con que se ha ocasionado será necesario un tratamiento específico u otro en su proceso de curación.
La sanación total de esta herida facilita el olvido del dolor que un día ocasionó cuando aún estaba abierta, sangrante o quizá incluso infectada.
Habitual es que quede una cicatriz visible, cuando la herida ha sido externa, pero las internas también se suelen hacer notar de tanto en cuando, pareciendo estar en un intento de hacer reflotar el dolor que hubo, a base de ligeros pinchazos.
Lo bueno de la experiencia es que, aún habiendo puesto su dolor en el olvido, nuestro cuerpo recuerda la situación a modo de enseñanza, para no volver a tener que experimentarla más.
Lo más normal en una persona que ha sobrevivido a un naufragio más o menos importante, es que no quiera volverse a acercar jamás a una orilla en la playa y mucho menos, posar un pie en un barco.
Vemos que curiosamente, lo que indica la sociedad actual, es contrario a la reacción natural, intentando que el traumatizado olvide su experiencia y vuelva a retomar la "normalidad" anterior a lo sucedido.
La pregunta es: ¿Cómo aprender de la experiencia si ésta se oculta entre terapias y juegos al despiste, en búsqueda de la memoria positiva?
Sea como fuere, Dios les hacía recordar a los Amalecitas para borrar su memoria.
APLICACIÓN:
Aquí otro tipo de recordatorio sobre algo que hay que tener presente para no volverlo a vivir jamás, y para ello nos sirve esta nota:
"Recuérdales que se sujeten a los gobernantes y autoridades, que obedezcan, que estén dispuestos a toda buena obra. Que a nadie difamen, que no sean pendencieros, sino amables, mostrando toda mansedumbre para con todos los hombres. Porque nosotros también éramos en otro tiempo insensatos, rebeldes, extraviados, esclavos de concupiscencias y deleites diversos, viviendo en malicia y envidia, aborrecibles, y aborreciéndonos unos a otros."
Tito 3:1-3
Porque la palabra de Dios, en la carta de Pablo, no nos hace recordar lo que fuimos para que volvamos a hacerlo, sino precisamente para que no haya resquicio de lo que fué de nosotros en el pasado, dejando borrada su memoria, sirviéndonos más bien a modo testimonial y como ejemplo de cómo no hay que actuar para volver nunca más a lo de antes.
Pues vemos también cómo el apóstol Pablo confiesa a Timoteo su sombrío pasado, y cómo el Señor lo rescató de sus pecados. ¿Le está sirviendo este recuerdo para volver a hacer lo mismo de antes? No, sino que recordándolo, borra de su memoria esa pasada manera de vivir, no volviendo a practicarla jamás.
"Doy gracias al que me fortaleció, a Cristo Jesús nuestro Señor, porque me tuvo por fiel, poniéndome en el ministerio, habiendo yo sido antes blasfemo, perseguidor e injuriador; mas fui recibido a misericordia porque lo hice por ignorancia, en incredulidad. Pero la gracia de nuestro Señor fue más abundante con la fe y el amor que es en Cristo Jesús. Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero. Pero por esto fui recibido a misericordia, para que Jesucristo mostrase en mí el primero toda su clemencia, para ejemplo de los que habrían de creer en él para vida eterna. Por tanto, al Rey de los siglos, inmortal, invisible, al único y sabio Dios, sea honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén."
1 Timoteo 1:12-17
Y he aquí ahora el ejemplo antagónico de todo esto:
"Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres. Le respondieron: Linaje de Abraham somos, y jamás hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: Seréis libres? Jesús les respondió: De cierto, de cierto os digo, que todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado. Y el esclavo no queda en la casa para siempre; el hijo sí queda para siempre. Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres."
Juan 8: 31-36.
Pues olvidando la mala experiencia de la esclavitud en Egipto de donde fueron liberados, de su deportación a Babilonia, de donde fueron rescatados y de la opresión y las torturas perpetradas por el Imperio Griego antes de la llegada al poder de Roma, otro imperio más que tenía sometida a toda la nación y a otras tantas más, ellos se sentían libres, siendo esclavos y oprimidos en la religiosidad que les impedía reconocer y aceptar al Mesías teniéndolo enfrente de sus narices.
ACCIÓN:
Ahora la Palabra de Dios me lleva a echar mano a mis recuerdos, rememorando del pozo cenagoso de donde me rescató, me limpió dándome unas nuevas vestiduras y me adoptó como Su hija dándome una nueva identidad en Cristo.
Y no solamente eso, sino que recordando mis primeros pasos en el amparo de Dios y cuándo me tocó ir aprendiendo a caminar en el Señor, reconozco cómo el exceso de confianza en mí misma y no asiéndome de la Palabra de Dios y de una estrecha comunión con Él, tropecé y caí muy aparatosamente en rebeldía. Caída de la que el Padre me sacó con su cayado y, suavizando con aceite mis heridas, me fortaleció y me ha llevado a recordar para borrar del todo la memoria de mis vergüenzas.
Ahora viene cuando me toca hacer autoexamen de cómo estoy actuando frente a los hermanos y frente a los incrédulos. Si es que me comporto ante ellos como quien jamás cayó ni fué esclavo, o en conocimiento de que yo fuí igual o peor por mis transgresiones.
¿Mi mirada hacia los demás es juiciosa o compasiva? Según mi respuesta sabré si aún me toca rememorar más, para poner en el olvido.
Señor, Dios Todopoderoso y Padre Amado. Te doy gracias por Tu perfecta palabra que me enseña, corrige, y afirma mi identidad en Cristo. Te pido perdón por olvidar mi pasado, en aquella ocasión en que dirijo una mirada crítica o palabras juiciosas contra los débiles o ignorantes. Olvidando que a mí también me costó asimilar lo básico del caminar en Cristo, cayendo d mala manera en engaños y pecados por mi propia obstinación. Señor, aumenta mi fe, provéeme de la sabiduría necesaria y de Tu inconmensurable amor, para poder tratar a los demás con esta paciencia y misericordia con que me tratas a mí, todos los días. Que desaparezca por completo el orgullo religioso de mi corazón y se inunde de humildad en recuerdo de dónde fui rescatada para no volver a echar, jamás, un paso atrás. En el nombre de Tu precioso Hijo y mi Señor, Jesucristo, te lo pido. Amén.
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