martes, 31 de agosto de 2021

PALABRA PROFÉTICA, Deut. 18:15-18

PALABRA PROFÉTICA, Deuteronomio 18:15-18

Profeta de en medio de ti, de tus hermanos, como yo, te levantará Jehová tu Dios; a él oiréis; conforme a todo lo que pediste a Jehová tu Dios en Horeb el día de la asamblea, diciendo: No vuelva yo a oír la voz de Jehová mi Dios, ni vea yo más este gran fuego, para que no muera. Y Jehová me dijo: Han hablado bien en lo que han dicho. Profeta les levantaré de en medio de sus hermanos, como tú; y pondré mis palabras en su boca, y él les hablará todo lo que yo le mandare.
Deuteronomio 18:15-18

REFLEXIÓN:

Ellos mismos se privaron en Horeb y privaron a toda su descendencia, por la dureza de sus corazones, del haber tenido la oportunidad de acercarse a Dios y hablar con Él por temor a Su voz como de trueno y al fuego, pequeña muestra de Su gloria y poder. 

Y es que Dios no anda mendigando la  atención del hombre, pues es soberano, autosuficiente. El pueblo lo decidió así, pues ya no podrá recibir palabra de Él directamente, sino que a profetas enviará en Su nombre y por boca de ellos se hará escuchar en Su pueblo.

APLICACIÓN:

Gracias a Dios, hoy día (salvo excepciones, en lugares donde el evangelismo está penado con muerte), tenemos fácil acceso a la Palabra de Dios ya sea en formato impreso o digital, que nos permite estar al día con lo que Dios quiere hablarnos a nuestras vidas.

Lamentablemente no valoramos como debiéramos este gran privilegio, sino que vamos limitando la lectura Bíblica a los minutos libres que nos sobren después de toda actividad diaria, incluído el descanso. O dejándola por completo, esperando a que sea el mensaje dominical el que hable a nuestros corazones.

Pero esta práctica, a la vez de mantenernos estancados en el crecimiento espiritual, también es muy peligrosa, ya que acabamos atribuyéndole al pastor las funciones de un profeta, cuando no estamos prestando a la Palabra de Dios la atención que se merece, ni tan sólo para usarla como filtro donde examinar el sermón del domingo.

En la actualidad la suficiencia de las Escrituras nos asegura una sana base doctrinal donde asentar nuestra fe, agarrándonos en el forjado fundamental en Cristo, por medio de la labor apostólica y profética del primer siglo de la era Cristiana, de los apóstoles escogidos por el Señor Jesucristo, incluído Pablo.

Pedro nos insta a que sean las Escrituras y solamente ellas las que iluminen nuestros pasos en el caminar en Cristo, y no nos dejemos deslumbrar por algo nuevo que no esté plasmado en ellas, diciendo:

"Porque no os hemos dado a conocer el poder y la venida de nuestro Señor Jesucristo siguiendo fábulas artificiosas, sino como habiendo visto con nuestros propios ojos su majestad. Pues cuando él recibió de Dios Padre honra y gloria, le fue enviada desde la magnífica gloria una voz que decía: Este es mi Hijo amado, en el cual tengo complacencia. Y nosotros oímos esta voz enviada del cielo, cuando estábamos con él en el monte santo. Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones; entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo."
2 Pedro 1:16-21


Dios sigue hablando al hombre. Pero si todo lo que le ha de decir está en la Biblia, y la tenemos a mano, no va a hacer venir a un profeta para decírnoslo, pues está en nosotros abrir la Biblia y leerla.

Los hijos de Dios tenemos el Espíritu Santo morando en nosotros, Él nos guía, aconseja, nos confronta, corrije y consuela, conforme a la voluntad de Dios y al carácter de Cristo. Esta es la función del Espíritu Santo, conforme a la Palabra de Dios. Y conociendo el corazón de Sus hijos, sabe tratar específicamente con cada uno. Si ese trato ha de ser de carácter público, ya aparece plasmado en la Biblia, basta con leerla y ponerla en práctica. Porque el propósito principal de Dios en Su palabra es el de darse a conocer claramente a todos los hombres, no el de ir de secretos exclusivos ni de palabras escondidas no reveladas a los demás. 

Y como que Dios no se contradice a Sí mismo,  tenemos la Biblia a mano para examinarlo todo,  de manera que si hay confrontación en algo, lo que prevalecen son las Escrituras.

Justin Peters dió un consejo que se ha popularizado dentro del cristianismo, y tiene mucha razón, que dice así:

"Si quieres que Dios te hable, lee la Biblia. Si quieres que te hable en voz audible, léela en voz alta."

ACCIÓN:

Leído y meditado, no quiero hacer como el pueblo en Horeb, que pudiendo escuchar directamente la voz de Dios, prefirieron filtrarlo a través de un hombre.

Tengo la oportunidad diaria de que Dios hable directamente a mi vida, a través de Su palabra escrita y me pregunto si estoy aprovechándola o mi comportamiento es como el pueblo, mientras pienso: "ya me hablará Dios a través del pastor durante el mensaje del domingo".

Mientras tanto me respondo, aporto el siguiente pasaje:

"Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra."
2 Timoteo 3:16-17






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