AL OTRO LADO DEL JORDÁN, Deut. 11:29-32.
Y cuando Jehová tu Dios te haya introducido en la tierra a la cual vas para tomarla, pondrás la bendición sobre el monte Gerizim, y la maldición sobre el monte Ebal, los cuales están al otro lado del Jordán, tras el camino del occidente en la tierra del cananeo, que habita en el Arabá frente a Gilgal, junto al encinar de More. Porque vosotros pasáis el Jordán para ir a poseer la tierra que os da Jehová vuestro Dios; y la tomaréis, y habitaréis en ella. Cuidaréis, pues, de cumplir todos los estatutos y decretos que yo presento hoy delante de vosotros.
Deuteronomio 11:29-32
REFLEXIÓN:
Más allá de donde estan ahora, pasado el Jordán, está la tierra prometida, tierra que pisó Abraham, por allá pisaron los patriarcas de las doce tribus, antes de la gran hambruna que los llevó a Egipto.
Tierra poblada por los que no aprecian a Dios ni lo adoran, sino a sus dioses hechos por sus propias manos. Sus prácticas se extienden por el mapa que por decreto Divino ha de pertenecer a Su pueblo.
"Vas para tomarla", dice Moisés, sin titubeo, sin duda... Ir y hacer suyo el terreno, presente como se presente el panorama, porque Dios así lo dictamina.
Y se adelanta el paso que darán, con una instrucción algo peculiar a primera impresión, pero que les servirá, muy mucho, tanto a ellos para afirmarse en su identidad, como para la tierra que hacen suya, extendiendo por do quier las palabras que Dios les ha decretado, para vestirla de ellas.
APLICACIÓN:
Algo muy parecido a lo que se sugiere con el anuncio de las bendiciones en el monte Gerizim y las maldiciones en el monte Ebal, es la expansión del evangelio de Cristo.
La propagación del evangelio es la labor única por la que la iglesia permanece sobre la tierra. Quiero decir que de no haber importancia en el área evangelística, simplemente Dios directamente iría llevándose a su iglesia conforme cada uno de sus miembros se fuera convirtiendo a Cristo, al no tener parte con el príncipe de este mundo. Pero a Dios le ha placido que sea la iglesia la que ocupe esta función específica, como portadora de la luz de Cristo a todas las naciones.
Esta propagación evangelística es anunciada por el Señor Jesucristo a sus discípulos y acatada, no solamente por ellos, sino por cada uno de los miembros de la iglesia, a los cuales se pone Pablo como ejemplo.
"Y les dijo: No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad; pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra."
"Y de esta manera me esforcé a predicar el evangelio, no donde Cristo ya hubiese sido nombrado, para no edificar sobre fundamento ajeno, sino, como está escrito: Aquellos a quienes nunca les fue anunciado acerca de él, verán; Y los que nunca han oído de él, entenderán."
(Hechos 1:7-8 y Romanos 15:20-21)
Y este es el evangelio que predica la iglesia de Cristo, juntamente con el anuncio de la bendición a todo aquel que cree y la maldición al que lo rechaza:
"Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él. El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios. Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas. Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios. (...) El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él."
Juan 3:16-21 y 36.
ACCIÓN:
Leo y no me queda más remedio que tomar una determinación, examinándome, preguntándome qué papel estoy jugando como miembro del cuerpo de Cristo, si es que estoy siendo parte de su función o simplemente me mantengo adherida en aprovechamiento de su gracia, buscando mi bien personal.
Cristo es la vida, y todo lo demás parecido a una vida, fuera de Cristo, no es más que un pasar del tiempo hasta una muerte segura y lo que es peor, (ya que el alma permanece y no muere), sufriendo indefinidamente la ausencia de paz y de nada parecido a algo bueno, sino que en condenación eterna que es abandono total de Dios y en consecuencia, de todo lo bueno que procede de Él.
Dirijo pues mi pregunta, a quien lee. ¿Cuál va a ser su decisión? ¿La bendición o la maldición, la vida o la muerte? Recuerde: "Quien cree en el Hijo tiene la vida", esto quiere decir que en el mismo momento de creer, Dios le pasa de muerte a vida, es un acto instantáneo de la obra del Espíritu Santo en usted, de manera que no necesita hacer ya nada más para ser salvo, sino solamente creer en el Señor Jesucristo como único medio de salvación. Evite la ira de Dios, mire, le dedico este último pasaje a modo de reflexión:
"El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento."
2 Pedro 3:9
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