UNA BUENA INVERSIÓN, Deuteronomio 14:24-26.
Y si el camino fuere tan largo que no puedas llevarlo, por estar lejos de ti el lugar que Jehová tu Dios hubiere escogido para poner en él su nombre, cuando Jehová tu Dios te bendijere, entonces lo venderás y guardarás el dinero en tu mano, y vendrás al lugar que Jehová tu Dios escogiere; y darás el dinero por todo lo que deseas, por vacas, por ovejas, por vino, por sidra, o por cualquier cosa que tú deseares; y comerás allí delante de Jehová tu Dios, y te alegrarás tú y tu familia.
Deuteronomio 14:24-26
REFLEXIÓN:
Porque Dios no es un dios de penitencias, sino el Creador de todas las cosas, por lo cual no necesita que nadie le dé nada. Él es el que prospera para prosperar, el que ofrece para ofrendar y el que enriquece para invertir. Todo el sistema de los diezmos y las primicias les servirían para recordar y agradecer que no hay mérito en ellos de lo que obtienen, sino que todo proviene de Dios.
Dios ofrece además, una solución muy práctica al que viva lejos del lugar escogido para las ofrendas y sacrificios. A más de fomentar la economía, con una entrada de capital constante que asegure la sostenibilidad de la nación, empezando por el lugar escogido por Dios, el cual es Jerusalén.
En conocimiento de las bendiciones de Dios a quienes le obedecen, al pueblo sólo le debe bastar con mantenerse agradecido en obediencia para asegurarse una vida larga y próspera en el beneplácito Divino.
APLICACIÓN:
No es voluntad de Dios que el hombre pase hambre. Pues cuando lo creó, y a Su imagen y semejanza lo hizo, Dios lo puso en medio del más maravilloso, fértil, abundante, variopinto, fructífero y fragante huerto jamás visto ni llegado a imaginar, plantado por Dios mismo. El Creador dispuso que la criatura que representaría Su reino sobre la tierra, y este era Adán, estuviera siempre suplido de todo lo bueno.
Y aunque a pesar del pecado de Adán, las tornas se volvieron, comenzando un declive en la humanidad sentenciada a muerte desde su nacimiento y condenada de por vida a esforzarse por disponer de su propio pan, Dios no ha cesado de ofrecer una provisión al hombre y de tenderle la mano.
La mejor provisión que nos ofrece es la vida a través del Hijo, el Señor Jesucristo quien murió y resucitó para que en Él pudiéramos disponer de justificación delante del Padre.
Esta es la mayor muestra de amor que habrá jamás, que el Hijo, siendo Dios, se despoje de Su gloria para vivir y morir como hombre, (mas sin pecado), en pago por nuestros pecados, para darnos en Él, acceso directo a la vida eterna.
Después de esta gran provisión de amor y de vida, el Señor asegura proveernos de todo lo necesario, diciendo:
"Vosotros, pues, no os preocupéis por lo que habéis de comer, ni por lo que habéis de beber, ni estéis en ansiosa inquietud. Porque todas estas cosas buscan las gentes del mundo; pero vuestro Padre sabe que tenéis necesidad de estas cosas. Mas buscad el reino de Dios, y todas estas cosas os serán añadidas."
Lucas 12:29-31
Y como que toda provisión material y espiritual proviene de Dios, Él espera de sus hijos que vivan en consecuencia de este favor inmerecido, confiadamente, en generosidad e invirtiendo sabiamente todo don recibido, como dijo el Señor a los discípulos: "de gracia recibísteis, dad de gracia", y "no os hagáis tesoros en la tierra sino haceos tesoros en el cielo, porque donde esté vuestro tesoro,allí estará vuestro corazón". (Ambas cosas las leemos en Mateo 6:19-21 y 10:8).
ACCIÓN:
La palabra de hoy me confronta en el sentido en que el Señor me dirige a sacar mayor partido a todo bien material y espiritual recibido por Su parte, invirtiéndolo sabiamente para que produzca la mayor cantidad o calidad de fruto, que pueda ofrecerle el día en que me encuentre en Su presencia, ante el tribunal de Cristo.
Y me surge el preguntarme cómo estoy invirtiendo el tiempo, los bienes y los dones que Dios me ha dado: si los estoy desperdiciando en lo terrenal y perecedero o si están generando intereses en el reino celestial.
Señor, Dios Todopoderoso y Padre Amado, gracias te doy por Tu preciosa, santa y perfecta Palabra que me confronta y me enseña a enderezar mis pasos conforme al carácter de Cristo. Con vergüenza te pido perdón por el desperdicio y la mala inversión de los dones que me das, comenzando por el tiempo y continuando por todas las oportunidades desaprovechadas de difundir el evangelio de Cristo. Provéeme, además de todo lo que ya recibo, de la sabiduría necesaria para invertir sabiamente mi vida en Cristo y todo lo que me es añadido, para que sirva y dé rico y abundante fruto, para Tu gloria y Honra. En el nombre de Tu amado Hijo, mi Señor Jesucristo. Amén.
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