LEY Y ORDEN. Deuteronomio 16:18-20
Jueces y oficiales pondrás en todas tus ciudades que Jehová tu Dios te dará en tus tribus, los cuales juzgarán al pueblo con justo juicio. No tuerzas el derecho; no hagas acepción de personas, ni tomes soborno; porque el soborno ciega los ojos de los sabios, y pervierte las palabras de los justos. La justicia, la justicia seguirás, para que vivas y heredes la tierra que Jehová tu Dios te da.
Deuteronomio 16:18-20
REFLEXIÓN:
(Una sociedad carente de figuras de autoridad es una sociedad autodestructiva y condenada a desaparecer).
En el pueblo de Dios se va a crear un sistema de ley y orden, para asegurar una sociedad permanente, constructiva y encaminada al objetivo de la promesa de su heredad.
Porque una laxa permisividad provoca perversión en la justicia, como primer mandato sobre este tema, se encuentra el encarecimiento a centrarse en la rectitud de la ley.
Recuerdo la historia de un varón que tuvo doce hijos y convivían todos en familia. El hombre decía amar a todos por igual, pero sus muestras especiales de afecto, trato y detalles hacia uno en concreto eran más que evidentes. Sin darse cuenta este hombre, con su patente preferencia hacia uno de sus hijos, generó celos y envidias entre los demás hermanos. Tanto así, que planeaban matarlo. Gracias a Dios, no materializaron ese deseo, pero acabaron vendiéndolo como esclavo. Esta es una clara muestra de las desgracias que se pueden generar entre los hombres cuando se hace acepción de personas.
Asimismo la práctica del soborno incita cualquier acto delictivo, "ciega el ojo de los sabios", por cuanto a causa del soborno hacen la vista gorda, pasando por alto lo que no debieran y "pervierte la palabra de los justos", por cuanto seduce al sobornado a dar falso testimonio o a torcer la realidad de los hechos.
Por eso Dios les manda a través de Moisés, que sigan la justicia, si es que quieren vivir de verdad y heredar la tierra de la promesa.
APLICACIÓN:
El mejor ejemplo de justicia y su mayor acto consumado delante de Dios, lo encontramos en la obra redentora de Jesús en la cruz del calvario. Quien siendo Dios, se hizo hombre y se identificó con el pecado del pueblo, dejándose bautizar por Juan el bautista, en la acción de asumir el pecado de ellos, y no solo de los judíos, sino de los de todo el mundo, para clavarlos en la cruz y, recibiendo toda la ira de Dios sobre sí mismo, nos ha dado la justificación en Él delante del Padre, mediante la fe y el arrepentimiento, aceptándolo como Señor y Salvador en nuestra vida.
Así que hallamos la justicia de Dios inquebrantable que sostiene lo siguiente:
"Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro."
Romanos 6:23
Siendo que delante de Dios sólo hay una sentencia y una absolución, la primera es la muerte a causa del pecado y la segunda es la vida eterna en Cristo Jesús a causa de su obra redentora en la cruz del Calvario.
Nos conviene pues, seguir la justicia en Cristo.
ACCIÓN:
Y meditando en cómo el Señor nos lleva a seguir Su justicia, y habiendo hallado justificación en Cristo delante de Dios, reconozco que me veo en confrontación con la Palabra, por cuanto no solamente he pretendido ir de justiciera en el mundo y entre los hermanos, sino hasta he tratado usar la posición de juez, como si tuviera la clarividencia de lo que hay en el corazón de los hombres, juzgando, "este sí, este no", en cuanto a la conversión de los hermanos.
Si esto también te ha ocurrido, pensar en un hermano de manera juiciosa en cuanto a su conversión y su praxis en la fe, en lugar de buscar su restauración en el amor de Cristo, te animo a orar juntamente conmigo pidiendo perdón por esta causa.
Señor, Dios Todopoderoso y Padre Amado, te doy gracias por Tu perfecta palabra que me confronta para corrección y me enseña a andar cada vez más a la par de Cristo. Con mi corazón avergonzado y arrepentido te pido perdón por mi desfachatez al pretender ser lo que solamente eres Tú, Juez Justo y Verdadero, y el Único ejecutor de toda justicia. Asimismo te pido de la sabiduría necesaria para comprender mejor Tu palabra y aplicarla a mi vida, según Tu voluntad, y conforme al carácter de Cristo. En el nombre de Jesús, Tu precioso Hijo y mi Señor y Salvador, te lo pido, y a Ti sea toda la gloria y la honra, por los siglos. Amén.
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