martes, 17 de agosto de 2021

SÍ, AL EXTRANJERO. Deut. 14:21


SÍ, AL EXTRANJERO. Deut. 14:21

Ninguna cosa mortecina comeréis; al extranjero que está en tus poblaciones la darás, y él podrá comerla; o véndela a un extranjero, porque tú eres pueblo santo a Jehová tu Dios. No cocerás el cabrito en la leche de su madre.
Deuteronomio 14:21

REFLEXIÓN:

Llama poderosamente la atención cómo Dios sí les permite comer de lo muerto, a los muertos, tocante a su carente relación con Dios y a su ajenidad con Su pueblo.

Además de marcar, con esta clara distinción, una más patente diferencia y de asegurarles una más interiorizada identidad, con la permisividad de ofrecerle o venderle lo muerto a los extranjeros, aún se les está facilitando la función de ser luz en medio de los pueblos en fomento de esta posibilidad de trato con el de fuera.

Al parecer, por tierras cananeas, debieran de llevar a cabo una práctica tal como la que Dios prohíbe al final del verso, que era la de cocer al cabrito en la leche de su madre.

Clara prohibición por parte de Dios, y sobre este veto se encuentran dos formas más populares de interpretarlo:

En la primera se entiende que se trataba de una práctica pagana en la cual cocían el cabrito en la leche de su madre para usar este caldo resultante como riego para las tierras, así a modo ritual mágico, esperando que fuera fértil.

La segunda mantiene que la palabra Hebrea usada para "leche" requiere  exactamente de las mismas letras que el vocablo usado para "grasa".
De manera que el mandato original estaría diciendo así: "no cocerás al cabrito en la grasa de su madre". Ya que para dicha acción, irremediablemente debían ser sacrificados ambos animales, peligraría seriamente la continuidad de la especie. Y para reforzar esta versión se basa en otro mandamiento similar:

"Cuando encuentres por el camino algún nido de ave en cualquier árbol, o sobre la tierra, con pollos o huevos, y la madre echada sobre los pollos o sobre los huevos, no tomarás la madre con los hijos. Dejarás ir a la madre, y tomarás los pollos para ti, para que te vaya bien, y prolongues tus días."
Deuteronomio 22:6-7

Ambas formas de entenderlo tendrían su qué, aunque la primera opción ganaría peso, dada la ilación del mandamiento, el cual pretende una clara diferencia entre lo santo y lo pagano por medio de la dieta alimentaria.

APLICACIÓN:

Existen dos casos contrapuestos de hombres usados por Dios, en relación a guardar la dieta alimentaria y mezclarse con la sociedad pagana.

Sansón, quien hizo y comió lo que le pareció, sin tener en cuenta su nazareato. Cosa que le mantuvo viviendo una fuerte crisis de identidad, viéndose continuamente atraído por la sociedad enemiga y sus mujeres, y mezclándose  definitivamente con ellas.

Y Daniel, quien se guardó de contaminarse con la comida del rey desde su llegada a palacio de Nabucodonosor y durante toda su vida en la sociedad pagana.
Cosa que le aseguró mantenerse íntegro, de manera que a través de él, el nombre de Dios fue glorificado varias veces y reconocido por los reyes a los que le tocó servir.

ACCIÓN:

Igual que la nación de Israel debía servir de luz a las naciones y que Daniel guardó su integridad sirviendo de luz en medio de la oscuridad, ahora la iglesia es esa portadora de luz en la tiniebla.

Dios no nos ha mandado a apartarnos en nuestra burbuja ni en lo alto de un cerro o enel hermetismo de cuatro paredes. Sino que salgamos al mundo y estemos en él, no siendo de él pero sirviendo de modo que podamos ser distinguidos y muchos puedan llegar, a través de nosotros, al conocimiento del evangelio de Cristo.

Entiendo que más de uno preferiríamos un trozo de tierra y una cabaña en lo alto de un monte antes que soportar ni media hora del vivir en el mundo, la cosa está en crearnos esa parcela de amor en Cristo, manteniendo nuestra identidad íntegra alimentándonos de Su palabra.

"Yo les he dado tu palabra; y el mundo los aborreció, porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal. No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad. Como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo."
Juan 17:14-18.

Aunque la Palabra de hoy a más de alentarme, me confronta, preguntándome cuántas son las veces que me dejo embaucar en distracciones seculares, que me hacen confundir la identidad, dejando que el mundo atenue el testimonio de Cristo en mí.

Y cierro mi reflexión con el siguiente pasaje:

"Y Daniel propuso en su corazón no contaminarse con la porción de la comida del rey, ni con el vino que él bebía; pidió, por tanto, al jefe de los eunucos que no se le obligase a contaminarse."
Daniel 1:8.







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