RENOVADO Y ASIMILADO, Deuteronomio 10:1-5
En aquel tiempo Jehová me dijo: Lábrate dos tablas de piedra como las primeras, y sube a mí al monte, y hazte un arca de madera; y escribiré en aquellas tablas las palabras que estaban en las primeras tablas que quebraste; y las pondrás en el arca. E hice un arca de madera de acacia, y labré dos tablas de piedra como las primeras, y subí al monte con las dos tablas en mi mano. Y escribió en las tablas conforme a la primera escritura, los diez mandamientos que Jehová os había hablado en el monte de en medio del fuego, el día de la asamblea; y me las dio Jehová. Y volví y descendí del monte, y puse las tablas en el arca que había hecho; y allí están, como Jehová me mandó.
Deuteronomio 10:1-5
REFLEXIÓN:
Gracias a Dios, en Su misericordia y paciencia para con el hombre, le permite a Moisés una segunda oportunidad de recibir los Diez mandamientos grabados en las primeras tablas de piedra. Tablas que dejó caer Moisés, quebrándolas, ante la abominable escena del pueblo adorando una imagen de fundición, con Aarón como artífice de esta, en obediencia a la petición de ellos.
Pero esta vez va a tener que labrarlas primero. No cualquier tabla, sino tal y como el modelo anterior, y en añadidura, un arca de madera donde colocarlas dentro una vez grabadas por Dios mismo.
APLICACIÓN:
La Ley dada por Dios a Moisés tenía la función exclusiva de dirigirnos a Cristo: Sus leyes y preceptos, las ceremonias, el Tabernáculo... Todo estaba orientado a Él.
Una vez ya vino el Señor en calidad de siervo a ofrecerse a Sí mismo por nosotros en la cruz del calvario, todo fue consumado, la Ley de Moisés quedó obsoleta, y aunque aún el pueblo judío la tiene por obra (según en lo que puedan obrar, ya que las ordenanzas concernientes al Templo no pueden llevarlas a cabo, por falta de este), está próxima a desaparecer, por cuanto cada vez estamos más cerca de la segunda venida del Señor a la tierra, esta vez ya no como siervo, sino como Rey de reyes y Señor de señores.
Si la primera Ley, grabada en piedra, mandó guardarla Dios en un arca de madera para su preservación y memoria, la segunda Ley es grabada en los corazones de los hombres, aquellos que han llegado al conocimiento del evangelio, y creyendo en el Señor Jesucristo como único medio de pago en remisión de sus pecados, han sido renovados en el Espíritu Santo recibiendo una vida nueva, una seguridad eterna de salvación y la Ley de Cristo grabada en sus corazones, la cual es el amor.
Sobre esto ya profetizó Jeremías para con el pueblo de Dios. El anuncio de un nuevo pacto, el cual se da cumplimiento primeramente con la iglesia de Cristo, puesto que la nación de Israel rechazó al Mesías teniéndolo delante de sus narices, y posteriormente a los judíos que reconocerán a Cristo durante la gran tribulación.
"Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo. Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce a Jehová; porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice Jehová; porque perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado."
Jeremías 31:33-34
E incidía Pablo, como advertencia a todo aquél que pretendía observar la Ley de Moisés como mayor a la de Cristo:
"Y tal confianza tenemos mediante Cristo para con Dios; no que seamos competentes por nosotros mismos para pensar algo como de nosotros mismos, sino que nuestra competencia proviene de Dios, el cual asimismo nos hizo ministros competentes de un nuevo pacto, no de la letra, sino del espíritu; porque la letra mata, mas el espíritu vivifica. Y si el ministerio de muerte grabado con letras en piedras fue con gloria, tanto que los hijos de Israel no pudieron fijar la vista en el rostro de Moisés a causa de la gloria de su rostro, la cual había de perecer, ¿cómo no será más bien con gloria el ministerio del espíritu?
(...)
Y aun hasta el día de hoy, cuando se lee a Moisés, el velo está puesto sobre el corazón de ellos. Pero cuando se conviertan al Señor, el velo se quitará. Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad. Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor."
2 Corintios 3:4-8 y 15-18
Así que ahora los creyentes, como portadores de la Ley de Cristo, somos arcas andantes y libros abiertos dispuestos a ser leídos por el mundo, por tal de que por nuestro testimonio de vida en Cristo, muchos puedan alcanzar la misma gracia.
ACCIÓN:
Grande es el privilegio, y mayor la responsabilidad de que mi vida, expuesta como libro abierto al mundo, exprese a Cristo y no a mi pasada forma de vivir.
Me queda pues, asimilar la Ley que ha puesto Dios en mi corazón, en Cristo Jesús, la cual me guía el Espíritu Santo a cumplirla, que es el amor.
Un amor no como el mundo lo conoce, sino el amor de Dios en Cristo, que es incondicional, por cuanto a través de su muerte nos liberó del pecado y habiendo resucitado nos proveyó de vida eterna.
Señor, Dios Todopoderoso y Padre Amado, te doy gracias por Tu perfecta palabra que me alienta, me instruye pero sobretodo me confronta, a fin de desechar lo malo que hay en mí, por tal de ir pareciéndome cada vez más a Cristo. Mi corazón se avergüenza al pensar qué estará leyendo el mundo tocante a mi testimonio, como libro expuesto hacia ellos, con respecto a Tu Santo nombre y a Tu oferta de reconciliación en Cristo.
Amado Padre celestial, te pido perdón por mi falta de fortaleza, reconozco que necesito de tu ayuda para afrontar las dificultades que se me presentan en el día a día y aumenta mi fe, para continuar con el entusiasmo con el que inicié mi andadura en Tu perfecto camino de la verdad, el amor y la vida que es en Cristo Jesús, mi Señor y Salvador. En el nombre de Tu amado Hijo, mi Señor Jesucristo, te lo pido. Amén.
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