lunes, 2 de agosto de 2021

A DESPOJARSE DE LO MALO, Deut. 10:15-18.


A DESPOJARSE DE LO MALO, Deut. 10:15-18.

Solamente de tus padres se agradó Jehová para amarlos, y escogió su descendencia después de ellos, a vosotros, de entre todos los pueblos, como en este día. Circuncidad, pues, el prepucio de vuestro corazón, y no endurezcáis más vuestra cerviz. Porque Jehová vuestro Dios es Dios de dioses y Señor de señores, Dios grande, poderoso y temible, que no hace acepción de personas, ni toma cohecho; que hace justicia al huérfano y a la viuda; que ama también al extranjero dándole pan y vestido.
Deuteronomio 10:15-18

REFLEXIÓN:

Han de estar agradecidos de que Dios haya decidido amar especialmente a este pueblo y no a otro, distinguiéndolo así del resto del mundo.
Pero han de despojarse de lo malo y prestar atención a Dios, abrir sus oídos a Él, dejar su terquedad, el orgullo y egoísmo del cual se caracterizaron sus padres.
Porque Dios con toda Su majestuosidad y Su potencia no olvida a los necesitados ni pormenoriza a nadie en acepción de personas, toda alma es igual ante Sus ojos.
Esas cualidades espera que imite su pueblo.
Así es Dios, que compagina simultáneamente Su grandeza, potencia y portento con su amor, justicia y misericordia.

APLICACIÓN:

Cuando alguien aprueba lo malo en su vida y busca su propio bien, se torna necio, embotándose su mente de manera que no entiende la verdad, y ni aún se le explique, no la quiere entender.

La mirada del necio se dirige hacia sí mismo, de manera que fácilmente va a caer en cualquier trampa o deslizadero, ya que no vé venir el peligro.

Es por eso que Dios en Su palabra es extenso en advertirnos sobre el mal que nos acarrea aprobar el pecado en nuestro hogar o en nuestro círculo de confianza, puesto que aprobándolo nos hacemos partícipes de él, embotamos nuestro entendimiento y corremos el riesgo de insensibilizarnos contra lo malo, admitiéndolo como algo bueno para nosotros.

Siendo que adquirimos un nuevo nombre en Cristo Jesús, cuando creímos en Él y se nos fueron perdonados los pecados y dada la esperanza de una vida eterna con Él, Dios demanda de nosotros que imitemos Su carácter, desechemos todo lo malo que aún está por eliminar y seamos prestos a Su voluntad y no a los deseos de la carne.

"Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados. Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a símismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante. Pero fornicación y toda inmundicia, o avaricia, ni aun se nombre entre vosotros, como conviene a santos; ni palabras deshonestas, ni necedades, ni truhanerías, que no convienen, sino antes bien acciones de gracias. Porque sabéis esto, que ningún fornicario, o inmundo, o avaro, que es idólatra, tiene herencia en el reino de Cristo y de Dios. Nadie os engañe con palabras vanas, porque por estas cosas viene la ira de Dios sobre los hijos de desobediencia. No seáis, pues, partícipes con ellos."
Efesios 5:1-7


Todos los cristianos tenemos mayor o menor trato con incrédulos. Ya sea a nivel amistoso, laboral, familiar o social, existen situaciones en las que nos podemos ver comprometidos, pues no se adecuen a una vida de fe conforme a la voluntad de Dios, y nos involucren en cierto modo en el pecado del otro.

ACCIÓN:

Hoy debemos practicar la determinación, siendo tajantes contra todo lo malo que se nos ofrece o se practica ante nuestros ojos o incluso en nuestros propios hogares, no participando y desaprobando esa práctica en nuestra presencia.

¿Qué puede suceder? ¿Que perdamos una amistad mundana, que acabemos siendo blanco de burlas o descrédito en el ámbito laboral, que se enoje nuestro hijo o un familiar cercano por mantener nuestra identidad sin querer contaminarnos de su pecado?

Hermano o hermana, si usted tiene hijos en edad adulta o adolescente viviendo bajo su techo, y éstos no están comportándose conforme al vivir cristiano, sino que se usan de fornicaciones, drogas, maledicencias y demás prácticas pecaminosas, hoy es día de ser tajantes con ellos, prohibiendo por completo que toda esa inmundicia pecaminosa entre en su casa.

De lo contrario, usted está involucrándose cada día con él, contando como partícipe de ese pecado, situación que va a impedir que siga creciendo espiritualmente, y más bien le va a mantener estancado, infructuoso en la obra del Señor y falto de entendimiento de Su palabra.

Y un último versículo a modo de apunte, para concluir este pensamiento:

"Como quien liga la piedra en la honda, Así hace el que da honra al necio."
Proverbios 26:8




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