EL PRIMOGÉNITO SIN TACHA, Deuteronomio 15:19-21
Consagrarás a Jehová tu Dios todo primogénito macho de tus vacas y de tus ovejas; no te servirás del primogénito de tus vacas, ni trasquilarás el primogénito de tus ovejas. Delante de Jehová tu Dios los comerás cada año, tú y tu familia, en el lugar que Jehová escogiere. Y si hubiere en él defecto, si fuere ciego, o cojo, o hubiere en él cualquier falta, no lo sacrificarás a Jehová tu Dios.
Deuteronomio 15:19-21
REFLEXIÓN:
Dios manda consagrar para sí a todo primogénito macho de vacuno y bovino.
El animal tiene que ser sin tacha, sin defecto alguno, de lo contrario, no es apto para ser consagrado como sacrificio a Dios.
Así pues, el primogénito sin tacha es dado en sacrificio y seguidamente ha de ser comido en el lugar que Dios ha determinado. Y este mandamiento debía de hacerse cada año.
APLICACIÓN:
Gracias a Dios, hemos sido provistos de Su Unigénito para darlo en sacrificio en pago por nuestros pecados.
Pues Jesús de Nazaret siendo Dios, fue sacrificado como hombre, perfecto, sin mancha, sin pecado. Pero hecho por nosotros maldición. Por tal de que pudiéramos ser justificados delante del Padre a través de Cristo.
Unigénito, como único e inigualable, Dios Hijo, el Señor Jesucristo que tras la consumación de su obra redentora en la cruz del Calvario y en su resurrección al tercer día, pasó a ser el Primogénito de entre todos los que vamos a ser resucitados juntamente con él, estos somos los redimidos, los que hemos creído en Jesús y lo aceptamos como Señor y Salvador de nuestra vida, que ha pasado a ser una en Cristo.
Pablo así describe a nuestro Señor Jesucristo en la presentación de su carta a los creyentes en Colosas:
"Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él. Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten; y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, él que es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia; por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud, y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz. Y a vosotros también, que erais en otro tiempo extraños y enemigos en vuestra mente, haciendo malas obras, ahora os ha reconciliado en su cuerpo de carne, por medio de la muerte, para presentaros santos y sin mancha e irreprensibles delante de él;"
Colosenses 1:16-22
Ahora todos los redimidos hemos pasado de muerte a vida y santificados, esto es, apartados para Dios en Cristo, quien es nuestro emplazamiento permanente y nuestro alimento espiritual diario que nos provee de un cada vez más acentuado carácter de Cristo en cada uno de nosotros. Por cuanto de Él adquirimos el sustento para el crecimiento, a través de Su palabra, todos en unidad, como cuerpo de Cristo al que el viene a ser la cabeza.
Y estas son las palabras del Señor Jesús sobre Sí mismo en cuanto a nuestro alimento espiritual:
"De cierto, de cierto os digo: El que cree en mí, tiene vida eterna. Yo soy el pan de vida. Vuestros padres comieron el maná en el desierto, y murieron. Este es el pan que desciende del cielo, para que el que de él come, no muera. Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo. (...) Este es el pan que descendió del cielo; no como vuestros padres comieron el maná, y murieron; el que come de este pan, vivirá eternamente."
Juan 6:47-51 y 58
Con estas palabras el Señor les dice que su vida va a ser entregada para redimir a la humanidad de la muerte, aludiendo al pan que desciende del cielo, como el maná, un alimento que sólo Dios puede proveer, el cual es el verdadero, que aprovecha en lo espiritual, para vida eterna.
Gracias a Dios, por medio del Señor Jesucristo, hemos sido librados de la muerte y de tener que presentarnos delante de Él con un sacrificio animal cada año, tal y como le fue ordenado a Su pueblo en la ley de Moisés.
Porque la ley de Moisés nos conduce a Cristo, el perfecto sacrificio, por quien accedemos al perdón y a la vida eterna.
Ahora, si mas bien la vida es dada en exclusiva por el Hijo, el crecimiento en el conocimiento y la madurez en el Espíritu va a depender de la disposición de cada creyente en alimentarse de Su palabra, la cual Dios ha puesto a nuestro abasto de toda la humanidad con la Biblia.
La Palabra de Dios va transformando nuestro ser conforme más nos alimentamos de ella, conformándonos a la imagen de Cristo. Esto no significa tan sólo leerla o analizarla de forma literaria, sino meditarla y ponerla por obra.
ACCIÓN:
En confrontación con la Palabra he de disponerme a examinar cómo estoy nutriendo mi espíritu, si con la Santa Palabra de Dios, en sometimiento a Cristo o por medio de otras fuentes, que no aprovechan a mi crecimiento espiritual en sabiduría de Dios, sino de hombres.
Y hallo la necesidad de enriquecer mi vida devocional. Lo haré iniciando un plan de lectura no muy ambicioso de la Palabra de Dios, que me permita la reflexión de pequeños pasajes diarios, de los cuales, siguiendo el orden de lectura en oración y sin obviar su contexto, pueda ir extrayendo la enseñanza y la aplicación práctica a mi caminar en Cristo.
Y concluyendo esta reflexión, acompaño el siguiente pasaje:
"Porque debiendo ser ya maestros, después de tanto tiempo, tenéis necesidad de que se os vuelva a enseñar cuáles son los primeros rudimentos de las palabras de Dios; y habéis llegado a ser tales que tenéis necesidad de leche, y no de alimento sólido. Y todo aquel que participa de la leche es inexperto en la palabra de justicia, porque es niño; pero el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal."
Hebreos 5:12-14
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