miércoles, 11 de agosto de 2021

UN LUGAR SANTIFICADO, Deut. 12:4-7.


UN LUGAR SANTIFICADO, Deuteronomio 12: 4-7.

No haréis así a Jehová vuestro Dios, sino que el lugar que Jehová vuestro Dios escogiere de entre todas vuestras tribus, para poner allí su nombre para su habitación, ése buscaréis, y allá iréis. Y allí llevaréis vuestros holocaustos, vuestros sacrificios, vuestros diezmos, y la ofrenda elevada de vuestras manos, vuestros votos, vuestras ofrendas voluntarias, y las primicias de vuestras vacas y de vuestras ovejas; y comeréis allí delante de Jehová vuestro Dios, y os alegraréis, vosotros y vuestras familias, en toda obra de vuestras manos en la cual Jehová tu Dios te hubiere bendecido.
Deuteronomio 12:4-7

REFLEXIÓN:

Tras el largo tiempo en cautiverio en Egipto, el pueblo adquirió pensamientos politeístas y se acostumbró a ver y a usar muchos lugares de culto, sacrificios y ofrendas, tantos como dioses en la cosmovisión egipcia.

El Eterno Dios y el Altísimo Creador de todas las cosas es Único, Santo y Soberano, y por tanto Él mismo va a escoger el lugar que será santificado para Su adoración, ofrendas y sacrificios.

Un emplazamiento especial donde hacer morar Su presencia con el arca del pacto, en Su lugar Santísimo.

El lugar que Dios escogerá será santo y exclusivo, según sus instrucciones, para los menesteres específicos y ni uno más.

APLICACIÓN:

Dios ha venido a hacer morada en nosotros a traves de Cristo Jesús. De modo que todo aquel que cree en el Señor Jesucristo y ha procedido a arrepentimiento, es redimido y hecho morada permanente del Espíritu Santo.

Asimismo el Espíritu Santo, ya morando en nosotros, los creyentes, nos dirige a un emplazamiento costante que es Cristo, por cuanto nuestras vidas han adoptado Su identidad por la obra redentora en la cruz del Calvario.

Hemos venido a ser pues, ese lugar santificado declarado por Dios, donde mora y desde donde recibe toda gloria,  honor y alabanza... El perfecto lugar de comunión con Él.

En palabras de Pablo, inspirado por Dios, puntualiza sobre la importancia de no olvidar el cuidado de nuestro cuerpo sobre todo en el sentido de guardarnos de pecados que atentan directamente contra él, debido a estar siendo usado como envase por el Espiritu Santo:

"¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros? Si alguno destruyere el templo de Dios, Dios le destruirá a él; porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es."

"¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios."

"Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios, edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo, en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor; en quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu."
(1 Corintios 3:16-17, 6:19-20 y Efesios 2:19-22)

Hallamos que no tenemos que ir muy lejos para acercarnos a la presencia de Dios, de modo que no hay excusa para el creyente que no practica una vida devocional activa, con una comunión práctica y constante con Él.

ACCIÓN:

Una vez leído y meditado examino mi vida devocional y me pregunto si, hasta que punto, es aceptable no comunicarme con Dios, morando Su Santo Espíritu en mí, y cuán excusable es no hacerlo por exceso de ocupaciones. Así como el descuidar Su palabra, que al fin y al cabo, es la que me instruye, me enseña y me forma en el carácter de Cristo, identidad que me ha sido dada desde el día que creí en Él.

Dios ha determinado en mí un lugar santificado para que yo Le adore, le ofrezca mis alabanzas, me postre ante Él, y humille mi corazón en reconocimiento de Su Gloria y Su potestad sobre mi vida.

Y aporto un último versículo, muy corto pero muy importante, para culminar esta reflexión:

"Orad sin cesar."
1 Tesalonicenses 5:17







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