SUPREMA HEREDAD. Deutereonomio 18:1-5
Los sacerdotes levitas, es decir, toda la tribu de Leví, no tendrán parte ni heredad en Israel; de las ofrendas quemadas a Jehová y de la heredad de él comerán. No tendrán, pues, heredad entre sus hermanos; Jehová es su heredad, como él les ha dicho. Y este será el derecho de los sacerdotes de parte del pueblo, de los que ofrecieren en sacrificio buey o cordero: darán al sacerdote la espaldilla, las quijadas y el cuajar. Las primicias de tu grano, de tu vino y de tu aceite, y las primicias de la lana de tus ovejas le darás; porque le ha escogido Jehová tu Dios de entre todas tus tribus, para que esté para administrar en el nombre de Jehová, él y sus hijos para siempre.
Deuteronomio 18:1-5
REFLEXIÓN:
Dios deja a los levitas sin parte ni heredad en Israel. Los sacerdotes se alimentarán de lo ofrecido a Jehová, de la ofrenda quemada y de las primicias, porque tienen heredad suprema, la cual es Dios mismo.
Y el Señor los pone como perpetuos administradores en Su nombre.
Y esto iba a requerir de fe por parte de ellos, de una muestra genuina de su confianza con Dios, puesto que, de lo que se vé, nada iba a ser de ellos, sino lo que no se vé, no palpable, de carácter Eterno y valor insuperable.
Sobre esta esperanza, el autor de la carta a los Hebreos va a destacar a algunos de quienes la profesaron para fortalecer su identidad en Cristo ante las persecuciones y las continuas amenazas para que negaran públicamente su fe.
"Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba. Por la fe habitó como extranjero en la tierra prometida como en tierra ajena, morando en tiendas con Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa; porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios."
"Conforme a la fe murieron todos éstos sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos, y creyéndolo, y saludándolo, y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra. Porque los que esto dicen, claramente dan a entender que buscan una patria; pues si hubiesen estado pensando en aquella de donde salieron, ciertamente tenían tiempo de volver. Pero anhelaban una mejor, esto es, celestial; por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos; porque les ha preparado una ciudad."
Hebreos 11:8-11 y 13-16
Puesto que la tribu de Leví, de entre las doce, fue la única que manifestó una plena confianza con respecto a la promesa de Dios a la salida de Egipto, los levitas van a representar el sacerdocio, la consagración y la herencia eterna.
APLICACIÓN:
La confianza en la obra redentora consumada por Cristo en la cruz del Calvario, reconociendo que Jesús es el Señor, que resucitó al tercer día y ascendió a los cielos hasta la diestra del Padre, va a ser ahora, por la gracia de Dios, la que nos aparta del resto de la humanidad, haciendo de nosotros un sacerdocio consagrado en Cristo para Él, y dándonos la mayordomía de toda la provisión llevando el evangelio de Jesucristo al mundo.
"Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable; vosotros que en otro tiempo no erais pueblo, pero que ahora sois pueblo de Dios; que en otro tiempo no habíais alcanzado misericordia, pero ahora habéis alcanzado misericordia."
1 Pedro 2:9-10
Y como este linaje escogido que conformamos la iglesia, en el disfrute de la plenitud en Cristo y de la administración de Su luz, Pedro nos recuerda que de nuestra actitud depende el testimonio y, en consecuencia, el fruto del evangelio. Y por tanto, al igual que los levitas estaban claramente diferenciados del resto de las tribus, desde sus funciones, vestiduras y hasta su alimentación, nosotros debemos marcar también esta diferencia.
"Amados, yo os ruego como a extranjeros y peregrinos, que os abstengáis de los deseos carnales que batallan contra el alma, manteniendo buena vuestra manera de vivir entre los gentiles; para que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores, glorifiquen a Dios en el día de la visitación, al considerar vuestras buenas obras."
1 Pedro 2:11-12
ACCIÓN:
En la lectura de hoy, centrándome en la suprema heredad, me ha surgido a la mente las siguientes palabras que dió el Señor a sus discípulos:
"No temáis, manada pequeña, porque a vuestro Padre le ha placido daros el reino. Vended lo que poseéis, y dad limosna; haceos bolsas que no se envejezcan, tesoro en los cielos que no se agote, donde ladrón no llega, ni polilla destruye. Porque donde está vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón."
Lucas 12:32-34
Y te animo a hacer un ejercicio de introspección, apropiándote de mi pregunta: ¿Dónde está mi corazón?
Sirva este verso para cerrar mi reflexión:
"Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre."
1 Juan 2:17
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