martes, 1 de junio de 2021

UN SELAH AGRADECIDO, Salmos 66:8-15.

UN SELAH AGRADECIDO.

Bendecid, pueblos, a nuestro Dios,
Y haced oír la voz de su alabanza.
El es quien preservó la vida
a nuestra alma, y no permitió
que nuestros pies resbalasen.
Porque tú nos probaste, oh Dios;
Nos ensayaste como se afina la plata.
Nos metiste en la red; Pusiste sobre nuestros lomos pesada carga. Hiciste cabalgar hombres sobre nuestra cabeza; Pasamos por el fuego y por el agua, Y nos sacaste a abundancia. Entraré en tu casa con holocaustos; Te pagaré mis votos, Que pronunciaron mis labios y habló mi boca, cuando estaba angustiado. Holocaustos de animales engordados te ofreceré, con sahumerio de carneros; Te ofreceré en sacrificio bueyes y machos cabríos.
Selah
Salmos 66:8-15

REFLEXIÓN:


Selah... En alabanza inicia, este selah, el salmista que no tarda en argumentar los motivos de su exaltación: La salvaguarda de que sus pies no resbalasen y las pruebas por las que habían sido sometidos por Dios.

Por norma general no suele ser motivo de mucho agrado, el vivir sometidos a prueba. Pero en el caso de quien compone este Salmo, es diferente. Pues conoce bien quien permite estas pruebas y cuál es el propósito de las mismas.

Selah... y la copiosa ofrenda cierra este selah, en agradecimiento tras el repaso
de la dura experiencia probatoria del que sale consolidado.

APLICACIÓN:

El motivo principal de la alabanza en el pasaje de la lectura es el paso por pruebas, no leves.

Son pruebas que hoy día experimenta la iglesia a fin de ser purificados como a plata, seleccionados como a peces de una red, fortalecidos como el que carga peso constante y templados, como el acero al paso por fuego y agua según la voluntad de Dios, forjándonos en el carácter de Cristo.

Por norma general no solemos recibir con gratitud el hecho de ser probados. Pero el salmista, inspirado por Dios, nos enseña que esta es la actitud correcta, ya que sin las pruebas difícilmente podemos salir fortalecidos y en mayor talante de Cristo.

ACCIÓN:

Después de la reflexión de hoy, resuelvo que sólo hay dos maneras de madurar en la fe: ser procesado a base de pruebas o ser dócil y enteramente sumiso a la voluntad de Dios como lo fué Cristo mientras anduvo en la tierra entre nosotros.

Debo reconocer que estoy a años luz de asemejarme en lo mínimo al carácter sumiso de Hijo de nuestro Señor Jesucristo en la voluntad del Padre. Por lo que me es imperantemente necesario desechar desde este mismo momento toda queja y desdén ante las adversidades surgidas en mi diario vivir en este mundo.

Concluyo con el siguiente texto:


habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia; vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor. Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo.
2 Pedro 1:4c-8

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