domingo, 20 de junio de 2021

UN SELAH DE DESOLACIÓN, Salmos 88:8-10.

UN SELAH DE DESOLACIÓN.

Has alejado de mí mis conocidos;
Me has puesto por abominación a ellos; Encerrado estoy, y no puedo salir.
Mis ojos enfermaron a causa de mi aflicción; Te he llamado, oh Jehová,
cada día; He extendido a ti mis manos. ¿Manifestarás tus maravillas a los muertos? ¿Se levantarán los muertos para alabarte?
Selah.
Salmos 88:8-10

REFLEXIÓN:

Selah... Cuán dura es la soledad, cuando esta no es buscada. El salmista se ve envuelto entre el abandono de sus amigos y su desprecio. ¿Cuál de ambos dolerá más?
Sólo, como cosa inmunda a la que todos esquivan y se alejan  se encuentra el que escribe y esgrime en letra su lágrima, para clamar de nuevo a Dios por una pronta respuesta.

Selah... ¿Y cómo le alabarán los muertos y proclamarán las maravillas de Dios? No pueden, alega el afectado, en un intento de salir de este estado tenebroso y desolado en que se ha visto envuelto a causa de las maldades.

APLICACIÓN:

En esta tesitura y con estos pensamientos pueden haberse visto varios de los  hombres de Dios descritos a lo largo de las Escrituras.

José pasó por la frialdad de las abruptas y oscuras paredes de un pozo abandonado, en el cual le lanzaron sus hermanos, sin miramiento alguno, mas reprimiendo su gran deseo de matarlo. José, el rechazado y odiado por sus propios hermanos hasta el punto de desearle la muerte, vendido como esclavo, puesto en cárcel injustamente... Trece años sufridos a causa de la maldad de sus hermanos, formaron en él el carácter suficiente para gobernar la gran potencia mundial que era Egipto.

Moisés tuvo que acabar huyendo de Egipto, los que le criaron lo buscaban para matarlo, los de su sangre lo rechazaban. Un largo camino a pie hasta Madián y cuarenta años cuidando ovejas, le fueron necesarios para tratar su carácter y amoldarlo según el propósito que Dios tenía para con él.
A Sansón, por el cúmulo de sus desplantes  en continua desobediencia, Dios lo abandonó a su suerte despojándole de la fuerza que le caracterizaba. De repente perdió todo el favor de Dios, lo esclavizaron, humillaron y le sacaron los ojos...Fue encadenado y puesto como las mulas en la muela. Largo tiempo tuvo que sufrir, al menos hasta que le creció la cabellera, para que Dios le devolviera las fuerzas para acabar con los filisteos y, en consecuencia, con su propia vida.

¿De quién más diremos? David, Jeremías, los deportados a Babilonia, los cautivos y los dispersados en la lejanía de su tierra y su parentela, los que vivieron en tiempos de ausencia de profeta, durante más de 400 años de silencio de Dios en tiempos oscuros y angustiosos... Todos estos pudieron coincidir en los pensamientos y clamores plasmados por el salmista.

Pero no hay disciplina o adversidad sin resultado, cuando de padre a hijo es dado. Asimismo Dios no permite en vano la angustia de los suyos, sino que para provecho, corrección y propósito Divino es permitido.

ACCIÓN:

De esta misma manera es que Dios permite que cada miembro de su iglesia pase por persecuciones, abandonos, momentos de soledad, adversidades varias... En las que parece no responder a nuestras oraciones.

En el momento de silencio, en medio de lo oscuro de la adversidad, tengamos en cuenta que Dios permite que pasemos aflicciones para forjar nuestro carácter en Cristo. Igual que también Dios envía disciplina a sus hijos cuando éstos no están encaminados en Su voluntad, sino que por senda de desobediencia.

En cualquier de los dos casos, no dejemos de hacer como el salmista, alzar las manos y clamar a Dios, aún en el silencio. Meditemos, corrijamos lo que haya que corregir, fortalezcámonos y dejémonos tratar en humildad y aceptación, sabiendo que para parecernos más a Cristo debemos padecer cada una de las cicatrices de su cuerpo.

Y para los momentos difíciles concluyo con estas dos citas:

"Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados."


"Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria; no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas."

Romanos 8:28 y 2 Corintios 4:17-18

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