miércoles, 9 de junio de 2021

UN SELAH DE NOSTALGIA, Salmos 77:4-9.

UN SELAH DE NOSTALGIA

No me dejabas pegar los ojos;
Estaba yo quebrantado, y no hablaba. Consideraba los días desde el principio, Los años de los siglos.
Me acordaba de mis cánticos de noche; Meditaba en mi corazón,
Y mi espíritu inquiría: ¿Desechará el Señor para siempre, Y no volverá más a sernos propicio? ¿Ha cesado para siempre su misericordia? ¿Se ha acabado perpetuamente su promesa? ¿Ha olvidado Dios el tener misericordia? ¿Ha encerrado con ira sus piedades?
Selah
Salmos 77:4-9

REFLEXIÓN:

Selah... Insomne Asaf, inquieto y enmudecido en su aflicción, se describe en primera persona. La conciencia no le deja en paz, Dios le despierta en la memoria Sus favores de antaño...

Selah... Nostálgico Asaf, deja a su corazón sonar en alabanzas, en pensamientos de lo que fué en su época de bonanza.

Selah... Turbado Asaf, y sus dudas le hacen sopesar si es que acaso se llenó ya el colmo de la paciencia y la misericordia de Dios para con Su pueblo.

APLICACIÓN:

Aunque hemos nacido de nuevo, los cristianos aún mantenemos nuestra naturaleza carnal, aquella que pecó y puede seguir pecando, mas nosotros somos guiados por el Espíritu y nuestra voluntad ha sido sanada y entregada a Dios.
Aún en nuestra nueva identidad en Cristo, caemos, pecamos de diversas maneras en el día a día, mas nos apresuramos a arrepentirnos lo antes posible ya que podemos ver a través de este selah, que:

La carga de un pecado afecta a nuestra estabilidad anímica y emocional:

"No me dejabas pegar los ojos;
Estaba yo quebrantado, y no hablaba."

La carga de un pecado afecta en nuestra relación directa con Dios:

"Me acordaba de mis cánticos de noche; Meditaba en mi corazón,
Y mi espíritu inquiría: ¿Desechará el Señor para siempre, Y no volverá más a sernos propicio? ".

La carga de un pecado nos afecta a nuestra fe en el Señor Jesucristo y en Su Palabra:

"¿Ha cesado para siempre su misericordia? ¿Se ha acabado perpetuamente su promesa? ¿Ha olvidado Dios el tener misericordia? ¿Ha encerrado con ira sus piedades?".


ACCIÓN:

Tras la lectura y meditación del pasaje, la Palabra me muestra cómo Dios cierra su oído a las oraciones  de quienes encubren su pecado.
En el hijo de Dios este cerrar de Su oído hacia nuestras oraciones, es precisamente la señal más clara de que Dios presta especial atención a sus hijos y está al corriente de todo lo que ellos hacen, y siendo conocedor de la causa que nos aflige, nos mantiene en ese estado como llamada de atención para que enderecemos de inmediato los pasos.

Cuanto más tardamos en salir de la desobediencia, más se agravará todo, pudiéndonos acarrear enfermedades o incluso la muerte.

Es hora de atender a las advertencias del Padre y declararle nuestro pecado encubierto, para recuperar de nuevo el gozo y la paz en Cristo que tanto nos caracteriza.

Padre Amado, hoy me doy cuenta que no eres Tú quien me ignora en mi momento de aflicción, sino yo. Me presento totalmente arrepentido de tratar de esconder mi pecado mientras pretendía que aún me favorecieras durante la práctica de ellos. Hoy en mi vergüenza te pido perdón y reconozco Tu inconmensurable amor para conmigo, habiéndome mantenido en este estado de ansiedad, para que vuelva a Tus brazos. Gracias, mi Amado Padre celestial por la oportunidad de volver y te pido que ahora, humillado tras mi experiencia, me des la oportunidad de edificar a mis hermanos.
En el nombre de Tu precioso Hijo y de mi Señor Jesucristo, te lo pido. Amén. 

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