lunes, 21 de junio de 2021

EL SELAH DE LA PROMESA, Salmos 89:1-4.

EL SELAH DE LA PROMESA

Las misericordias de Jehová
cantaré perpetuamente;
De generación en generación
haré notoria tu fidelidad con mi boca. Porque dije: Para siempre será edificada misericordia; En los cielos mismos afirmarás tu verdad. Hice pacto con mi escogido; Juré a David mi siervo, diciendo: Para siempre confirmaré tu descendencia, Y edificaré tu trono por todas las generaciones.
Selah
Salmos 89:1-4

REFLEXIÓN:

Selah... Y la misericordia y fidelidad de Dios para con su pueblo se hace resaltar para siempre en la boca de ellos, por mano y letra de un salmista fuertemente inspirado por Dios. En anuncio de la promesa de reino y Rey que se establecerá para no ser ya jamás removidos en toda la eternidad.

Selah... Y a David, Dios le plació escogerlo como siervo y rey, y plantar en él la promesa del cumplimiento de Su plan eterno de su perpetuo reino en la tierra y sobre toda Su creación.

APLICACIÓN:

Dios es soberano, y Él en Su soberanía ha escogido tratar con un hombre, Abraham y sacar de él descendencia.

Una descendencia que Dios haría multiplicar en gran manera en Egipto, para traerla de vuelta a la tierra que a Dios le gustó dar como eterna propiedad.

Y sobre esta eterna propiedad, Dios aún establece un trono que no será jamás removido, este es, el trono del Rey de reyes y Señor de señores que desciende del linaje de David, según la promesa que Dios le dió a su siervo amado.

"Y cuando tus días sean cumplidos, y duermas con tus padres, yo levantaré después de ti a uno de tu linaje, el cual procederá de tus entrañas, y afirmaré su reino. El edificará casa a mi nombre, y yo afirmaré para siempre el trono de su reino. Yo le seré a él padre, y él me será a mí hijo. Y si él hiciere mal, yo le castigaré con vara de hombres, y con azotes de hijos de hombres; pero mi misericordia no se apartará de él como la aparté de Saúl, al cual quité de delante de ti. Y será afirmada tu casa y tu reino para siempre delante de tu rostro, y tu trono será estable eternamente."
2 Samuel 7:12-16

La promesa del trono de la perpetua misericordia para Su reino, que no será jamás removido, y del Eterno Rey sobre Su trono, ha sido dada a David en revelación del perfecto plan de Dios gestado y planteado desde la atemporalidad de lo Eterno, antes de la fundación del mundo.

Dios habla a David, afirmando su reino para siempre y descubriendo que el Prometido no saldría de su simiente, mas de sus entrañas, sabiendo que de hombre su estirpe se hace por sementera, mas por sus entrañas la da la mujer,
ya le está mostrando a David la pincelada del linaje especial, no improvisado, que Dios ha propuesto para reinar eternamente sobre toda Su creación.

Y ese Rey prometido nació, no por simiente de hombre, sino de Dios puesta en María, descendiente de David, por la que de sus entrañas se dió la gestación y el alumbramiento del Mesías quien, siendo por derecho Divino el Heredero de toda la creación, sería también heredero legítimo al trono de David en el plano terrenal, siendo adoptado como hijo legítimo de José, al que por línea de descendencia le pertocaba ser rey, y lo hubiera sido, de no haber maldición sobre Jeconías, quien en la deportación, Dios maldijo por boca de Jeremías diciendo: " Así ha dicho Jehová: Escribid lo que sucederá a este hombre privado de descendencia, hombre a quien nada próspero sucederá en todos los días de su vida; porque ninguno de su descendencia logrará sentarse sobre el trono de David, ni reinar sobre Judá."
Jeremías 22:30

Así tenemos al Mesías con legítimo derecho al trono celestial por parte de la simiente de Dios puesta en María y terrenal por parte de linaje de José, no por descendencia de sangre, sino por adopción, de manera que no le afecta la maldición de Jeconías sobre su descendencia.

ACCIÓN:

El plan de Dios es perfecto y aunque desde la persperctiva humana sea difícil dilucidar, Dios hace cumplir todo lo planificado, y no deja cabo suelto.

Si aún no has creído en el Señor Jesucristo y en la promesa de Dios de una vida eterna libre de pecado, de dolor y de muerte por medio de Su Hijo Jesús. Sepas que aún estás a tiempo de comprender que no hay nada que los hombres podamos hacer para zafarnos de la muerte, sino depositar nuestra fe en el Señor Jesucristo, quien hizo pago por nuestros pecados en la cruz, redimiendo nuestras vidas con cada gota de Su sangre y, habiendo derramado hasta la última gota, dijo: "Consumado es" y habiendo inclinado la cabeza, entregó Su espíritu por tres días. Al tercer día resucitó de los muertos, más adelante ascendió a los cielos con su cuerpo resucitado y ahora está a la diestra del Padre aguardando cuál sea el momento de volver a esta tierra, no ya a morir por nosotros, pues ya lo hizo, sino esta vez lo hará en toda Su gloria y descargando con toda justicia, todo el peso de Su ira sobre este mundo saturado de maldad.

Así que hoy es día de creer, arrepentirse de la hasta ahora, pasada forma de vivir y aceptar el perdón y la nueva vida en Cristo Jesús como Señor y Salvador de tu alma.

Mas nosotros, los cristianos, hemos sido adoptados como hijos de Dios por medio de Cristo quien, habiéndonos justificado con Su sangre, también nos santifica en Él, haciendo morar en nosotros el Santo Espíritu de Dios, posicionándonos en Su linaje real.

Por lo que medito y resuelvo que, aunque en el plano ya no solo terrenal sino mundano, no consiga descifrar el por qué del panorama que me afecta, Dios ha puesto en mí la promesa de vida eterna y de reinar juntamente con el Señor Jesucristo. Por lo que no debo dejarme amedrentar por lo pasajero del momento, pues Dios trazó Su plan sobre mi vida, la cual ha sido comprada con la Sangre de Jesucristo, y nada ni nadie puede fustrarlo.

Para mí, que estoy en Cristo, y para afianzar mi fe y mi esperanza, me anoto el siguiente pasaje:

"¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; Somos contados como ovejas de matadero. Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro."
Romanos 8:35-39

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