miércoles, 16 de junio de 2021

UN SELAH EN MEMORANDO, Salmos 85:1-2.

UN SELAH EN MEMORANDO.

Fuiste propicio a tu tierra, oh Jehová; Volviste la cautividad de Jacob. Perdonaste la iniquidad de tu pueblo; Todos los pecados de ellos cubriste.
Selah
Salmos 85:1-2

REFLEXIÓN:

Selah... Y sin dilaciones enumera los favores de Dios para con su pueblo.

La propiciación, el rescate y el perdón de Dios que cubrió sus pecados a pesar de toda su rebeldía.

Selah... Es bueno meditar en ello, y el salmista planta su pausa en el verso, en el memorando de las obras de su Rescatador, en vistas de necesitar de nuevo otro rescate.
APLICACIÓN:

Así como los innumerables desplantes del pueblo de Israel para con Dios, acometemos también los creyentes todos los días, a veces a sabiendas y otras tantas sin darnos cuenta.

A pesar de ésto, Dios no nos abandona a nuestra suerte si es que nos encontramos en situación de alejamiento de Su voluntad.

Sino que, en Su gran misericordia y como Padre nuestro, por la adopción que recibimos de Él en Cristo, nos propicia en consecuencias para que acudamos a Él y arrepentidos, volvamos de nuevo a Su amparo.

Bien escribió Jeremías en el libro de las Lamentaciones:

"Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias. Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad."
Lamentaciones 3:22-23

Estas nuevas misericordias relacionadas con la destrucción de la ciudad y el cautiverio, toda construcción hecha añicos, pero Dios los mantuvo con vida aunque en cautividad y no en bonanza, para corrección  y castigo por desobediencia.

Dios no nos abandona a nuestra suerte, mas bien nos hará caer en tantas disciplinas posibles para corregirnos, acercarnos a Él y formarnos en el carácter de Cristo.

ACCIÓN:

Leo, medito y resuelvo en preguntarme si será que Dios propicia mi situación para que retome de nuevo mi atención hacia Él.

Y como el salmista, rememoro todo aquello que Dios ha hecho en mí, de todos sus favores y del punto donde me encuentro hoy. Y me pregunto si necesito de nuevo otro rescate y humillarme a los pies de Cristo pidiendo perdón por mis desobediencias.

Bordando la confrontación de la Palabra hacia mi persona, cito a Santiago diciendo:

"Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros. Pecadores, limpiad las manos; y vosotros los de doble ánimo, purificad vuestros corazones. Afligíos, y lamentad, y llorad. Vuestra risa se convierta en lloro, y vuestro gozo en tristeza. Humillaos delante del Señor, y él os exaltará."
Santiago 4:8-10

Señor, Dios Todopoderoso y Padre Amado. Tú me rescataste de mis miserias, me trajiste a Ti, me pasaste de muerte a vida y me adoptaste en Cristo.
Amado Padre celestial, en contrición por mis pecados te pido perdón y rescate, pues por mis propias fuerzas no sé salir de la situación en la que mi propia desobediencia me ha llevado. En el nombre de Jesús, te lo pido.
Gracias, Dios Todopoderoso, por propiciar este momento para que yo volviera a Ti, esta vez, con la experiencia y fortaleza suficientes como para no caer de nuevo con la misma piedra.
A Ti sea toda la gloria y todo el honor, por los siglos de los siglos. Amén.

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