lunes, 14 de junio de 2021

UN SELAH EMINENTE, Salmos 84:1-4.

UN SELAH EMINENTE.

¡Cuán amables son tus moradas,
oh Jehová de los ejércitos!
Anhela mi alma y aun ardientemente desea los atrios de Jehová;
Mi corazón y mi carne cantan al Dios vivo. Aun el gorrión halla casa,
Y la golondrina nido para sí, donde ponga sus polluelos, cerca de tus altares, oh Jehová de los ejércitos, Rey mío, y Dios mío. Bienaventurados los que habitan en tu casa; Perpetuamente te alabarán.
Selah
Salmos 84:1-4

REFLEXIÓN:

Selah... Y amable es la palabra que utiliza el traductor en este pasaje, cuando el salmista atribuye al Templo de Dios, la característica que muestra la intención de Dios de atraer al hombre a Su presencia.

Los atrios de Jehová, fervorosamente deseados por quien escribe, acercan al hombre a la presencia de Dios a través de la alabanza, mientras pasea al descubierto sobre ellos, en cántico audible y espiritual.

Selah... Y se contrasta a Dios en Su cualidad amorosa como cobijo a los animalillos frente a Su cualidad poderosa como Jehová de los ejércitos.

Rey mío, y Dios mío, reconoce el que escribe, pues por Él ha sido creado para Su gloria y honra.

APLICACIÓN:

En tiempos veterotestamentarios la presencia de Dios se veía localizada en el Tabernáculo y en el posterior Templo de Salomón, donde sólo podían acceder al summum de Su presencia, quienes fueran del linaje de Aarón de la tribu de Leví.

En la actualidad y desde hace algo más de dosmil años, la presencia de Dios se ha hecho accesible a todo aquel que deposita su fe en el Señor Jesucristo, el Hijo de Dios, siendo Su sangre derramada en la cruz, la que nos limpia de todo pecado y nos hace real sacerdocio apto para entrar al Lugar Santísimo.

Aún así, debemos recordar que a Su presencia, el Sumo Sacerdote debía presentarse previamente santificado y en santidad, en acción de gracias y alabanza. Y esto mismo nos toca en parte, para lograr de nuestra relación íntima con Dios, la fuente de confianza, santificación y fruto óptima y agradable al Padre.
Y en parte nos toca, pues la santificación nos es dada por medio de Jesucristo, luego el camino en santidad lo logramos única y exclusivamente por medio de Cristo y en arrepentimiento por nuestros continuos desplantes. Por lo cual a nosotros nos queda ofrecerle agradecimiento y alabanza por nuestro rescate y en reconocimiento de Su majestuosidad.

Reconoced que Jehová es Dios; El nos hizo, y no nosotros a nosotros mismos; Pueblo suyo somos, y ovejas de su prado. Entrad por sus puertas con acción de gracias, por sus atrios con alabanza; Alabadle, bendecid su nombre. Porque Jehová es bueno; para siempre es su misericordia, y su verdad por todas las generaciones.
Salmos 100:3-5

ACCIÓN:

Leo, medito y examino cuál sea mi forma de acercarme al Padre en los momentos de oración y de intimidad con Él.

Y me pregunto si estoy acercándome a Él con una actitud según es de Su agrado, o de lo contrario, estoy mostrando altivez en mi rostro al pensarme merecedor de Sus favores.

Sólo me queda orar:

Señor, Dios Todopoderoso y Padre Amado, te doy las gracias por Tu perfecta Palabra que me confronta y me instruye en mi caminar diario según tu Santa voluntad. Te pido perdón por mi arrogancia al no ponerte en primer lugar en gran parte de mi día y en gran parte de mis pensamientos y planes. Porque Tú eres mi dador de vida a través de Tu Hijo y mi Señor, Jesucristo. Porque por Ti todas las cosas subsisten y sin Ti jamás hubiéramos existido. Enséñame a perfeccionar mi forma de acercarme a Tu presencia y permíteme permanecer allí para Tu gloria y honra. A ti sean toda la gloria, toda la honra, el honor y la alabanza. Por los siglos de los siglos.
Amén. 

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