Con mi voz clamé a Dios,
A Dios clamé, y él me escuchará.
Al Señor busqué en el día de mi angustia;
Alzaba a él mis manos de noche, sin descanso; Mi alma rehusaba consuelo.
Me acordaba de Dios, y me conmovía;
Me quejaba, y desmayaba mi espíritu. Selah
Salmos 77:1-3
REFLEXIÓN:
Selah... Sin dejar de clamar para ser escuchado, Asaf describe la situación entre el lamento, buscando el beneplacito de Dios y el rechazo de quien no quiere dejar de lado la causa que lo aflige.
Selah... Y es la queja, la inquietud y la conmoción, esas sensaciones del que se sabe estar mal, mas se absorta en el desconsuelo.
APLICACIÓN:
En el diario vivir en la fe cristiana vamos a encontrarnos muchos campos de minas repletos de tentaciones diversas a punto de estallar. Lo peligroso de las minas antipersonas es que se hallan tan mimetizadas en el escenario que apenas se dejan ver, pero allá están, esperando estallar en el primer contacto.
Debemos reconocer que, aunque conocemos perfectamente lo que está bien y lo que está mal, son muchas veces las que nuestra carne se va a decantar por lo malo sin que se lo impidamos.
Este hecho nos aflige el alma, ya que con ello contristamos al Espíritu Santo que mora en nosotros.
El mal momento del cristiano se puede alargar a una compleja situación de angustia si es que existe dentro de sí un pecado, el cual se resiste a desechar.
ACCIÓN:
Leo, medito y me pregunto: ¿Cuál es mi pecado no confesado que me mantiene inquieto? ¿Qué es aquello que no quiero desechar, pero me impide la pronta respuesta del Padre y Su consuelo?
Sea lo que fuere, nuestra determinación ha de ser la de zafarnos lo antes posible de las tentaciones para no caer en ellas, y mucho menos, mantenernos en ellas.
Y aquí un pequeño pero contundente versículo, para finalizar el pensamiento.
y al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado.
Santiago 4:17
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