martes, 31 de mayo de 2022

CRISTO EN EL CENTRO, 1 Crónicas 16:1-3

CRISTO EN EL CENTRO, 1 Crónicas 16:1-3

Así trajeron el arca de Dios, y la pusieron en medio de la tienda que David había levantado para ella; y ofrecieron holocaustos y sacrificios de paz delante de Dios. Y cuando David acabó de ofrecer el holocausto y los sacrificios de paz, bendijo al pueblo en el nombre de Jehová. Y repartió a todo Israel, así a hombres como a mujeres, a cada uno una torta de pan, una pieza de carne, y una torta de pasas.
1 Crónicas 16:1-3

En el inicio del capítulo dieciseis del primer libro de Crónicas llegamos al colofón del traslado del arca del Pacto a la ciudad de David.

El rey hizo levantar una tienda expresamente destinada a albergar el arca y allí fue colocada, justo en medio de ella.

De inmediato se ofrecieron sacrificios y, al finalizar, David bendijo al pueblo repartiendo a todos los presentes pan, carne y pasas.

David era el rey que quiso compartir con todo el pueblo el gozo de albergar por fin el arca en su casa.

Y así en medio de Su pueblo, habitó Jesús, quien también fue llamado Emanuel, que significa Dios con nosotros.

Jesús es el Hijo Unigénito que fue dado por Dios a nosotros para que a través de Él alcanzáramos la reconciliación con Dios, accediendo por Él al perdón y a la vida eterna.

Porque el Hijo de Dios puso Su vida en pago por nuestros pecados en la cruz del Calvario y al tercer día la volvió a tomar, resucitando de entre los muertos, rompiendo así el dominio de la muerte en el hombre.

Cuarenta días después ascendió a la diestra del Padre y desde ahí intercede por nosotros, aguardando el día en que ha de volver, ya no para morir, sino para juzgar a las naciones y reinar en toda Su gloria y por toda la eternidad.

Mientras tanto, con la llegada del Espíritu Santo a morar en cada cual que cree en el Señor Jesucristo, se dió el nacimiento de Su iglesia.

Y este milagroso acontecimiento marcaría para siempre un antes y un después en los tiempos, con Cristo como punto de referencia y con Cristo en el centro de la iglesia y por cabeza de ella, en el Espíritu Santo.

Y así, tal como el rey David cuando recibió el arca del Pacto en la tienda que levantó, también la iglesia compartía con los demás el gozo de albergar la santa presencia de Dios en sus vidas, de modo que día tras día iban creciendo en número.

Y esta es la obra del Espíritu Santo, que viniendo a morar en el creyente, éste es llevado a someter su carne a la voluntad de Dios, en sacrificios de alabanza y en la partición del pan y del vino, que son la carne y la sangre de Cristo, a través del evangelio de salvación, para que más personas puedan disfrutar de la nueva vida en Él.

Y es que, cuando Cristo está en el centro de la vida del hombre, éste es despertado a ofrecer sacrificios de alabanza, sacrifica su carne y se alimenta de Cristo, el pan de vida y agua de vida eterna.Y además proclama a Cristo, a toda alma, para su salvación.

En el apostol Pablo tenemos un buen ejemplo de vida centrada en Cristo. Quien, por medio de sus cartas aseguró el fundamento de la iglesia como apostol a los gentiles, desde el siglo primero y hasta la actualidad, a todo aquel que las lee.

Pues por sus raíces, estudios y nivel social y religioso, Pablo tenía de qué jactarse y aún así, dijo de todo ello:

"Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo, y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe;"
Filipenses 3:7-9

Y es que Pablo, que antes fue un perseguidor de la iglesia llamado Saulo, fue impactado por la presencia del Señor. Gloria tal que hasta le dejó ciego por tres días y en un ayuno total, hasta la confirmación de su llamado por medio de Ananías.

Y aquel que tres días antes destilaba odio contra la iglesia, ahora iba a sufrir en su carne por amor a ella, por cuanto el Señor lo puso por apostol a los gentiles.

Y aunque tuvo que padecer duramente de inicio a fin de su ministerio, jamás se leyó de él que desistiese en ninguna de sus misiones sino que, aún desde el calabozo más oscuro y nauseabundo, hizo notorio su gozo en Cristo.

Porque un corazón centrado en Cristo está tan lleno de Su presencia que no puede quedar espacio para el desánimo o el ensimismamiento.

Pero debemos reconocer que esas dos nocivas actitudes suelen ser muy habituales en la iglesia actual. ¿Será que no ponemos a Cristo en el centro de nuestra vida?

Hay que reconocer que cada día se nos hace más denso este mundo, más inaguantable, a causa de los acontecimientos y las consecuencias de toda esta maldad que ya la tierra no puede tragar.

Pero, si tenemos a Cristo en el centro, Su  gozo y Su paz no han de verse alterados por ningún elemento externo.

Pensemos que David no pudo acceder al interior de la tienda que albergaba el arca, y aún así en ese momento para él fue el de mayor regocijo en su reinado. ¿Acaso no tendremos, nosotros, mayor gozo que él, siendo nosotros esa tienda que alberga al Espíritu Santo de forma permanente?

¡Ay, si nos tocara sufrir al menos una décima parte de lo que le tocó padecer a Pablo!

Tomaremos sus palabras para nuestro aprendizaje y sea Cristo el centro de nuestra vida.

"Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí."
Gálatas 2:20




















lunes, 30 de mayo de 2022

ME HARÉ MÁS VIL, 1 Crónicas 15:27-29

ME HARÉ MÁS VIL, 1 Crónicas 15:27-29

Y David iba vestido de lino fino, y también todos los levitas que llevaban el arca, y asimismo los cantores; y Quenanías era maestro de canto entre los cantores. Llevaba también David sobre sí un efod de lino. De esta manera llevaba todo Israel el arca del pacto de Jehová, con júbilo y sonido de bocinas y trompetas y címbalos, y al son de salterios y arpas. Pero cuando el arca del pacto de Jehová llegó a la ciudad de David, Mical, hija de Saúl, mirando por una ventana, vio al rey David que saltaba y danzaba; y lo menospreció en su corazón.
1 Crónicas 15:27-29

Finalizando el capítulo quince, el cronista narra la jubilosa entrada del arca del Pacto a la ciudad de David, sin escatimar en el detalle de la contrastada reacción de su mujer Mical, al verlo entrar danzando en celebraciones y despojado de sus vestiduras de rey.

Después de esto, el matrimonio entre David y Mical se saldó sin hijos pues, ¿qué mujer cuidaría de un hijo, despreciando ésta a su padre?

Sobre este hecho, podemos leer en el segundo libro de Samuel:

"Volvió luego David para bendecir su casa; y saliendo Mical a recibir a David, dijo: ¡Cuán honrado ha quedado hoy el rey de Israel, descubriéndose hoy delante de las criadas de sus siervos, como se descubre sin decoro un cualquiera! Entonces David respondió a Mical: Fue delante de Jehová, quien me eligió en preferencia a tu padre y a toda tu casa, para constituirme por príncipe sobre el pueblo de Jehová, sobre Israel. Por tanto, danzaré delante de Jehová. Y aun me haré más vil que esta vez, y seré bajo a tus ojos; pero seré honrado delante de las criadas de quienes has hablado. Y Mical hija de Saúl nunca tuvo hijos hasta el día de su muerte."
2 Samuel 6:20-23

Pero Mical no consiguió hacer sentir mal al rey con sus desprecios, ya que mayor era el gozo de haber traído la presencia de Dios en el arca, a su casa, cosa que bien merecía ese reproche otra y mil veces más, o hasta el final de los tiempos.

Y todo lo que el arca representaba se hizo presente en la persona de Dios Hijo, hecho hombre, el Señor Jesucristo.

Jesús vino una primera vez para poner Su vida por la nuestra para el perdón de nuestros pecados y, volviéndola a tomar en Su resurrección al tercer día, nos abrió el acceso en Él a la vida eterna, reconciliándonos con Dios por medio del Hijo, para Su gloria y honra. Como dice el verso emblema del evangelio de Juan:

"Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna."
Juan 3:16

Una vez resucitado y ascendido a la diestra del Padre, se dió el nacimiento de la iglesia con la llegada del Espíritu Santo para morar en todo aquel creyente en Jesucristo, como Señor y Salvador personal.

La iglesia, pues, formada por hombres y mujeres de toda edad, lengua, tribu y nación, está unida, aún en su diversidad, por un mismo sentir en el Espíritu Santo, y encaminada a un cada vez más marcado carácter de Cristo.

Pero igual que un cuerpo está formado por muchos miembros, en la iglesia de Cristo somos muchos creyentes, cada cual en su nivel de madurez, y encaminados al  crecimiento del cuerpo de Cristo como un sólo hombre.

Cuando el nivel de madurez en un cristiano es bajo, suele fluctuar tanto la fe que puede pasar de la euforia a la vergüenza, si es que no se está alimentando bien de la Palabra de Dios.

En los primeros tiempos de la iglesia hubo una vez una actitud en Pedro que Pablo tuvo que reprender delante de todos, y es que se avergonzaba tanto de sus hermanos gentiles delante de los judíos, que actuaba con hipocresía, siendo que se comportaba diferente con los gentiles según estaban o no presentes los judíos.

"Pero cuando Pedro vino a Antioquía, le resistí cara a cara, porque era de condenar. Pues antes que viniesen algunos de parte de Jacobo, comía con los gentiles; pero después que vinieron, se retraía y se apartaba, porque tenía miedo de los de la circuncisión. Y en su simulación participaban también los otros judíos, de tal manera que aun Bernabé fue también arrastrado por la hipocresía de ellos."
Gálatas 2:11-13

Llama la atención que esta contradicción le aconteciera a Pedro siendo apostol. Tal pareciera que el sentimiento de Mical se adueñara de él conforme se acercaran los judíos, delante de los gentiles. Lo cierto es que muchos cristianos nos hemos acostumbrado a actuar de forma diferente según estamos entre hermanos o entre incrédulos, aunque esto no debería ser así.

También es posible que alguno de nosotros, cristianos, convivamos con uno o más familiares incrédulos.

El ambiente suele estar bien mientras no les hablemos de Cristo. Quizá tengamos la libertad de escuchar y cantar alabanzas en casa, y hasta nos acompañen en la oración de gratitud por la comida, al bendecir los alimentos.

Pero cuando llega el momento de tratar con ellos directamente la Palabra de Dios, sacan las garras y expulsan por su boca la mayor variedad de maldiciones que jamás esperaríamos que expresara, ni siquiera, nuestro peor enemigo...

Suele ser doloroso ver que un ser querido tan cercano, como un cónyuge, padres o hijos, viven en la perdición sin querer reconocer a Jesús en sus vidas.

Pero la tristeza más dolorosa, hasta las entrañas, se experimenta cuando el que se avergüenza, nos ridiculiza o insulta a causa de Cristo es, además, un hermano en Cristo, desnutrido de Palabra y oración, que rechaza cualquier consejo o expresión pública del evangelio.

Debemos reconocer que en este caso nuestra carne pide a gritos salir para ponernos a su altura en 'defensa propia', aunque gracias a Dios, el Espíritu Santo nos reconviene para no caer en la tentación.

Quizá tenemos el privilegio de vivir en un entorno pacífico y en un mismo sentir en Cristo Jesús, aunque no estamos exentos de sufrir este tipo de ataques y desprecios por parte de amistades o compañeros de trabajo.

Sea como fuere, a todo cristiano nos va a tocar sentir ese rechazo del mundo, ya que el mundo está influenciado por Satanás. Y por esta razón estamos llamados a portar al mundo, con aún más firmeza, la luz de Cristo.

Así que para la próxima vez que recibamos un rechazo tal como el de Mical al rey David, le recordaremos y diremos : "Aún me haré más vil por tal de glorificar a Cristo".

Y para todo aquel que lee y aún no se haya decidido a aceptar a Jesús como Señor y Salvador personal, sepa que Dios no solamente tiene mensaje de amor a quien en Él cree sino, también, clara advertencia a quien lo rechaza:

"El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él."

"Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras, de éste se avergonzará el Hijo del Hombre cuando venga en su gloria, y en la del Padre, y de los santos ángeles."
Juan 3:36 y Lucas 9:26




















domingo, 29 de mayo de 2022

EL PERFECTO SACRIFICIO, 1 Crónicas 15:26

EL PERFECTO SACRIFICIO, 1 Crónicas 15:26

Y ayudando Dios a los levitas que llevaban el arca del pacto de Jehová, sacrificaron siete novillos y siete carneros.
1 Crónicas 15:26

Con la ayuda de Dios, los levitas pudieron llevar a cabo el traslado con sacrificios incluídos.

El número siete tiene el significado espiritual de la plenitud o totalidad y la  perfección, el cual fue el número de sacrificios por novillos y carneros que acompañaron al arca del Pacto en su trayecto.

Siendo que el arca propiamente venía a representar a Cristo, por la naturaleza de los materiales nobles con la que estaba construída y por la función de cada elemento de ella, teniendo por colofón el propiciatorio custodiado con los querubines, donde se llevaba a cabo la expiación de los pecados del pueblo, el hecho que le acompañaran siete sacrificios, por partida doble, venía a confirmar la perfección del sacrificio de Aquel cuya sangre servirá por propiciación para el perdón de los pecados delante de Dios, Jesucristo Hombre.

Por tanto el pueblo, sin saberlo, pregonaba durante el traslado al perfecto Redentor dado por Dios a los hombres y Su perfecto sacrificio.

Pues era necesario un Redentor, por cuanto al hombre le es imposible salvarse a sí mismo de sus pecados, por su propia naturaleza corrompida desde la simiente de Adán.

Porque no hay justo ni aún uno, e igualmente recalca la Palabra de Dios que no hay ningún hombre en el mundo que haga el bien y nunca peque, Dios, en Su inconmensurable amor y misericordia, trazó un perfecto plan de salvación desde la eternidad para que, con toda justicia, el hombre pueda hallarse justificado delante de Dios.

Y mientras el pueblo de Dios era formado y tratado hasta el tiempo perfecto en que el Mesías naciera de una virgen y en cumplimiento de todas las circunstancias, conforme a lo anunciado en los Salmos y los profetas, el Justo y Santo Dios de amor y misericordia permitió que los hombres pudieran acercarse a Él o cuanto menos, hallar la expiación de sus pecados, a base de unos concretos sacrificios de animales, de modo que el inmolado venía a sufrir todo el peso de la ira de Dios sobre el pecado, quedando el hombre libre de tal paga. 

Porque la paga del pecado es la muerte, dice el Señor en Su palabra, y un Dios Justo y verdadero no podía pasar por alto Su propia justicia, servía el sacrificio animal como sombra del perfecto sacrificio que consumaría el Hijo de Dios en la cruz del Calvario.

Y con la consumación de este perfecto sacrificio, la justicia de Dios se manifestaba en Su gracia para el hombre por medio de la fe, dando fin a las obras de la ley, para su salvación por el perdón y la vida eterna en Cristo Jesús, Señor y Dios Todopoderoso.

"Porque el fin de la ley es Cristo, para justicia a todo aquel que cree."
Romanos 10:4

Libres, pues, en Cristo, de todo yugo del pecado y puestos en nueva vida como hijos de Dios por el Espíritu Santo que viene a morar en nosotros, todo creyente viene a constituir la iglesia de Cristo, la cual recibe, según el propósito de Dios, la labor principal de portar la luz de Cristo al mundo, para la salvación de las almas.

Pero puede suceder que un creyente inmaduro o ignorante del evangelio, y por ende, de la Palabra de Dios, se deje embaucar por aquellos pensamientos humanos que pretenden la salvación por méritos propios, por medio de las obras.

Esto estaba aconteciendo con unos creyentes judeo cristianos del primer siglo que, habiéndose convertido a Cristo durante el famoso Pentecostés inmediato a la ascensión del Señor a la diestra del Padre, se volvieron a sus lugares de origen, continuando sus vidas conforme a las tradiciones judías bajo el yugo de la ley de Moisés.

Por tal motivo les fue remitida una carta muy contundente y explícita hacia la perfección del sacrificio de Cristo y de su perpetuo Sumo Sacerdocio para con todo aquel que en Él cree.

"Y ciertamente todo sacerdote está día tras día ministrando y ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, que nunca pueden quitar los pecados; pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios, de ahí en adelante esperando hasta que sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies; porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados."
Hebreos 10:11-14

Porque de entre ellos había quienes aún usaban de la práctica de sacrificios, según el judaísmo, mientras que otros creían que, a cada vez que caían en pecado, debían de nuevo acudir al sacrificio de Jesús en la cruz del Calvario, como si su nuevo nacimiento en Cristo hubiera dejado de tener validez en cada caída.

De modo que el autor de la carta a los Hebreos apelaba a sus conciencias constantemente, para que su confianza fuera plena y exclusiva en el trono de la gracia de Dios, en Cristo Jesús, dejando atrás los viejos preceptos de la ley.

"Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne, y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios, acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura. Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió."
Hebreos 10:19-23

El evangelio de Jesucristo es bien claro en cuanto a que la salvación del hombre es por gracia, por medio de la fe en Él, y en cuanto a la seguridad de salvación en Él por cuanto Perfecto, Fiel y Verdadero es el que prometió, el mismo que dió a Su Hijo para que en Su vida, vivamos y en Su muerte, muramos al pecado cada día más, y hasta que lleguemos a la perfección del carácter de Cristo en cada uno de Sus hijos.

Pero hay que reconocer que, en nuestra debilidad humana, son muchas las veces que nos dejamos llevar por la carne, al no estar manteniendo una vida devocional minímamente activa en comunión con el Señor.

De entre todas estas veces, hay ocasiones que es tal o cuán grave la caída que nuestra propia vergüenza nos priva el retomar nuestra relación con el Padre, autoimpidiéndonos a nosotros mismos el perdón y la restauración en Cristo Jesús, pensándonos inmerecedores de ser perdonados.

Lo cierto es que ni en ese momento ni cuando fuimos perdonados la primera vez que conocimos a Cristo, hemos merecido algún favor de Dios que no fuera la propia muerte. Es por eso que la salvación es por gracia, no por obras, para que nadie se gloríe.

Por lo tanto nadie debe sentirse merecedor de ser salvo, asimismo nadie debe sentirse inmerecedor de ser perdonado (porque es Dios quien lo hace en Su santa y perfecta voluntad).

Así que, si hoy es uno de esos días en que la duda quiso hacer mella en nuestra conciencia a causa de aquel pecado que pensamos con mayor poder que la sangre de Cristo y que Su perfecto sacrificio, sea hoy el día de limpiar nuestros pensamientos y restaurar nuestra relación con el Padre, recordando que no es nuestro el derecho de ser perdonados, sino de Dios, en Cristo, la voluntad de hacerlo.

"Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro."
Hebreos 4:15-16























sábado, 28 de mayo de 2022

LECCIÓN APRENDIDA, 1 Crónicas 15:1-14

LECCIÓN APRENDIDA, 1 Crónicas 15:1-14

"Hizo David también casas para sí en la ciudad de David, y arregló un lugar para el arca de Dios, y le levantó una tienda. Entonces dijo David: El arca de Dios no debe ser llevada sino por los levitas; porque a ellos ha elegido Jehová para que lleven el arca de Jehová, y le sirvan perpetuamente."

"Y llamó David a los sacerdotes Sadoc y Abiatar, y a los levitas Uriel, Asaías, Joel, Semaías, Eliel y Aminadab, y les dijo: Vosotros que sois los principales padres de las familias de los levitas, santificaos, vosotros y vuestros hermanos, y pasad el arca de Jehová Dios de Israel al lugar que le he preparado; pues por no haberlo hecho así vosotros la primera vez, Jehová nuestro Dios nos quebrantó, por cuanto no le buscamos según su ordenanza. Así los sacerdotes y los levitas se santificaron para traer el arca de Jehová Dios de Israel."
1 Crónicas 15:1-2 y 11-14

Después de la presentación al mundo de su reinado tras la victoria contra los filisteos, David retomó su misión de trasladar el arca a Jerusalén.

Su primer intento fue un desastre que acabó con la vida de Uza y, en medio del duelo, dejó el arca en custodia de Obed-edom, en su casa.

Tres meses estuvo ahí hasta que el rey David reanudó el traslado.

Esta vez no va a dejarse llevar por las prisas ni por sus formas sino que ya, con la lección aprendida, cumplirá a rajatabla con los requisitos de cómo trasladar el arca, que Dios detalló a Moisés desde que le fueran dadas las instrucciones de construirla.

David se equivocó y su error trajo una fatal consecuencia. Pero este bache no le hizo desistir de la misión ni cejar en el empeño de mantenerse en el error.

Sino que, comprendiendo que en su primera vez no buscó el consejo de cómo hacerlo, ahora se molestaría en buscar en el libro de la ley las directrices Divinas.

El arca de la Alianza era el objeto más importante y santo en Israel el cual representaba la presencia de Dios entre Su pueblo.

Y Dios se hizo presente entre los hombres en el Señor Jesucristo quien, siendo Dios, nació como hombre y se dió a Sí mismo en pago para la redención de nuestros pecados.

El Señor anduvo predicando el evangelio del reino durante un tiempo estimado de tres años, en Israel. En lo que duró Su ministerio, la cantidad de sus discípulos se contaba por millares. Pero, cuando llegó el día en que fue entregado a muerte en la cruz del Calvario, muchos de ellos se apartaron de Él, interpretando Su muerte como una derrota. Desistieron pues de seguir a Cristo.

Pero un gran número de discípulos, incluídos los doce escogidos por Jesús para ser Sus apóstoles, permanecieron unidos en oración y ruego. De modo que fueron testigos de Su resurrección, de Su estancia con ellos, en cuerpo glorificado, durante cuarenta días y de Su ascensión a la diestra del Padre.

Al recuento de testimonios, de miles que siguieron a Jesús durante Su muestra de milagros y señales, acabaron quedando algo más de quinientos fieles discípulos creyentes.

Gracias a Dios que, con la llegada del Espíritu Santo durante la celebración del Pentecostés, millares de indecisos, curiosos y visitantes fueron alcanzados con la verdad de Cristo y vueltos a Él.

Porque la obra que es hecha por el Espíritu Santo es convincente y perfecta para la conversión del hombre en Cristo Jesús, la cual se da con el anuncio del evangelio de Jesucristo, para la salvación del hombre.

En aquellos tiempos hubo un hombre que llegó a saber de Jesús, por medio de Juan el bautista, y reconoció en Él al Señor y Salvador, y lo predicaba con gran pasión de modo que muchos le escuchaban. Pero aún no conocía nada sobre la obra regeneradora del Espíritu Santo y, por ende, también la desconocían sus oyentes.

Este hombre, llamado Apolos, conseguía convencer a muchos de los caminos del Señor,  pero no se convertían a Él.

Pero Priscila y Aquila, dos colaboradores del apóstol Pablo lo escucharon predicar y pudieron explicarle mejor el evangelio de salvación, de modo que a partir de entonces fue contado junto con Pedro y Pablo, por el gran alcance de su predicación a las almas.

Una vez más podemos ver por medio de David y de Apolos que, en cuanto a llevar la presencia de Dios a los hombres, no basta con las buenas intenciones, sino que la Palabra ha de tener presencia y cumplimiento para que la vida sea llevada a cabo.

Pues del modo en que David, aprendiendo la lección, se instruyó en la ley para poder trasladar el arca de manera eficaz hasta Jerusalén, Apolos se instruyó, por el evangelio, en todo aquello que no llegó a conocer desde Juan el bautista y hasta el nacimiento de la iglesia, para poder llevar de forma eficaz la luz de Cristo a todo hombre.

En algún momento de nuestra vida cristiana nos ha acontecido que nos hemos precipitado en la obra del Señor, dejandonos llevar por las ganas de alcanzar a muchos con la presencia de Dios por medio de nuestro testimonio en Cristo. Pero que, en la ignorancia de las Escrituras y de la voluntad de Dios a causa de nuestra inmadurez propia de todo neófito, solo hemos conseguido causar el efecto contrario.

Estos acontecimientos nos hacen, al principio, detenernos por un tiempo hasta llegar a entender el por qué de nuestro fracaso y, aprendida la lección, vamos creciendo en el conocimiento de la santa y perfecta voluntad de Dios en su preciosa Palabra, y de Sus designios para con cada uno de sus hijos y para con toda la humanidad.

Sea pues, que no volvamos a tropezar en los errores que nos dieron antes un fracaso, sino que del fracaso nos alcemos hacia la perfección a un cada vez más marcado carácter de Cristo.

Una oración hay, en el día de hoy, de la que nos podemos apropiar, conforme Job rogaba a Dios:

"Yo conozco que todo lo puedes, Y que no hay pensamiento que se esconda de ti. ¿Quién es el que oscurece el consejo sin entendimiento? Por tanto, yo hablaba lo que no entendía; Cosas demasiado maravillosas para mí, que yo no comprendía. Oye, te ruego, y hablaré; Te preguntaré, y tú me enseñarás. De oídas te había oído; Mas ahora mis ojos te ven. Por tanto me aborrezco, Y me arrepiento en polvo y ceniza."
Job 42:2-6

















viernes, 27 de mayo de 2022

ENCOMENDADO A DIOS, 1 Crónicas 14: 16-17

ENCOMENDADO A DIOS, 1 Crónicas 14:16-17 

Hizo, pues, David como Dios le mandó, y derrotaron al ejército de los filisteos desde Gabaón hasta Gezer. Y la fama de David fue divulgada por todas aquellas tierras; y Jehová puso el temor de David sobre todas las naciones.
1 Crónicas 14:16-17 

En el capitulo número catorce, el cronista evidencia la obediencia de David a Dios, desde el inicio de su reinado, punto que contrasta claramente con el de su antecesor rey, Saúl. 

Pues, cuando llegó a oídos de los Filisteos que David había subido al trono sobre Israel, se levantaron a hacer guerra contra él. 

Y David, aún conociéndolos desde adentro, por cuanto anduvo entre ellos cuando Saúl buscaba matarlo, pidió consejo a Dios al respecto: 

"Entonces David consultó a Dios, diciendo: ¿Subiré contra los filisteos? ¿Los entregarás en mi mano? Y Jehová le dijo: Sube, porque yo los entregaré en tus manos."
1 Crónicas 14:10 

Y como David actuó en obediencia, según el consejo, Dios le dió la victoria. 

Pero los Filisteos se levantaron en contraataque y, ¿qué hizo David? ¿Acaso se aventuró a actuar del mismo modo que antes, por cuanto así Dios le había instruído? No, sino que volvió a Él en busca de un nuevo consejo. 

"David volvió a consultar a Dios, y Dios le dijo: No subas tras ellos, sino rodéalos, para venir a ellos por delante de las balsameras."
1 Crónicas 14:14 

Conforme a la nueva instrucción actuó en obediencia, teniendo por resultado la victoria contra los filisteos y un inicio de su reinado en gran poder y buena fama sobre las naciones. 

En contraportada, y aún siendo dos buenos ejemplos a seguir en el pueblo de Dios, tenemos a Aarón y a Moisés, que aún habiendo recibido claras instrucciones, en una ocasión se dejaron llevar por sus presunciones, actuando como mejor les pareció a ellos. 

A continuación, un muy breve panorama, pero el justo para entender el caso: 

El escenario ronda el desierto de Zin, un pueblo sediento y enfurecido contra Dios y contra Moisés y una peña de la que Dios haría brotar aguas para saciarlos. ¿Cómo se llevó a cabo el milagro? Acá leemos las instrucciones: 

"He aquí que yo estaré delante de ti allí sobre la peña en Horeb; y golpearás la peña, y saldrán de ella aguas, y beberá el pueblo. Y Moisés lo hizo así en presencia de los ancianos de Israel."
Éxodo 17:6 

Así que Moisés golpeó la peña con la vara y de ella salieron las aguas para dar de beber al pueblo. 

Dentro de este mismo escenario, el acontecimiento se va a repetir tiempo después: el mismo pueblo, airado y con sed, la peña de la que ya vieron brotar aguas y un Moisés recibiendo instrucciones al respecto. 

"Toma la vara, y reúne la congregación, tú y Aarón tu hermano, y hablad a la peña a vista de ellos; y ella dará su agua, y les sacarás aguas de la peña, y darás de beber a la congregación y a sus bestias."
Números 20:8 

Esta vez Dios le da una instrucción diferente. El instruído, acompañándose de Aarón, ya no golpeará la roca, sino que le hablará y de ella sola brotará el agua. 

La orden era bien sencilla de ejecutar, en cualquier caso, eran dos presentes, por si acaso alguno de los dos pudiera decir "no escuché bien lo que nos ordenó Dios que hagamos", siempre quedaría el otro para aclararlo. 

Pero no obedecieron, ni el uno, ni el otro. Sino que el primero se contagió de la avidez del enojo popular, encendiéndose se dejó llevar e hizo lo que ya sabía según su experiencia pasada: golpear y sacar agua. Su acompañante Aarón simplemente no hizo nada, dejando hacer a Moisés según le parecía porque "¿para qué hablar a la peña si uno puede golpearla? Sí Moisés, tú haz que yo me quedo mirando aquí callado", nada que ver con la instrucción de Dios. 

La consecuencia supuso lo peor para ellos dos: no pisar la tierra que Dios les daba por heredad, a la cual Moisés y Aarón se dedicaron a tiempo completo y con todas sus fuerzas a encaminar a un pueblo numeroso y difícil... Trabajo que bien hubiera merecido el premio. 

He aquí el castigo ejemplar, que Moisés, subiendo a Abarim y a Nebo, ya no bajaría más de allí. El pueblo no vería más el rostro de aquel que allá estaba cuando nació cada uno de sus habitantes, junto con Josué y Caleb. 

Y para que conste, quedará plasmado en la historia, entre las letras de la ley, para ser sabido de generación en generación. 

Y he aquí la dificultad del hombre por mantenerse en obediencia desde que pecara Adán. Porque, por su desobediencia toda la humanidad, se ha visto irremediablemente repelida de la Santa presencia de Dios, por su simiente corrompida por el pecado. 

Y como no hay justo, ni aún uno, como dijera David en su Salmo y citara después Pablo para enseñanza a la iglesia en Roma, Dios mandó a Su Hijo unigénito quien, siendo Dios, nació como hombre para morir como tal pero sin pecado, para hacer justicia sobre la injusticia. 

De modo que todo aquel que cree en el Señor Jesucristo y lo tiene por Salvador personal, es justificado en Él delante de Dios, recibiendo el perdón por medio de Su obra en la cruz del Calvario y la vida eterna por Su resurrección al tercer día. 

Habiendo ascendido el Señor a la diestra del Padre, se dió inicio a la iglesia de Cristo. La que, morada por el Espíritu Santo, según el número de sus miembros, cada uno en particular, ya no es guiada por el parecer de su carne y por sus propias presunciones, sino por la perfecta voluntad del Espíritu, que es la voluntad de Dios. 

De este modo alentaba Pedro a los cristianos judíos de la dispersión, quienes, por la gravedad de las persecuciones contra ellos, se veían tentados a desistir del esforzado camino de la fe. 

"Puesto que Cristo ha padecido por nosotros en la carne, vosotros también armaos del mismo pensamiento; pues quien ha padecido en la carne, terminó con el pecado, para no vivir el tiempo que resta en la carne, conforme a las concupiscencias de los hombres, sino conforme a la voluntad de Dios."
1 Pedro 4:1-2 

Y por cuanto más fácil le es al hombre seguir su propia prudencia que la voluntad de Dios, Pedro reconviene: 

"Y: Si el justo con dificultad se salva, ¿En dónde aparecerá el impío y el pecador? De modo que los que padecen según la voluntad de Dios, encomienden sus almas al fiel Creador, y hagan el bien."
1 Pedro 4:18-19 

Y en la reflexión devocional tras la lectura de hoy, concluiremos rogando al Padre que ponga en nosotros un corazón obediente como el de David, encomendando a Dios nuestro día a día. 

"Encomienda a Jehová tu camino, y confía en él; y él hará."
Salmos 37:5





















jueves, 26 de mayo de 2022

LOS FRUTOS DEL REINO, 1 Crónicas 14:3-7

LOS FRUTOS DEL REINO, 1 Crónicas 14:3-7

Entonces David tomó también mujeres en Jerusalén, y engendró David más hijos e hijas. Y estos son los nombres de los que le nacieron en Jerusalén: Samúa, Sobab, Natán, Salomón, Ibhar, Elisúa, Elpelet, Noga, Nefeg, Jafía, Elisama, Beeliada y Elifelet.
1 Crónicas 14:3-7

David ya había tenido hijos antes de ser coronado en Jerusalén sobre las doce tribus.

Aún así, el cronista nos comenta cómo de Jerusalén se tomó a más mujeres y de ellas tuvo más hijos.

De entre los nacidos en Jerusalén se encuentra Salomón, el que le sucederá en el trono y extenderá la fama de su reino por todas las naciones.

La poligamia jamás formó parte del modelo de familia que Dios mostró en Su creación. Sino que Dios creó al hombre, llamando Adán a varón y a hembra, siendo ambos la humanidad, para que la unión de ellos dos viniese a ser una sola carne, y nadie más.

Además que ya lo expresó Dios claramente a través de Moisés, en su discurso próximo a cruzar el Jordán, en previsión de que algún día el pueblo de Dios sería gobernado por reyes de carne y hueso, sobre cuál debía de ser el comportamiento del rey.

"Pero él no aumentará para sí caballos, ni hará volver al pueblo a Egipto con el fin de aumentar caballos; porque Jehová os ha dicho: No volváis nunca por este camino. Ni tomará para sí muchas mujeres, para que su corazón no se desvíe; ni plata ni oro amontonará para sí en abundancia."
Deuteronomio 17:16-17

Así pues, permitido pero no aprobado, por cuanto es contrario a la voluntad de Dios tocante al comportamiento del rey de Israel, David tuvo varias mujeres y concubinas que le hicieron aumentar en gran número su prole.

Y de la descendencia de David nació el Hijo de Dios, el Redentor, el Señor Jesucristo.

A Jesús lo cuestionaban los sacerdotes y los ancianos de Israel, no queriendo reconocerlo como el Mesías a pesar de las señales y milagros exclusivamente Mesiánicos que el Señor daba cumplimiento delante de sus narices.

Dada la incredulidad de éstos Jesús los posicionó por detrás de los publicanos y de las rameras, por cuanto ellos sí que lo reconocieron, dando frutos en el reino de Dios, por medio de su fe.

Y así Jesús se usó de la parábola de los malos labradores, para ilustrar la demanda de estos frutos. Conclusión con la que sentenció directamente su falta de fruto digno de arrepentimiento y de ser partícipe en el reino.

"Jesús les dijo: ¿Nunca leísteis en las Escrituras: La piedra que desecharon los edificadores, Ha venido a ser cabeza del ángulo. El Señor ha hecho esto, Y es cosa maravillosa a nuestros ojos? Por tanto os digo, que el reino de Dios será quitado de vosotros, y será dado a gente que produzca los frutos de él."
Mateo 21:42-43

Sobre esto ya había advertido Juan, cuando los principales se acercaban durante los bautismos:

"Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento, y no penséis decir dentro de vosotros mismos: A Abraham tenemos por padre; porque yo os digo que Dios puede levantar hijos a Abraham aun de estas piedras. Y ya también el hacha está puesta a la raíz de los árboles; por tanto, todo árbol que no da buen fruto es cortado y echado en el fuego."
Mateo 3:8-10

Porque igual de improductivo es el que no da fruto alguno, como el que lo da malo, ya que el fruto determina la naturaleza de quien lo produce. Jesús nos lo mostró, también, de esta manera:

"Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos? Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos. No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos. Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y echado en el fuego. Así que, por sus frutos los conoceréis."
Mateo 7:16-20

Si bien se estaba refiriendo a los falsos profetas, teniendo, los miembros del Sanedrín, la erudición escritural y la autoridad legal en Israel, su mal fruto los constituía como tales.

Y es que sólo en Cristo puede haber fruto, pues Él es la vida, y estos fariseos y sacerdotes no quisieron aceptarlo.

Pero a todo el que cree que Jesús es su Señor y Salvador personal, Dios le da el perdón de sus pecados y la vida eterna.

También le es dado el Espíritu Santo, quien se ocupará de santificar a cada creyente, llevándolo a un cada vez más marcado carácter de Cristo.

En esta santificación es manifiesto el fruto del Espíritu, el cual sólo puede darse en Cristo.

De manera que la práctica religiosa del cristianismo por el mero hecho de ejercer una liturgia, de nada sirve sin Cristo.

No se puede creer en Él y no tener fruto, de otro modo, no se trataría de una fe genuina.

David fue confirmado por rey sobre Israel y no perdió el tiempo en asegurarse su descendencia, con hijos como frutos.

A cada uno de los creyentes en Cristo, como miembros de Su cuerpo somos y Él nuestra cabeza, no caigamos en la soberbia de aquellos fariseos, buscando frutos por sus propios medios, seamos más bien fructíferos como David, en vistas del reino, para la gloria de Dios.

Porque sin Cristo no hay fruto que valga:

"Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer."
Juan 15:5



















miércoles, 25 de mayo de 2022

SEÑAL DE CONFIRMACIÓN, 1 Crónicas 14:1-2

SEÑAL DE CONFIRMACIÓN, 1 Crónicas 14:1-2

Hiram rey de Tiro envió a David embajadores, y madera de cedro, y albañiles y carpinteros, para que le edificasen una casa. Y entendió David que Jehová lo había confirmado como rey sobre Israel, y que había exaltado su reino sobre su pueblo Israel.
1 Crónicas 14:1-2

Aún era reciente la tragedia acontecida a Uza a causa del fallido y posterior traslado del arca a Jerusalén. Y, habiéndola dejado en casa de Obed-edom, un nuevo acontecimiento confirmó el inicio del reinado de David.

Pues Hiram, un rey fenicio, fue movido a enviar materia prima, mano de obra y embajadores al rey David en Jerusalén.

Se mostraba así, oficialmente, el aval de Dios a David, sobre esta nueva etapa de su vida.

Porque Dios mandó ungir a David, en su juventud, para cumplir este mandado, el de reinar sobre todo Israel conforme a Su  voluntad, y hacer de él un linaje especial por el cual nacería el Cristo, pues así lo pactó Dios con David por medio de Natán.

"Y cuando tus días sean cumplidos, y duermas con tus padres, yo levantaré después de ti a uno de tu linaje, el cual procederá de tus entrañas, y afirmaré su reino. El edificará casa a mi nombre, y yo afirmaré para siempre el trono de su reino."
2 Samuel 7:12-13

Y el Cristo nació. Siendo Dios, se hizo hombre y habitó entre nosotros. Viviendo como nosotros, pero sin pecado, experimentó cada etapa de la vida humana en el transcurrir del tiempo.

Así que el Eterno aprendió a esperar, y a formarse como persona desde su nacimiento, niñez y adolescencia, hasta su edad adulta.

Y aunque el Señor Jesucristo nació siendo Dios y Rey desde la eternidad, en Su humanidad le tocó aguardar el tiempo perfecto en que debía manifestarse al hombre.

Llegado el momento se dió la señal de confirmación que daba inicio a Su ministerio sobre la tierra, en la que no debía dejar duda alguna a los testigos, de Su santa y eterna identidad.

"Y Jesús, después que fue bautizado, subió luego del agua; y he aquí cielos le fueron abiertos, y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma, y venía sobre él. Y hubo una voz de los cielos, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia."
Mateo 3:16-17

Y aunque el pueblo de Dios presenció en Jesús el cumplimiento de todas las señales y milagros Mesiánicos mostrados en los profetas y en los Salmos, desde Su nacimiento y hasta Su muerte, resurrección y ascensión a la diestra del Padre, la representación de Israel no quiso aceptar a este Mesías, porque no se ajustaba a su ideal, según sus intereses político-sociales.

Y aunque la iglesia nació en Jerusalén, pronto trascendió fronteras alcanzando, la gracia de Dios, no sólo a judíos sino también a los gentiles de toda lengua, tribu y nación.

Y en el inicio de esta expansión tuvo parte, sin saberlo, un joven Saulo de entre los fariseos, que formó parte de los que lapidaron a Esteban, iniciando una gran persecución contra todo aquel que reconociera públicamente a Cristo como Señor y Dios.

Pero Dios tenía un plan con este Saulo, así que el Señor se le presentó con el gran resplendor de Su gloria, tanto así que se quedó ciego. Y no le quedó otra que reconocer a Dios en el Cristo resucitado y glorificado, diciendo: "Señor, ¿qué quieres que yo haga?"

En respuesta, el Señor le reveló todo cuanto debía sufrir en su ministerio por amor a Cristo y para Su gloria y honra, porque él llegaría a ser Pablo, el apóstol a los gentiles y el mayor revelador de los misterios de Dios guardados por todos los tiempos antiguos, para la iglesia de Cristo.

Aún así, y aunque Bernabé lo presentó personalmente ante los apóstoles dando fe de su testimonio de conversión, devolvieron a Saulo a Tarso, su ciudad de origen,de donde no salió hasta que por los propios apóstoles le fue dada la confirmación de su ministerio.

"Después fue Bernabé a Tarso para buscar a Saulo; y hallándole, le trajo a Antioquía."

"Entonces los discípulos, cada uno conforme a lo que tenía, determinaron enviar socorro a los hermanos que habitaban en Judea; lo cual en efecto hicieron, enviándolo a los ancianos por mano de Bernabé y de Saulo."
Hechos 11: 25 y 29-30

Porque Saulo, al que Dios le puso el nombre de Pablo, por mucho que se empeñó, no pudo iniciar su ministerio en el primer día de su llamado, sino que, entre los días de su ceguera y el gran revuelo en Damasco por su testimonio, tal que hasta lo querían matar, debió ser apartado en espera del tiempo oportuno en que Dios confirmara su llamado.

Cuando cada uno de nosotros nacimos en Cristo, un gran celo de Dios rezumaba por cada poro de nuestra piel y todo nos parecía malo, porque nuestro Padre celestial nos mantenía en Sus brazos y el Espíritu Santo recién había venido a morar en nosotros, haciéndonos experimentar tal llenura que ya no queríamos volver a pisar jamás este mundo.

Pero aunque con el bautismo recibimos el llamado que todos los creyentes tenemos como iglesia, el de portar la luz de Cristo al mundo, nuestro corto o nulo conocimiento de la Palabra, así como nuestra fragilidad espiritual en nuestros primeros pasos, nos ha llevado a muchos, por no decir a todos, a errores y tropiezos más o menos graves que nos han obligado a detenernos por un tiempo, como a la espera.

Y no es que nos vaya a señalar el Padre desde los cielos con Su voz, como a Jesús, para que todo el mundo oiga "este es mi hijo amado, en quien tengo complacencia", pero sí que dará señal de confirmación de cuándo ha llegado el tiempo de nuestra madurez, en que nuestro ministerio va a poder llevarse a cabo según el propósito de Dios, por el Espíritu Santo y en un cada vez más marcado carácter de Cristo.

Del mismo modo debemos reconocer que en nuestro día a día son muchos los pasos que damos sin esperar si se ajustan o no a lo que Dios tiene en Su voluntad para nosotros.

Si David supo esperar veinte años y Pablo aceptó volverse a Tarso hasta que los apóstoles lo llamaran. Y es más, si el mismo Señor Jesucristo, siendo Dios Eterno, se sujetó al paso del tiempo en la espera del inicio de Su ministerio y del tiempo del cumplimiento de Su plan de redención... ¿Cómo no aceptar nosotros la espera de cuál sea la voluntad de Dios en nuestras vidas?

Sea que en el día de hoy este precioso Salmo se entone en nuestros labios y se aplique en nuestro corazón:

"Oh Jehová, de mañana oirás mi voz; De mañana me presentaré delante de ti, y esperaré."
Salmos 5:3
























martes, 24 de mayo de 2022

BENDICIÓN EN SU PRESENCIA, 1 Crónicas 13:13-14

BENDICIÓN EN SU PRESENCIA, 1 Crónicas 13:13-14

Y no trajo David el arca a su casa en la ciudad de David, sino que la llevó a casa de Obed-edom geteo. Y el arca de Dios estuvo con la familia de Obed-edom, en su casa, tres meses; y bendijo Jehová la casa de Obed-edom, y todo lo que tenía.
1 Crónicas 13:13-14

Tras el fatídico suceso de la muerte de Uza durante el traslado del arca, David, impactado, abortó la misión de llevarla, por el momento, hasta Jerusalén.

Escogió pues la casa de Obed-edom como el lugar en que reposara el arca de la Alianza, un tiempo prudencial hasta que pudiera ser llevada a la capital.

A Obed-edom le tocaría albergar el arca por la cual murió Uza. Aquel arca que también había causado graves estragos a los filisteos, antes de ser devuelta a Israel, donde reposó por largo tiempo en la casa de Abinadab.

Así pues, el rey hizo morar en el hogar de Obed-edom al más preciado e importante objeto en Israel, en el cual se representaba y manifestaba la presencia de Dios, y cuyo interior albergaba las tablas con los diez mandamientos dados por Dios a Moisés.

Un trimestre fue el tiempo que reposó el arca en el lugar. Tiempo más que suficiente para que Obed-edom y toda su familia y pertenencias se vieran grandemente bendecidas por Dios.

Pero esto no sucedió así por el largo tiempo de estancia en la casa de Abinadab. Pues en veinte años de estar ahí, el arca no supuso para él y su familia algún cambio relevante con respecto a la cotidianidad de su vida anterior a esta etapa.

Y pasando a otra etapa en la historia, Dios Hijo vino a habitar entre Su pueblo en un habitáculo de carne y huesos, tan humano como todo hombre, pero viviendo sin pecado, el Señor Jesucristo.

Él vino para cumplir Su plan eterno de salvación, dándose a muerte en sacrificio y resucitando al tercer día, para el perdón y la vida eterna a todo aquel que en Él cree y lo reconoce como Señor y Salvador personal.

Pero antes de esto, el Señor anduvo por un tiempo de al menos tres años anunciando al pueblo la llegada de su reino y tomando para Sí discípulos y apóstoles, que más adelante se ocuparían de extender el evangelio y establecer los fundamentos de la iglesia.

Doce de entre sus discípulos fueron los que el Señor seleccionó para desempeñar  la labor apostólica. Estos doce convivieron diariamente con Dios mismo hecho carne durante todo el tiempo ministerial de Jesús.

Y quitando a Judas Iscariote, el traidor, veremos que no todos los apóstoles asimilaron la presencia del Señor entre ellos de la misma manera.

Por un lado, Pedro reconocía que Jesús era Dios:

"Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente."
Mateo 16:16

En cambio, Felipe, no supo dilucidar Su identidad durante todo el tiempo en que el Señor estuvo con ellos, sino que tuvo que declarárselo Jesús mismo de Su propia boca:

"Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos el Padre?"
Juan 14:9

Los dos fueron grandemente bendecidos, por el gran privilegio de seguir y servir al Señor de primera mano, en sus días sobre la tierra. Pero la bendición a Pedro fue mayor, por cuanto pudo reconocer a Dios en el Señor Jesucristo.

Le dió la bendición de ser quien abriera el evangelio a los gentiles, en Cesarea, con la conversión de Cornelio y de toda su casa. Además, antes, ya fue uno de los tres privilegiados que vieron a Jesús transfigurado y hablando con Elías y con Moisés, en una muestra de cuando el Señor venga en Su reino.

Porque el Señor ya vino, murió, fue sepultado, resucitó al tercer día y ascendió a la diestra del Padre. Pero ha de volver, porque lo ha prometido, ya no a morir por nosotros, sino a reinar y a juzgar a todas las naciones en toda Su gloria.

Mientras tanto, todos los creyentes en Cristo conformamos Su iglesia y anunciamos Su evangelio de salvación, además de Su segunda venida, para el arrepentimiento y la salvación de las almas.

Y de la iglesia del primer siglo hallamos enseñanza, pues a ella se escribieron varias epístolas en cada región donde se congregaba.

Por ejemplo, de la iglesia sita en Éfeso, vemos, por la carta de Pablo, cómo sus inicios fueron de gran bendición, en obediencia y servicio a Dios según Su voluntad. Pero décadas después el Señor hace escribir a Juan una carta para la misma iglesia Efesia, en la que ha de exhortarle por haber dejado de tener en cuenta a Dios en su obra.

Y es que la presencia de Dios está en todo creyente, en toda la iglesia de Dios. Pero no todo creyente y toda la iglesia se beneficia de ella.

Del mismo modo que Abinadab convivió con el arca por dos décadas sin que nada aconteciera en particular a causa de la presencia de Dios en su casa, somos muchos los creyentes que convivimos en Cristo por el Espíritu Santo, que mora en nosotros, pero no vivimos en apreciación de Él, sino más bien ocupados en lo terrenal y pasajero, como antes de nuestra etapa en Cristo.

Seamos más bien como Obed-edom, que por poco que se posó el arca en su casa, dejó que la presencia de Dios morara en toda ella y que sus bendiciones trascendieran de generación en generación.

Recitaremos como David, en alabanza:

"Me mostrarás la senda de la vida; En tu presencia hay plenitud de gozo; Delicias a tu diestra para siempre."
Salmos 16:11


















domingo, 22 de mayo de 2022

COMO DIOS MANDA, 1Crónicas 13

COMO DIOS MANDA, 1 Crónicas 13

"Entonces David reunió a todo Israel, desde Sihor de Egipto hasta la entrada de Hamat, para que trajesen el arca de Dios de Quiriat-jearim."

"Y llevaron el arca de Dios de la casa de Abinadab en un carro nuevo; y Uza y Ahío guiaban el carro."

"Pero cuando llegaron a la era de Quidón, Uza extendió su mano al arca para sostenerla, porque los bueyes tropezaban. Y el furor de Jehová se encendió contra Uza, y lo hirió, porque había extendido su mano al arca; y murió allí delante de Dios. Y David tuvo pesar, porque Jehová había quebrantado a Uza; por lo que llamó aquel lugar Pérez-uza, hasta hoy."

1 Crónicas 13: 5, 7 y 9-11

Los que se reunieron en Hebrón llevaban tres días de celebraciones cuando David decidió llamar a todo Israel a unirse al convite.

Con el llamamiento se mandó traer también el arca del Pacto, la cual se mantuvo por veinte años en casa de Abinadab, desde que la devolvieran los Filisteos.

El arca del Pacto, también conocida por la de la Alianza o la del Testimonio, se mandó hacer por Dios a Moisés bajo unas instrucciones muy específicas que debieron cumplirse escrupulosamente.

Tan escrupulosa debía ser también la forma de trasportarla, según Dios mandó explícitamente cómo y por quién debía de hacerse.

"Y meterás las varas por los anillos a los lados del arca, para llevar el arca con ellas."

"Cuando haya de mudarse el campamento, vendrán Aarón y sus hijos y desarmarán el velo de la tienda, y cubrirán con él el arca del testimonio; y pondrán sobre ella la cubierta de pieles de tejones, y extenderán encima un paño todo de azul, y le pondrán sus varas."
Éxodo 25:14 y Números 4:5-6

Así que el arca debía ser cargada a hombros de los levitas hijos de Aarón por medio de unas varas específicas para transportarla sin llegar a tocarla.

El arca del Pacto no era cualquier cosa, sino el elemento más importante del tabernáculo, el cual contenía las tablas de los diez mandamientos, algo de maná que guardó Moisés del desierto y la vara florecida de Aarón.

Además el arca representaba la misma presencia de Dios y ésta se ubicaba en el Lugar Santísimo, donde sólo podía acceder el sumo sacerdote una vez al año.

Pero la emoción del festejo y las ganas de que el traslado se hiciera lo antes posible provocaron que David cometiera el error de llevar el arca como a él le pareció mejor.

Así que un carro llevado por bueyes fue la mejor opción de David para trasladarla, poniendo a Uza y a Ahío por guías.

Además, Uza, aunque levita, ni siquiera era coatita, como los hijos de Aarón, sino de los de Merari.

Y aunque la intención de David era buena, su decisión se saldó con la muerte de Uza, otro que también actuó con la buena intención de sostener el arca, algo que jamás debiera haberse necesitado, de haberla transportado como Dios manda.

El error de David queriendo gestionar el traslado del arca a su manera evidencia un defecto muy habitual del ser humano. Sin ir más lejos, su antecesor, el rey Saúl acabó muy mal a causa de esto.

Porque a Saúl le pesó más dejarse llevar por su propio criterio e impresiones a la hora de tomar sus decisiones, anteponiendo su propia prudencia a la Palabra de Dios.

Como resultado, el Espíritu de Dios se apartó de él, dejándolo a expensas de un espíritu maligno que lo perturbaba.

Y sobre esto escribió Salomón, con la sabiduría que Dios le dió, en su libro de Probervios:

"Fíate de Jehová de todo tu corazón, Y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, Y él enderezará tus veredas."
Proverbios 3:5-6

Y también:

"Hay camino que al hombre le parece derecho; Pero su fin es camino de muerte."
Proverbios 14:12

Cierto es que toda mala decisión trae consigo su consecuencia. Pero ésta nos tiene que servir para volver a caer en el mismo error.

Por ejemplo Pablo, en su inicio ministerial, se dejó llevar por su parecer y elocuencia a la hora de predicar el evangelio en Atenas, por lo que le pareció que sería buena idea amoldar el mensaje según lo que a los atenienses les gustaba escuchar.

Citó incluso a uno de sus sabios por tal de que recibieran el mensaje con simpatía:

"Porque en él vivimos, y nos movemos, y somos; como algunos de vuestros propios poetas también han dicho: Porque linaje suyo somos."
Hechos 17:28

Pero cuando llegó el momento de hablar de la resurrección de Cristo, las burlas no le permitieron llegar a ultimar el evangelio de salvación, quedando el mensaje inconcluso.

Esto le sirvió a Pablo para aprender a centrarse en la Palabra y a no desviarse de ella en lo más mínimo, de manera que podemos contar, al menos, treinta y dos veces en que Pablo recurre a la expresión "escrito está" para aludir directamente a las Escrituras en sus trece epístolas recogidas en la Biblia.

Está bien aprender de los errores. Pero cuando los errores se pueden evitar atendiendo a la voluntad de Dios, ceñidos en Su palabra, lo ideal es aprender obediencia.

Por el momento, a nosotros los creyentes en Cristo, como hijos disciplinados, nos sirva para hoy esta concreta petición a nuestro Padre celestial, para aprender a vivir como Dios manda:

"Enséñame, oh Jehová, tu camino; caminaré yo en tu verdad; Afirma mi corazón para que tema tu nombre."
Salmos 86:11



















sábado, 21 de mayo de 2022

COMO UN SÓLO HOMBRE, 1 Crónicas 12:23-38

COMO UN SÓLO HOMBRE, 1 Crónicas 12:23-38

"Y este es el número de los principales que estaban listos para la guerra, y vinieron a David en Hebrón para traspasarle el reino de Saúl, conforme a la palabra de Jehová: "

"Todos estos hombres de guerra, dispuestos para guerrear, vinieron con corazón perfecto a Hebrón, para poner a David por rey sobre todo Israel; asimismo todos los demás de Israel estaban de un mismo ánimo para poner a David por rey."
1 Crónicas 12:23 y 38

El tiempo de persecución terminó con la muerte de Saúl y tres de sus hijos. El trono fue sucedido por Es-baal, el único hijo que le quedó con vida, quien puso por capital a Mahanaim, al otro lado del Jordán.

Durante este tiempo David tuvo el reconocimiento de Judá y Benjamín, y reinaba sobre ellos en Hebrón. Pero el resto de las tribus rendían pleitesía a Es-baal, aunque éste acabó decapitado por dos de sus propios oficiales a tan sólo dos años de su reinado.

Por siete años y medio Hebrón tuvo el privilegio de albergar el trono de David.
Hasta que finalmente el resto de las tribus se puso de acuerdo en reconocerlo por rey sobre todo Israel.

Se dice que vinieron a David con corazón perfecto y en un mismo ánimo para ponerlo por rey. Esto resalta la convicción y la unanimidad de todo el pueblo para hacer de ellos una única nación, como un sólo hombre.

Como dijo Daniel: "Dios quita reyes y pone reyes."

Cuando Dios creó al hombre, Adán lo llamó, lo puso a reinar sobre la tierra. Adán era libre de hacer lo que quisiera y Dios le puso un sólo mandamiento: "Del fruto de todo árbol puedes comer, pero del fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás. Porque el día que de él comas, ciertamente morirás."

Todos conocemos que Adán no obedeció a esta única norma, por el mero hecho de que todos morimos por ley, pues así está establecido, "que todos los hombres mueran una sola vez y, después de esto, el juicio", según leímos de Pablo. Muerte que vino por consecuencia de la desobediencia de Adán.

En esa desobediencia se perdió no mucho, sino todo lo concerniente a la vida, ya que el hombre se vió irremediablemente repelido de la santa presencia de Dios.

Además perdió la facultad de mantener su señorío sobre la tierra, por cuanto fue desterrado de Edén, y llevado al mundo contaminado por su pecado y dominado por la muerte, cual dominio le arrebató Satanás.

Pero esto a Dios no le pilló por sorpresa, sino que en Su omnisciencia ya había trazado el perfecto plan para la redención del hombre y la restitución del trono al perfecto Rey, que esta vez ya no será Adán, sino Su propio Hijo, en representación de toda la Deidad.

Dios estableció que este Rey viniera por linaje de David. Así que, siendo Dios, se haría hombre, nacería, crecería y viviría como tal, pero sin pecado. Para darse a Sí mismo en sacrificio en pago por el pecado de toda la humanidad (porque la paga del pecado es la muerte) se daba a muerte el  Perfecto Hombre sorbiendo a la muerte en victoria.

Y con Su resurrección al tercer día se abría el acceso a la vida eterna, en restauración de la relación de Dios para con el hombre, siendo el hombre reconciliado con Él por medio del Señor Jesucristo.

Tras Su ascensión a la diestra del Padre, nos envió el Espíritu Santo, quien nos traslada de muerte a vida dándonos una nueva identidad en Cristo, la cual es la de ser hechos hijos de Dios.

Y los hijos de Dios constituimos Su iglesia, la cual espera el día en que Él ha de volver, porque Él volverá, pues así lo ha establecido, ya no para darse de nuevo en sacrificio, sino para reinar eternamente en toda Su gloria.

Será entonces cuando todas las naciones reconocerán que Él es el Rey de reyes y Señor de señores, porque por mil años se sujetarán a Él, antes del día del juicio ante el gran trono blanco.

Mientras tanto la iglesia camina como un sólo hombre, cuyo cuerpo es formado por cada uno de los creyentes y cuya cabeza es Cristo. Para crecer unánimamente y con corazón perfecto en testimonio del Redentor y Perfecto Rey, el Señor Jesucristo.

Y ahora Dios manda a través de Su iglesia, a todos los hombres, en todo lugar, que se arrepientan, como podemos leer de Pablo, predicando en Atenas, el cual proseguía, diciendo:

"por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó, dando fe a todos con haberle levantado de los muertos."
Hechos 17:31

Para que por el arrepentimiento y mediante la fe en el Señor Jesucristo sea cada vez más el número de miembros que compone el cuerpo de Cristo, el cual, unidos en un mismo Espíritu, crezcamos hacia Su perfección, para Su gloria y honra.

Así, siendo en Cristo como un sólo hombre, sigamos hoy el consejo de Pablo:

"Por lo demás, hermanos, tened gozo, perfeccionaos, consolaos, sed de un mismo sentir, y vivid en paz; y el Dios de paz y de amor estará con vosotros."
2 Corintios 13:11










viernes, 20 de mayo de 2022

PROTEGIDO DE TODO MAL, 1 Crónicas 12:1-2

PROTEGIDO DE TODO MAL, 1 Crónicas 12:1-2

Estos son los que vinieron a David en Siclag, estando él aún encerrado por causa de Saúl hijo de Cis, y eran de los valientes que le ayudaron en la guerra. Estaban armados de arcos, y usaban de ambas manos para tirar piedras con honda y saetas con arco. De los hermanos de Saúl de Benjamín:
1 Crónicas 12:1-2

El capítulo doce inicia presentándonos a aquellos que apoyaron a David estando él en el exilio.

Porque Siclag, aunque era una tierra repartida en Israel por heredad, esta no llegó a desalojarse de sus anteriores pobladores, por lo que venía a ser territorio filisteo.

Y allí estaba David, entre los filisteos en Siclag, ciudad que se le asignó como asilo en compensación por su servicio al rey Aquis mientras se encontraba huído de Saúl.

Que David fuera un hombre valiente y que su fe fuese tan robusta como para vencer a un gigante con una honda y un canto rodado no implica que él no se sintiera sólo y desamparado en medio de los paganos.

Pero le llegó la ayuda, y no fue un apoyo cualquiera, sino que Dios le envió, de entre los valientes, a los más preparados, para acompañarlo en esta dura etapa de persecución y guerras.

Este soporte de valientes que vino en su ayuda estaba preparado para proteger a su rey desde la distancia. Ambidiestros y precisos, sus hombres podían reducir al enemigo con arco y honda, sin necesidad de salir de su escondedero.

Así que David pasó de estar aparentemente solo a tener un séquito de valientes defendiendo su paso.

Hubo un tiempo después un profeta llamado Eliseo, este fue siervo de Elías y mayores milagros obró Dios a través de él que su señor. En cierto momento el rey de Siria mandó a sus tropas a buscarlo, porque, al ser profeta, a Eliseo se le revelaban todos los planes secretos del rey Sirio, de manera que Israel conseguía ir un paso por delante de su enemigo.

Ocurrió que estando Eliseo con su siervo, los sirios sitiaron la ciudad por lo que, aparentemente, no tendrían escapatoria.

Pero cuando supuestamente estaban solos, Dios les tenía un gran ejército de ángeles que los protegía.

"El le dijo: No tengas miedo, porque más son los que están con nosotros que los que están con ellos. Y oró Eliseo, y dijo: Te ruego, oh Jehová, que abras sus ojos para que vea. Entonces Jehová abrió los ojos del criado, y miró; y he aquí que el monte estaba lleno de gente de a caballo, y de carros de fuego alrededor de Eliseo."
2 Reyes 6:16-17

Sobre la protección de Dios en ayuda de los suyos también fue muy conocedor Moisés, quien tuvo que experimentar su huída de Egipto para tener que volver allá cuatro décadas después para liberar a Israel de la esclavitud.

Existe un conocidísimo Salmo de protección, este es el Salmo 91, al cual se le atribuye popularmente la autoría a Moisés, que nos recuerda este amparo a los hijos de Dios:

"Porque has puesto a Jehová, que es mi esperanza, al Altísimo por tu habitación, No te sobrevendrá mal, ni plaga tocará tu morada. Pues a sus ángeles mandará acerca de ti, que te guarden en todos tus caminos. En las manos te llevarán, para que tu pie no tropiece en piedra."
Salmos 91:9-12

Y este mismo Salmo quiso torcer Satanás para tentar a Jesús en el desierto quien, en su impecabilidad, respondió con un "escrito está", con la Palabra perfectamente usada, lanzada cual saeta o piedra, para callar al enemigo.

Después de esto el Señor inició Su ministerio anunciando Su reino y mostrándose al pueblo según hablaron de Él los Salmos y los profetas.

En Jesús toda la Palabra tiene su cumplimiento, así que al igual que en Él se cumplieron todos los milagros y señales Mesiánicos, también en Él se cumpliría el rechazo de los representantes de Israel, quienes lo acabarían mandando a matar por manos romanas en una cruz en el monte del Calvario.

Y esto lo estuvo advirtiendo a sus discípulos, para prepararlos en todo lo que debía de acontecer antes, durante y después de Su camino hasta la cruz.

"He aquí la hora viene, y ha venido ya, en que seréis esparcidos cada uno por su lado, y me dejaréis solo; mas no estoy solo, porque el Padre está conmigo."
Juan 16:32

El aviso de Jesús venía conjuntamente con el anuncio de esperanza a ellos, recalcándoles "el Padre está conmigo".

Y cuando llegó el momento en que el Señor fuera arrestado por los hombres del Sanedrín, Pedro quiso defenderlo atacando a uno de ellos con su espada cortándole la oreja.

En éstas, Jesús le reprochó el acto, ¿acaso Dios necesita quien le defienda? Y dijo:

"¿Acaso piensas que no puedo ahora orar a mi Padre, y que él no me daría más de doce legiones de ángeles? ¿Pero cómo entonces se cumplirían las Escrituras, de que es necesario que así se haga?"
Mateo 26:53-54

Y así se hizo. Jesús murió, fue sepultado y resucitó al tercer día venciendo al pecado y a la muerte. Cuarenta días después ascendió a la diestra del Padre, desde donde aguarda el momento en que volverá, ya no a sacrificarse, sino a reinar en toda Su gloria.

Mientras tanto nos ha dado el Espíritu Santo a todos los que creemos en Él y lo reconocemos como Señor y Salvador personal, pasándonos de muerte a vida y siendo hechos hijos de Dios y miembros de Su iglesia.

Y aunque la iglesia aún ha de vivir por un tiempo en este mundo, (por cuanto tiene por cumplir su propósito sobre la tierra, el cual es ejercer la portavocía del evangelio de Jesucristo para salvación de las almas), no queda desamparada. Sino que, además de estar posicionada en la victoria en Cristo, el Espíritu la mantiene.

Tanto así como los ángeles que Dios envía para protegernos aunque no los sepamos apreciar, como el siervo de Eliseo, y como aquellos valientes que ayudaron a David estando él en Siclag...

El Señor prometió estar con nosotros hasta el fin del mundo.

Hoy es día de no dejarnos inundar por el desánimo o la sensación de desamparo en esta adversidad que nos rodea y parece no tener fin.

Pues si hoy la melancolía tiene ganas de hacer acto de presencia, acallémosla con saetas de fe, como bien hizo Pablo a la espera de ser ejecutado.

"En mi primera defensa ninguno estuvo a mi lado, sino que todos me desampararon; no les sea tomado en cuenta. Pero el Señor estuvo a mi lado, y me dio fuerzas, para que por mí fuese cumplida la predicación, y que todos los gentiles oyesen. Así fui librado de la boca del león. Y el Señor me librará de toda obra mala, y me preservará para su reino celestial. A él sea gloria por los siglos de los siglos. Amén."
2 Timoteo 4:16-18










jueves, 19 de mayo de 2022

VALOR EN LA ADVERSIDAD, 1 Crónicas 11:22-25

VALOR EN LA ADVERSIDAD, 1 Crónicas 11:22-25

Benaía hijo de Joiada, hijo de un varón valiente de Cabseel, de grandes hechos; él venció a los dos leones de Moab; también descendió y mató a un león en medio de un foso, en tiempo de nieve. El mismo venció a un egipcio, hombre de cinco codos de estatura; y el egipcio traía una lanza como un rodillo de tejedor, mas él descendió con un báculo, y arrebató al egipcio la lanza de la mano, y lo mató con su misma lanza. Esto hizo Benaía hijo de Joiada, y fue nombrado con los tres valientes. Y fue el más distinguido de los treinta, pero no igualó a los tres primeros. A éste puso David en su guardia personal.
1 Crónicas 11:22-25


De cuatro valientes hemos leído ya en este capítulo y libro de Crónicas, cuando se nos da a conocer a Benaía.

Su nombre significa "Yahvé construye" y vemos que heredó la valentía de su padre.

Se lee de él que venció a un total de tres leones en unas condiciones bastante adversas y a un egipcio que medía más de dos metros de alto, bien armado.

Según varias traducciones Bíblicas, los dos primeros leones de Moab se refieren a hombres fuertes Moabitas, mientras que el tercer león sí se trataría del animal en cuestión.

Sea lo que fuere, lo destacable del caso es que la adversidad acompañada a la situación no afectó en nada a Benaía para enfrentar el peligro.

Estas escenas me recuerdan a las experiencias que tuvo David, de joven, contra lobos y leones, mientras pastoreaba las ovejas de su padre y en la ocasión en que se enfrentó a Goliat.

"David respondió a Saúl: Tu siervo era pastor de las ovejas de su padre; y cuando venía un león, o un oso, y tomaba algún cordero de la manada, salía yo tras él, y lo hería, y lo libraba de su boca; y si se levantaba contra mí, yo le echaba mano de la quijada, y lo hería y lo mataba. Fuese león, fuese oso, tu siervo lo mataba; y este filisteo incircunciso será como uno de ellos, porque ha provocado al ejército del Dios viviente. Añadió David: Jehová, que me ha librado de las garras del león y de las garras del oso, él también me librará de la mano de este filisteo. Y dijo Saúl a David: Ve, y Jehová esté contigo."
1 Samuel 17:34-37

Por contrapunto me viene en recuerdo cómo los discípulos de Jesús lo dejaron sólo cuando fue prendido para ser llevado a muerte. Cuando ellos vieron el peligro venir, huyeron por temor de ser también arrestados, pues todos les habían visto acompañarlo a todas partes durante su labor ministerial.

Sabiéndolo el Señor, les puso en preaviso de que Él sería entregado y ellos le abandonarían, pero resucitaría y volvería a ellos. Entonces Pedro hizo uso de vehemencia.

"Respondiendo Pedro, le dijo: Aunque todos se escandalicen de ti, yo nunca me escandalizaré. Jesús le dijo: De cierto te digo que esta noche, antes que el gallo cante, me negarás tres veces. Pedro le dijo: Aunque me sea necesario morir contigo, no te negaré. Y todos los discípulos dijeron lo mismo."
Mateo 26:33-35

Quizá de ellos pudiéramos pensar que aún eran discípulos, que todavía no habían recibido el Espíritu Santo, al no haber nacido todavía la iglesia del Señor. De esta manera sería comprensible que sus hombres se fueran de su lado por temor a la muerte.

Pero cuando el Señor ascendió a la diestra del Padre y les fue dado el Espíritu Santo, dejaron de ser hombres huidizos hasta el punto de vivir la persecución y la muerte a causa de Cristo.

No obstante, aún en la iglesia no estamos exentos de temer más el perder nuestra vida terrenal que la defensa de la fe, cuando el peligro arrecia.

La experiencia en la soledad de Pablo, en la última etapa de su vida, documenta muy bien este temor tan humano.

"En mi primera defensa ninguno estuvo a mi lado, sino que todos me desampararon; no les sea tomado en cuenta. Pero el Señor estuvo a mi lado, y me dio fuerzas, para que por mí fuese cumplida la predicación, y que todos los gentiles oyesen. Así fui librado de la boca del león. Y el Señor me librará de toda obra mala, y me preservará para su reino celestial. A él sea gloria por los siglos de los siglos. Amén."
2 Timoteo 4:16-18

Y este temor, tan comprensible humanamente hablando, deja de ser cuando dejamos que el amor de Dios nos fortalezca.

Pues sólo puede haber una forma de vencer el miedo a las adversidades, que es la de depositar la plena confianza en Dios ante el problema.

Como cristianos vamos a tener que enfrentar varias adversidades que se nos presentarán durante el trayecto de nuestro diario vivir, por tal de que nuestra fe se hunda. Pero ya lo dice el Señor en Su palabra, que Fiel es Dios, que no nos dejará ser tentados más de lo que podamos resistir. Y que, juntamente con la tentación, dará también la salida, para poder soportar.

Ahora nos toca a nosotros ser como Benaía o como Pedro. O ser como David, aferrado siempre al Dios Altísimo, o como aquellos que abandonaron a Pablo, aferrados al temor de acabar presos como él.

Para este caso siempre nos ayudará este apunte:

"En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa afuera el temor. Porque el temor lleva en sí castigo, en donde el que teme no ha sido perfeccionado en el amor."
1 Juan 4:18














miércoles, 18 de mayo de 2022

CARÁCTER Y EJEMPLO, 1 Crónicas 11:20-21

CARÁCTER Y EJEMPLO, 1 Crónicas 11:20-21

Y Abisai, hermano de Joab, era jefe de los treinta, el cual blandió su lanza contra trescientos y los mató, y ganó renombre con los tres. Fue el más ilustre de los treinta, y fue el jefe de ellos, pero no igualó a los tres primeros.
1 Crónicas 11:20-21

Continuamos leyendo en el capítulo once del primer libro de Crónicas, después de haber sabido sobre los tres destacados de entre los treinta valientes de David.

El cronista nos presenta a Abisai, sobrino de David por parte de su hermana Sarvia.

Abisai se destacó de entre los treinta como líder de ellos por su determinación y gallardía que harían de él un buen ejemplo a seguir por los demás.

Y aunque el cronista pone a los tres primeros valientes por encima, Abisai, por su trayectoria, es también contado con ellos.

Vemos que se trató de un varón al cual su  carácter vino a servir de modelo o enseñanza al resto de los valientes, por el resultado de sus obras.

Y es que no hay mejor líder que el que lidera desde el ejemplo, para que todos sus seguidores adquieran su enseñanza.

Y el mejor ejemplo de vida para el hombre que ha habido sobre la tierra y el cual no habrá jamás nadie mejor es el Señor Jesucristo.

Así fue que, a los cerca de diez siglos después de la etapa del rey David, Dios envió a Su hijo. Quien siendo Dios, vino a nacer, crecer y vivir como todos los hombres, pero sin pecado. Porque este era el plan eterno de salvación al hombre, la salvación por gracia por medio de la fe en la obra consumada de Jesús en la cruz del Calvario.

Pero antes de morir y resucitar, el Señor cumplió con un ministerio que duró alrededor de tres años, en el que anunciaba Su reino y la correcta interpretación  de los mandamientos dados por Dios a Moisés.

Si por Su carácter hubo muchos que le seguían, por Su ejemplo fueron confirmados los que perseveraron con Él y aún en Él, una vez recibido Su Espíritu Santo en el aposento alto.

Porque Jesús era Dios, pero se limitó a vivir como un hombre, con todas las necesidades físicas, fisiológicas y anímicas, de los hombres pero sin pecado, mostrando con Su ejemplo dos cosas:

Primeramente, el amor de Dios manifestado en Hijo. Y en segundo lugar demostrándonos cómo un hombre puede vivir en santidad y puede mantener una muy rica y productiva relación con Dios.

Y así es cómo Jesús invitaba a Sus seguidores a seguir Su ejemplo:

"Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas;"
Mateo 11:29

Porque todo aquel que confiesa que Jesús es el Señor, y lo reconoce como Salvador personal, es liberado del yugo del pecado y pasado de muerte a vida en Cristo Jesús.

Y es ahora cuando invita a llevar Su yugo, el de la vida eterna, el cual también dice que es fácil y ligera su carga, (porque el yugo del Señor es soportado por el Espíritu Santo), y el que es también el ejemplo de vida que Él nos dejó, presencialmente durante Su ministerio y por medio de Su Palabra, para que los de  postreros tiempos podamos también conocerlo.

Y ya no tenemos excusa, pues se manifestó en carne, y luego hizo morar en nosotros Su Santo Espíritu, y nos abrió el entendimiento a las Escrituras para que de ella extrajéramos la enseñanza. Además, nos muestra infinidad de aplicaciones prácticas por cada pasaje de Su palabra, por tal de que podamos adquirir por medio de ellas, un cada vez más marcado carácter de Cristo.

Pero lamentablemente cada vez es más común ver creyentes más fáciles de mimetizar con lo terrenal y pasajero, en lugar de parecerse a Cristo.

Hoy deberíamos detenernos en este punto y meditar si realmente es Cristo nuestro ejemplo a seguir o si nos hemos dejado seducir por nuestra carne, para actuar como cualquier otra persona que no conoce a Dios.

Nos sirva esta nota de Juan:

"El que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo."
1 Juan 2:6













ACTITUD VICTORIOSA, 2 Crónicas 20:15-17

ACTITUD VICTORIOSA, 2 Crónicas 20:15-17 Y dijo: Oid, Judá todo, y vosotros moradores de Jerusalén , y tú, rey Josafat. Jehová os dice así: N...