LA PUERTA DEL VALLE, Nehemías 3:13.
La puerta del Valle la restauró Hanún con los moradores de Zanoa; ellos la reedificaron, y levantaron sus puertas, con sus cerraduras y sus cerrojos, y mil codos del muro, hasta la puerta del Muladar.
Nehemías 3:13
REFLEXIÓN:
Esta es la puerta que da al valle de Cedrón. Este valle separa el monte donde estaba el Templo del monte de los Olivos y era más profundo que en la actualidad, lo que aseguraba a la ciudad contra ataques de los enemigos.
Los enemigos de Jerusalén conocían la dificultad de acceder a la ciudad desde este profundo valle, así que trataban de atraerlos hacia afuera de la ciudad, a base de injurias, constantes amenazas o amagos de ataques, para que los soldados israelitas sucumbieran a la provocación y, una vez salidos de la protección de sus murallas, pudieran ser vencidos con facilidad.
Así que la estrategia del enemigo se centraba en hacerles bajar hasta el valle, donde ellos entendían que estaba su vulnerabilidad.
Lo cierto es que a pesar de la sensación de desamparo, ahí estaba Dios guardándolos. Y de esta manera se lo hizo saber al rey Acab, por medio del profeta:
"Vino entonces el varón de Dios al rey de Israel, y le habló diciendo: Así dijo Jehová: Por cuanto los sirios han dicho: Jehová es Dios de los montes, y no Dios de los valles, yo entregaré toda esta gran multitud en tu mano, para que conozcáis que yo soy Jehová."
1 Reyes 20:28
Porque el rey Sirio lo hostigaba a base de amenazas, exigencias y amedrentamientos, hasta el punto de levantar a sus hombres contra la ciudad. Acab, aún en su perplejidad, no escatimó en consultar a los ancianos en busca de consejo y, aunque ya empezaba a prepararse para saborear la derrota, Dios lo aseguró y le dió la victoria.
También es denominado como el valle de Josafat y Joel profetiza que este es el lugar donde el Señor va a juzgar a las naciones.
"Porque he aquí que en aquellos días, y en aquel tiempo en que haré volver la cautividad de Judá y de Jerusalén, reuniré a todas las naciones, y las haré descender al valle de Josafat, y allí entraré en juicio con ellas a causa de mi pueblo, y de Israel mi heredad, a quien ellas esparcieron entre las naciones, y repartieron mi tierra;"
"Despiértense las naciones, y suban al valle de Josafat; porque allí me sentaré para juzgar a todas las naciones de alrededor."
Joel 3:1-2 y 12
Podemos decir, entonces, que las vistas desde la puerta del valle están enfocadas al glorioso día en que el Rey de reyes y Señor de señores se mostrará en toda Su gloria para juzgar la maldad de los impíos.
Sin duda, una puerta que mira hacia la victoria.
APLICACIÓN:
Por todo lo que conlleva un valle en su contexto, podemos verlo como un emplazamiento no deseado por los cristianos anímicamente hablando, si a éste lo entendemos como un tiempo de dificultad espiritual, poco ánimo o de sensación de abandono por parte de Dios.
Porque, además, en las inmediaciones de este valle es donde se encuentra el huerto de Getsemaní, que es donde oró el Señor llevándose consigo a Pedro, a Jacobo y a Juan. Y también es donde horas después Jesús fue arrestado.
Pero esto nos debería animar, ya que era preciso que se le arrestara y se le llevara a la muerte, para que Su plan Divino de salvación se llevara a cabo, que es nuestra redención a través de Su vida dada en la cruz del Calvario, en lugar de cada uno de los que creemos en Él, como pago por nuestros pecados, y Su victoria contra la muerte, anulando su acción con Su resurrección.
Por esto mismo hemos de asimilar que nuestro paso por un valle, sea más o menos profundo, más o menos extenso, nos va a hacer llegar al monte, ni tarde ni temprano, sino en el preciso momento conforme nos es dada la victoria en Cristo Jesús.
Es cierto que conforme más avanzamos en la edificación de nuestro muro, esto es, nuestro crecimiento y madurez en Cristo, más se van a oir las voces del enemigo desde el valle, quizá hasta lleguemos a ver cómo acampa con toda su tropa como queriendo sitiarnos, gritando falsedades por tal de que desistamos o sean nuestros propios pies los que se bajen al valle.
El más importante detalle que nunca debemos olvidar es que nada ni nadie puede entrar a la zona fortificada, que es nuestro ser, porque desde que reconocimos a Cristo como Señor y Salvador, fuimos hechos morada permanente del Espíritu Santo.
Esto significa que la presencia del valle sólo va a suponer para nosotros una victoria aún mayor que si no la hubiéramos experimentado.
David antes de ser rey, fue pastor de ovejas. Y él entendía muy bien cuán peligrosos se tornaban los valles cuando llegaban las horas nocturnas o las sombras impedían ver el paso. Y usando ese conocimiento nos dejó ilustrado este más que alentador versículo del Salmo 23:
"Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; Tu vara y tu cayado me infundirán aliento."
Salmos 23:4
Y también de Pablo saldrán unas muy alentadoras palabras en su segunda carta a los Corintios, quienes al parecer se fueron corrigiendo bastante desde que recibieron su primera correspondencia:
"Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria; no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas."
2 Corintios 4:17-18
ACCIÓN:
Pues va a ser cuestión de dejar de mirar a el valle que hay tras la puerta del muro, para fijar la mirada al horizonte a donde éste me lleva, hacia la eternidad en la gloriosa presencia del Juez Justo y Verdadero que además es mi Señor, mi Dios Todopoderoso y mi Padre Amado.
Y para cuando los días duros minen mi ánimo y la perplejidad inunde mi pensamiento, como en su momento lo hizo con Acab, haré como él, o aún mejor como su hijo, Ezequías, según el consejo que recibimos del apóstol Pedro:
"Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo; echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros."
1 Pedro 5:6-7
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