LA PUERTA DE LOS CABALLOS, Nehemías 3:28
Desde la puerta de los Caballos restauraron los sacerdotes, cada uno enfrente de su casa.
Nehemías 3:28
REFLEXIÓN:
Con vistas a la puerta de los Caballos, los sacerdotes restauraron la zona que quedaba frente a sus casas.
Los caballos eran usados especialmente para la batalla, sirviéndose de otros cuadrúpedos para el transporte de mercadería o personas y para las labores del campo.
"El caballo se alista para el día de la batalla; Mas Jehová es el que da la victoria."
Proverbios 21:31
Los caballos accedían por esta puerta cuando volvían de la guerra en victoria, con todo el ejército, para dar su entrada triunfal a la ciudad.
Entre los hijos de Israel, todos sabían que no podía haber victoria si no era dada por Dios, por cuanto así lo vivieron sus antepasados y así lo recibieron por Moisés, los que iban a cruzar el Jordán hacia la conquista:
"Cuando salgas a la guerra contra tus enemigos, si vieres caballos y carros, y un pueblo más grande que tú, no tengas temor de ellos, porque Jehová tu Dios está contigo, el cual te sacó de tierra de Egipto. Y cuando os acerquéis para combatir, se pondrá en pie el sacerdote y hablará al pueblo, y les dirá: Oye, Israel, vosotros os juntáis hoy en batalla contra vuestros enemigos; no desmaye vuestro corazón, no temáis, ni os azoréis, ni tampoco os desalentéis delante de ellos; porque Jehová vuestro Dios va con vosotros, para pelear por vosotros contra vuestros enemigos, para salvaros."
Deuteronomio 20:1-4
Así lo reconocía el rey David, el guerrero ejemplar que aseguró, con sus victorias, que el reinado de su hijo Salomón se destacara por la paz y las riquezas, que propiciaban la ocasión perfecta para construir el primer templo.
"Tuya es, oh Jehová, la magnificencia y el poder, la gloria, la victoria y el honor; porque todas las cosas que están en los cielos y en la tierra son tuyas. Tuyo, oh Jehová, es el reino, y tú eres excelso sobre todos."
1 Crónicas 29:11
Porque bien era el deseo del corazón de David, haber podido encabezar este proyecto y levantar el templo con sus propias manos. El caso es que un guerrero como él estaba destinado a traer victorias, y éstas no venían sin implicarse directamente en la batalla. Así fue que Dios no le permitió iniciar la obra, sino que ésta pasaría a ser la labor que ocupara su hijo, el rey Salomón.
"Mas Dios me dijo: Tú no edificarás casa a mi nombre, porque eres hombre de guerra, y has derramado mucha sangre."
1 Crónicas 28:3
APLICACIÓN:
Gracias a Dios, y por la sangre derramada en la cruz del Calvario por nuestro Señor Jesucristo, ya no hace falta derramar más sangre para hallar victoria.
Sino que en Cristo somos hechos más que vencedores, los que en Él hemos creído.
Y habiendo pasado de muerte a vida, adquirimos una nueva naturaleza, la espiritual por cuanto el Espíritu Santo viene a hacer morada en nosotros.
Pero nuestra naturaleza carnal aún permanece mientras el cuerpo físico y natural, de carne y hueso, vive en esta tierra. Y esto implica un conflicto entre la voluntad de la carne y la del Espíritu, ya que ambas son opuestas.
"Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí. Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios; pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros. ¡Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte? Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro. Así que, yo mismo con la mente sirvo a la ley de Dios, mas con la carne a la ley del pecado."
Romanos 7:21-25
Esta reflexión la leemos de Pablo en su carta a los Romanos, y a los Gálatas, quienes se estaban dejando llevar por sus propios razonamientos, les dijo:
"Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis."
Gálatas 5:16-17
En lo extenso de sus trece cartas, Pablo no deja de mencionar la lucha en la que se ve involucrado el creyente, por tal de hallar la madurez y la perfección según el carácter de Cristo. Esta es una lucha puramente espiritual, y así se lo recuerda a los Corintios, quienes estaban mostrando cierta animadversión contra Pablo, por detalles que implicaban más lo carnal que lo espiritual.
"Pues aunque andamos en la carne, no militamos según la carne; porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo,"
2 Corintios 10:3-5
Pero Dios ya nos ha dado la victoria por cada una de las batallas, solo depende de nosotros el visualizar la puerta de los Caballos, por donde el Padre nos hace entrar, si es que dejamos que sea Él, y no nuestro orgullo personal, el que luche por nosotros, y sometiéndonos a Cristo, nos sea dada la victoria.
ACCIÓN:
Durante la reflexión me surge este pensamiento: " El cristiano que no se ve envuelto en ningún tipo de lucha, ¿se ha resignado a vivir vencido por su carne o es que no ha experimentado aún al Espíritu Santo en su vida?"
Hoy es día de echar la vista hacia la puerta de los Caballos de nuestro vivir en Cristo.
Y esta puerta deberíamos localizarla por cada tentación que nos sobrevenga.
Y para cuando nos veamos superados por la situación, sirvámonos de estas palabras:
"No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar."
1 Corintios 10:13
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