martes, 28 de diciembre de 2021

LA PUERTA DE LAS AGUAS Y LA TORRE, Neh.3:26


LA PUERTA DE LAS AGUAS Y LA TORRE, Nehemías 3:26

Y los sirvientes del templo que habitaban en Ofel restauraron hasta enfrente de la puerta de las Aguas al oriente, y la torre que sobresalía.
Nehemías 3:26

REFLEXIÓN:

En lo elevado, cerca del templo, habitaban sus sirvientes, los que ahora restauraban el muro hasta llegar frente a la puerta de las Aguas y a su torre sobresaliente.

Esta puerta se encontraba en la zona  por donde entraba el agua a la ciudad desde el manantial de Gihón.

En cuanto a la torre, esta podía tener la función de servir como punto de vigilancia ante posibles amenazas enemigas.

No les hizo falta restaurar la propia puerta ni la torre que sobresalía, sino los muros tocantes a estas. Por lo que se entiende que estas dos se podían haber mantenido en su sitio durante los años habidos desde la destrucción de la ciudad y hasta el momento de la restauración del muro.

Desde que le fuera dada la ley a Moisés y la orden de construir el Tabernáculo, se dio una serie de instrucciones muy concretas sobre los materiales, la construcción, la disposición y el uso de cada uno de sus elementos.

Entrado en el atrio primeramente se encontraba el altar de bronce, que es donde se entregaba en sacrificio al animal y seguidamente había dispuesta una fuente también de bronce. Esta servía explícitamente para la purificación del sumo sacerdote y de los descendientes de Aarón, para ser hallados limpios antes de ingresar al Lugar Santo.

"Harás también una fuente de bronce, con su base de bronce, para lavar; y la colocarás entre el tabernáculo de reunión y el altar, y pondrás en ella agua. Y de ella se lavarán Aarón y sus hijos las manos y los pies. Cuando entren en el tabernáculo de reunión, se lavarán con agua, para que no mueran; y cuando se acerquen al altar para ministrar, para quemar la ofrenda encendida para Jehová, se lavarán las manos y los pies, para que no mueran. Y lo tendrán por estatuto perpetuo él y su descendencia por sus generaciones."
Éxodo 30:18-21

Más tarde, cuando Salomón construyó el templo, la fuente se convirtió en un mar, esto es, una fuente de mayor profundidad y dimensiones justo delante de la entrada del templo y añadió también diez fuentes más pequeñas, cinco a cada lado, asegurando la limpieza de los sacerdotes en los momentos de mayor presentación de sacrificios.

Zorobabel habría mantenido el número y la disposición de las basas de agua y del mar de bronce, de los cuales iban a buscar los sirvientes al manantial de Gihón donde la puerta de las Aguas.

APLICACIÓN:

Cuando Jesús vino y habitó entre nosotros, tomó sentido el Tabernáculo por cuanto Dios se había hecho habitación entre los hombres. Asimismo en Jesús se cumplía también a su vez la figura del sumo sacerdote y la del perfecto sacrificio, por cuanto Él vino a ser, por amor a nosotros, el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.

Y estando el Señor con Sus discípulos, ellos le preguntaron sobre la destrucción del templo y sobre las señales de Su venida. Dada la respuesta a estas dudas, añadió:

"El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán."
Mateo 24:35

Y tal como le sucedió a la puerta de las Aguas durante la destrucción del templo de Salomón y de la ciudad, se detecta la analogía con la perpetuidad de las palabras del Señor Jesucristo, que son la Palabra de Dios.

También podemos asimilar la Palabra de Dios como aquella agua que purifica cada vez más a quien la bebe, llevándolo a la santificación según Su voluntad y el carácter de Cristo.

El Señor también mencionó la acción santificadora de la Palabra, como si del agua de purificación se tratara, mientras oraba en intercesión por todos los creyentes momentos antes de su arresto para ser sacrificado:

"Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad."
Juan 17:17

Porque la Palabra de Dios purifica el alma, la transforma, la corrige e instruye a cada quien que la toma para hidratarse con ella, puliendo los carácteres y llevándolos a un semblante cada vez más afín a Cristo.

Y de igual modo el apóstol Pablo comparará la Palabra de Dios con el agua y con su acción purificadora, para dar a entender cómo ha de ser el marido con su esposa, según Cristo se entrega por la iglesia y la santifica.

"Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha."
Efesios 5:25-27

Así de importante es la Palabra de Dios a nuestras vidas, esencial, como el agua, y su constante lectura nos levanta una torre sobresaliente, cual atalaya, desde donde poder detectar a tiempo los engaños del enemigo.

Y como una antorcha asemejará Pedro a las Escrituras, diciendo de ellas, por si acaso aún se piensa que quede algo nuevo por revelar, que son la palabra profética más segura.

"Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones;"
2 Pedro 1:19

ACCIÓN:

Va siendo hora de abrir mi puerta de las Aguas y dejar que estas calen en mi ser, bañen mi alma y me purifiquen de todo rastro de inmundicia pegada a mis manos y a mis pies, por no haber vigilado mi proceder según la voluntad de Dios ni haber posado mis pasos en Cristo.

Sólo me queda orar, no sin antes aportar un último versículo:

"¿Con qué limpiará el joven su camino?Con guardar tu palabra."
Salmos 119:9


Señor, Dios Todopoderoso y Padre Amado. Gracias por Tu perfecta Palabra que me da vida, me instruye y me forma según Tu voluntad. Perdóname por no hidratarme con ella como debiera y por las veces que me dejo vencer por el error, sin cerciorarme que jamás hubiera caído de haberme mantenido en Cristo y no en la obcecación de mis propios razonamientos. Sea mi fe fortalecida y me sea dada la sabiduría necesaria para entender y asimilar mejor Tu palabra y para desechar definitivamente toda la impureza que me queda por el lavamiento de ella. En el nombre de Jesús. Amén.
















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