DISPERSIÓN Y RESCATE, Neh. 1:8-11.
Acuérdate ahora de la palabra que diste a Moisés tu siervo, diciendo: Si vosotros pecareis, yo os dispersaré por los pueblos; pero si os volviereis a mí, y guardareis mis mandamientos, y los pusiereis por obra, aunque vuestra dispersión fuere hasta el extremo de los cielos, de allí os recogeré, y os traeré al lugar que escogí para hacer habitar allí mi nombre. Ellos, pues, son tus siervos y tu pueblo, los cuales redimiste con tu gran poder, y con tu mano poderosa. Te ruego, oh Jehová, esté ahora atento tu oído a la oración de tu siervo, y a la oración de tus siervos, quienes desean reverenciar tu nombre; concede ahora buen éxito a tu siervo, y dale gracia delante de aquel varón. Porque yo servía de copero al rey.
Nehemías 1:8-11
REFLEXIÓN:
(Cuando uno conoce la palabra de Dios y quiere servirlo, éste es usado, aunque no sea sacerdote, rey o profeta.)
Y ahí estaba Nehemías, el copero del rey Artajerjes, que habiéndose enterado de la mala situación del remanente en Jerusalén y del estado de la ciudad, no cejó en su empeño intercesor por su patria y sus compatriotas.
Porque él había leído y guardado la palabra de Dios, de manera que reconocía y asimilaba claramente que sus pecados fueron la causa por la que tuvieron que experimentar esta deportación a Babilonia por setenta años.
Porque el pecado no hubiera provocado tal desenlace de haber intercedido alguien en humildad y arrepentimiento por todas las maldades, pero en ese entonces, no lo hubo:
"Y busqué entre ellos hombre que hiciese vallado y que se pusiese en la brecha delante de mí, a favor de la tierra, para que yo no la destruyese; y no lo hallé. Por tanto, derramé sobre ellos mi ira; con el ardor de mi ira los consumí; hice volver el camino de ellos sobre su propia cabeza, dice Jehová el Señor."
Ezequiel 22:30-31
Ahora sí que había aquel que se postrara en su contrito corazón y, citando lo dicho a Moisés, rememoraba la palabra del Todopoderoso mientras clamaba por su favor.
APLICACIÓN:
Desde que pecara Adán, toda la humanidad se ha vuelto dispersa, apartada de la santa presencia de Dios a causa del pecado.
Pero el Creador se hizo hombre y habitó entre nosotros para restaurar esta rota relación, eliminando el yugo del pecado, derramando Su propia vida en la cruz y devolviéndonos la vida eterna por Su resurrección al tercer día.
De manera que ahora todo aquel que cree en Él, en el Señor Jesucristo, es llevado de nuevo a Dios en Cristo Jesús y, por Él, es puesto por justo delante del Gran Juez.
Y el Señor, ascendido a la diestra del Padre, intercede por todos y cada uno de sus hijos, tal y como ya mostró en su oración mientras aún anduvo en carne entre sus discípulos.
"Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste."
Juan 17:20-21
Porque no rogó Él solamente por sus discípulos presentes, sino por todos los creyentes que lleguemos a ser hasta el fin de los tiempos, pues el Señor no escatima a ninguno, todos somos igual de amados por Él.
Sabiendo ésto, conocemos pues, que Su oración intercesora hace posible que cada creyente, en su momento, aún antes de serlo y en medio de sus pecados, llegue a tener la oportunidad de convertirse a Él por la obra de Su palabra oída por el evangelio de la salvación.
No todos intercedemos por los demás, pero todos tenemos quien intercede por nosotros, el Señor Jesucristo.
Cada uno de los creyentes hemos conocido el favor de Dios y Su gracia por medio de Cristo Jesús, nuestro Redentor y Dador de la vida.
Sabemos, también, que es a causa del pecado que nosotros, los hombres, nos encontramos alejados de Dios, en la dispersión, en las tinieblas, y que es necesaria la intervención de Dios en Su palabra para que la humanidad halle el camino de retorno a Él.
Esta intervención Divina se da a través del anuncio de la salvación de Dios en Cristo Jesús, por gracia mediante la fe y no por obra alguna del hombre.
A veces la tierra parece no ser fértil, pero el Señor nos indica que la práctica de la intercesión por los pecados del hombre, para su arrepentimiento, hace reblandecer el terreno y facilitar que la semilla se acomode y enraice con mayor fuerza.
ACCIÓN:
Hoy es día de agarrar el ejemplo de Nehemías, y como hace nuestro Señor y Salvador Jesucristo, tomarnos el tiempo de interceder por todos los corazones que van a recibir el evangelio, para que sean hallados tiernos y no duros a la Palabra de Vida, y Cristo germine en ellos para Su gloria por toda la eternidad.
Porque leyendo las Escrituras conocemos que la voluntad de Dios es que todos lleguemos a ser salvos, todos somos escogidos en Cristo para la salvación.
Sólo queda rogar para que seamos muchos los que digamos sí a Cristo, y no a la perdición, porque para acusar ya está otro.
"¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros."
Romanos 8:33-34
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