DILIGENCIA Y CRECIMIENTO, Nehemías 3:20-22
Después de él Baruc hijo de Zabai con todo fervor restauró otro tramo, desde la esquina hasta la puerta de la casa de Eliasib sumo sacerdote. Tras él restauró Meremot hijo de Urías hijo de Cos otro tramo, desde la entrada de la casa de Eliasib hasta el extremo de la casa de Eliasib. Después de él restauraron los sacerdotes, los varones de la llanura.
Nehemías 3:20-22
REFLEXIÓN:
Antes de iniciar la lectura en el capítulo 3 de Nehemías, pensé que de aquí sólo extraería enseñanzas a través de las puertas del muro de Jerusalén, conforme el orden en que fueron restauradas, en el uso original de las mismas y en el sentido aplicativo para la práctica de la fe cristiana y el desarrollo de nuestro carácter en Cristo.
Lo cierto es que estoy extrayendo mucho más de lo esperado, por ello doy gracias a Dios, y aún podría extraer más de ser una entendida o estudiosa de las Escrituras, lo cual no es el caso, reitero: "¡Gracias, Padre, por permitirme aprender tanto a través de Tu perfecta palabra!"
Dicho esto, me detengo en el versículo 20, donde me llama poderosamente la atención el gran fervor de Baruc durante sus labores de restauración en la parte interna de los muros de la ciudad, este muro interior que forma la parte estructural de la fortaleza de Jerusalén, no vista desde afuera, pero de vital importancia para la contención de la estructura y la seguridad de los habitantes que ha de proteger.
Y en su diligencia y entusiasmo llega su obra hasta la puerta de la casa del Sumo Sacerdote, por donde continuarán los sacerdotes, empezando por Meremot.
Si me dejo llevar por el significado de los nombres, veo que Baruc, el "bendecido", inicia con diligencia esta obra en la que Meremot la eleva, según su nombre indica, el cual es "elevación" en hebreo, y continua siendo llevada por los sacerdotes.
Y los sacerdotes eran, por su labor intercesora, el nexo del pueblo para con Dios, así como el medio por quienes los demás pudieran llegar a entender, retener y crecer en el conocimiento de Dios y en la obediencia a Él, a través de las Escrituras, por cuanto ellos eran, por consagración, sus custodios y ministradores.
Porque Dios todo lo sabe y de nada se olvida, Él no puede saber más, pues ya es de por Sí Omnisciente. Pero Él conoce la limitada memoria del hombre y cómo Su pueblo era recurrente al olvido, cuestión que les había llevado a vivir lamentaciones como esta última de la que estaban saliendo, la sufrida durante su deportación a Babilonia.
Pues ya lo instó Dios justo antes de que cruzaran el Jordán, por boca de Moisés, que era necesario elevar la memoria y la ley de generación en generación, para garantía de permanencia por camino de justicia.
"Porque ¿qué nación grande hay que tenga dioses tan cercanos a ellos como lo está Jehová nuestro Dios en todo cuanto le pedimos? Y ¿qué nación grande hay que tenga estatutos y juicios justos como es toda esta ley que yo pongo hoy delante de vosotros? Por tanto, guárdate, y guarda tu alma con diligencia, para que no te olvides de las cosas que tus ojos han visto, ni se aparten de tu corazón todos los días de tu vida; antes bien, las enseñarás a tus hijos, y a los hijos de tus hijos."
Deuteronomio 4:7-9
APLICACIÓN:
Tiempo pasara en que esta diligencia se volviera perder hasta el punto en que siglos después pocos supieran reconocer en Jesús el fiel cumplimiento de todas y cada una de las señales Mesiánicas anunciadas por los profetas y pudieran reconocer en Él el designio de la ley.
Tanto así que los máximos representantes judíos del momento lo mandaron a la cruz y fue allí, en el monte del Calvario, donde selló el "consumado es" de la perfecta y perpetua redención del hombre con Su muerte, y confirmó con Su resurrección al tercer día, el acceso a la vida eterna a todo aquel que en Él cree.
En Cristo hallamos, pues, la salvación por fe y no por obras.
Y esta salvación conlleva santificación, por la cual pasamos de ser reos de muerte a consagrados en vida eterna para Dios, pasando a ser hijos suyos en Cristo Jesús. Asimismo también conlleva la santificación de cada creyente en su diario vivir en este mundo, ya que , aunque espiritualmente ha pasado de muerte a vida, aún sigue su cuerpo ligado a la ley del pecado y de la muerte debido su naturaleza carnal y corruptible.
Tenemos, pues, como en su día lo tuvieron los que iban a cruzar el Jordán, y así como Baruc y Meremot en sus tareas de restauración, la labor de ocuparnos con diligencia en nuestra santificación en Cristo, en comunión con Él y conocimiento de Dios, para el crecimiento de nuestro carácter en Él.
"vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor. Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo."
2 Pedro 1:5-8
ACCIÓN:
No chica es la confrontación que hallo a través del pasaje hoy reflexionado, el cual me hace venir a la mente esta exhortación a modo de proverbio:
"Perezoso, ¿hasta cuándo has de dormir? ¿Cuándo te levantarás de tu sueño? Un poco de sueño, un poco de dormitar, y cruzar por un poco las manos para reposo; Así vendrá tu necesidad como caminante, Y tu pobreza como hombre armado."
Proverbios 6:9-11
Pues encuentro que, de haber sido yo un varón judío de los retornados para la restauración del muro, serias dudas tengo de si hubiera llegado a obrar con el admirable fervor de Baruc o más bien me encontrara entre esos líderes tecoítas que no movieron un solo dedo por sus compatriotas ni por el bien de su ciudad.
Hoy es día de apartar un tiempo devocional constante en ferviente dedicación a Dios, en amor a Cristo mi Salvador y sustentándome en Su palabra.
Y para ultimar, me adueñaré de esta orden que Pablo dió a Timoteo a modo de consejo:
"Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad."
2 Timoteo 2:15
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