viernes, 10 de diciembre de 2021

AGUARDANDO EL MOMENTO, Neh. 2:11-12 y 16.


AGUARDANDO EL MOMENTO, Nehemías 2:11-12 y 16.

Llegué, pues, a Jerusalén, y después de estar allí tres días, me levanté de noche, yo y unos pocos varones conmigo, y no declaré a hombre alguno lo que Dios había puesto en mi corazón que hiciese en Jerusalén; ni había cabalgadura conmigo, excepto la única en que yo cabalgaba. (...) Y no sabían los oficiales a dónde yo había ido, ni qué había hecho; ni hasta entonces lo había declarado yo a los judíos y sacerdotes, ni a los nobles y oficiales, ni a los demás que hacían la obra.
Nehemías 2:11-12 y 16

REFLEXIÓN:

Llegado Nehemías a Jerusalén, era el tiempo de prepararse en su misión encomendada, un sólo caballo y unos cuantos hombres con él... Pero ninguno de ellos sabía aún lo concerniente a su plan.

Un paseo nocturno por las inmediaciones le aportó la información necesaria para ordenar en su mente toda esta planificación, la cual no conocía nadie, ni  aún los jefes y sacerdotes.

APLICACIÓN:

Jesús esperó por un aproximado de 30 años para iniciar su ministerio y hasta la fecha no se precipitó en pronunciarse al respecto, sino que se sometió al Padre aguardando el momento.

Así que, siendo Dios, Jesús se hizo hombre, naciendo de una virgen y creciendo como todos los niños, dejando el sitio de la eternidad de Su gloria divina para  sujetarse al paso del tiempo como toda la carne que habita la tierra.

Y en ese pasar del tiempo, el Señor creció preparándose, primero en el conocimiento humano, añadiéndole el ministerial, conforme a la madurez del desarrollo humano. 

"Y Jesús crecía en sabiduría y en estatura, y en gracia para con Dios y los hombres."
Lucas 2:52

Y el autor de la carta a los Hebreos les expone cómo, aún en Su impecabilidad divina, se ajustó a las limitaciones humanas para ser hallado perfecto sacrificio y perfecto sacerdote en rescate eterno a todo aquél que en Él cree:

"Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia; y habiendo sido perfeccionado, vino a ser autor de eterna salvación para todos los que le obedecen; y fue declarado por Dios sumo sacerdote según el orden de Melquisedec."
Hebreos 5:8-10

Su madre lo conocía y también había recibido anuncio del ángel Gabriel conforme Él era el Mesías. Aún así ella tampoco proclamó nada, sino que todo lo iba guardando en su corazón.

Pues nadie entendió, excepto ella, qué fue a hacer Jesús en el templo en Jerusalén, a sus doce años mientras lo estaban buscando, y él dijo: "¿No sabíais que en los negocios de mi Padre me es necesario estar?"

"Mas ellos no entendieron las palabras que les habló. Y descendió con ellos, y volvió a Nazaret, y estaba sujeto a ellos. Y su madre guardaba todas estas cosas en su corazón."
Lucas 2:50-51

Porque si María, o algún otro, se hubiera precipitado en exponer claramente a Jesús como el Mesías y a proclamar al pueblo cuál era Su cometido en la tierra, difícilmente lo hubieran mandado a matar  como debía de ser para cumplir con toda justicia, según Su eterno plan de salvación.

ACCIÓN:

Todos los cristianos sabemos o deberíamos conocer nuestro llamado, el cual se centra en dar a conocer al mundo el evangelio de salvación, para que el mundo pueda beneficiarse de la obra redentora de Jesús en la cruz del Calvario, igual como pudimos nosotros gustarla un día.

A veces la impulsividad me causa problemas. No me refiero a una impulsividad propiamente carnal ni a problemas apreciables en lo natural, sino a los concernientes al llamado que tenemos como iglesia y como miembros del cuerpo de Cristo.

El texto de la lectura de hoy me enseña que el resultado de mi misión dependerá mucho de la preparación de la misma.

Esta no es una misión en la que se deba usar una estrategia meramente secular, sino que, teniendo en cuenta el escenario, el contexto y la cosmovisión general del área que vamos a flanquear  con el evangelio, (en analogía a la inspección nocturna de Nehemías) , este sea llevado a la oración, la lectura y meditación de la Palabra para una buena preparación según la voluntad de Dios y en Su sabiduría.

Y como la impulsividad juega malas pasadas, y me lleva a posar el pie donde aún no he revisado el terreno, me voy a apropiar del consejo que dió Pablo a Timoteo, para su preparación conforme a su labor pastoral, apologética y evangelística:

"Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad."
2 Timoteo 2:15















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