martes, 13 de julio de 2021

PRIMER MANDAMIENTO, Deut. 5:6-7.


PRIMER MANDAMIENTO, Deuteronomio 5:6-7.

Yo soy Jehová tu Dios, que te saqué de tierra de Egipto, de casa de servidumbre. No tendrás dioses ajenos delante de mí.
Deuteronomio 5:6-7

REFLEXIÓN:

Y las mismas palabras que salieron del monte cuarenta años atrás, hoy vuelven a salir por boca de Moisés. Mismo Dios Rescatador y Libertador, mismos mandamientos pero distinta audiencia, ya que los primeros no las atendieron, pues ahora les toca atender a ellos, guardarlos y ponerlos por obra.

"No tendrás dioses ajenos delante de mí" , es el primer mandamiento que Dios anuncia a Su pueblo.

Porque Dios es el distintivo principal de este pueblo con respecto a otros, ya que Él lo escogió, lo guardó de hambruna, lo sació de la esclavitud, lo guía y está delante de él contra sus enemigos. De tal manera Dios reclama de Su pueblo un reconocimiento exclusivo y principal sobre todas las cosas, no habiendo nada ni nadie por delante de Él en lo que a prioridad se refiere.

APLICACIÓN:

Corrían días de paz y seguridad de Imperio Romano en Jerusalén y el Rey ya había entrado sobre el pollino por las puertas de  la ciudad. Mucha expectación y muchas ganas de tenderle lazo por parte de los principales de Israel, no cesaban de preguntarle por tal de hallarle el motivo de denunciarlo a las autoridades.  Por ahí andaban pues los fariseos, y uno de ellos que era intérprete de la Ley creyó encontrar la pregunta del millón.
"¿Cuál es el gran mandamiento de la Ley?" Preguntaba éste esperando una cita literal de alguno de los nombrados en el decálogo.
Pero, ¿quién puede interpretar mejor los mandamientos que el autor de ellos? Así pues, sucedió que:

Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas.
Mateo 22:37-40

No se podía esperar más que una excelente respuesta del Señor, la cual englobaba todos los mandamientos priorizándolos de esta manera: Primero Dios, luego el prójimo y por último, uno mismo en semejanza al prójimo.

Tenemos pues, dicho por boca de Dios, el primer y gran mandamiento: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, y con toda tu mente. Mandamiento que exige que Dios sea la  prioridad máxima en la vida del hombre, no poniendo nada por delante de Él.

Un dios es algo o alguien a quien el hombre rinde culto dedicando de él su corazón, su tiempo y sus sentimientos.
Dios reclama ese corazón, tiempo y sentimientos para Sí, conforme es Soberano Creador nuestro y no hay nada ni nadie más por encima de Él.

ACCIÓN:

Después de lo leído y meditado, yo me pregunto si estoy amando a Dios con todo mi corazón o si de lo contrario he reservado en él mis pequeños altares de adoración que no he entregado en Sus manos, sino que los guardo dentro de mí.

Cualquier cosa, situación o persona que mantenga centrada nuestra atención, ocupación y sentimientos por delante de Dios, es un dios ajeno o ídolo. Y cada espacio en el corazón que reservamos a este o estos ídolos, es un altar que no dejamos que sea tratado por el Espíritu Santo que mora en nosotros.

Hoy es día de desmontar los altares de mi corazón, y entregarle todo el espacio al Padre para seguir experimentando la plenitud del Espíritu Santo en mi vida y continuar forjándome en el carácter de Cristo.





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