martes, 20 de julio de 2021

OCTAVO MANDAMIENTO, Deut. 5:19


OCTAVO MANDAMIENTO, Deuteronomio 5:19. 

No hurtarás.
Deuteronomio 5:19 

REFLEXIÓN: 

Allá se encontraba Moisés en la forma más escueta de decirles "no tomarás lo que no es tuyo con ánimo de apropiarte de ello y sin permiso de su verdadero propietario". 

(Sólo existe una cosa que Dios le ha placido que sea de nuestra propiedad y de nadie más, con toda la responsabilidad y consecuencia de su uso. 

Cuando Dios creó al hombre, lo puso en medio del huerto, en Edén, y le permitió disfrutar de todo lo habido, le dió una labor y le otorgó un lugar de distinción por sobre el resto de lo creado. 

Luego Dios le permitió comer del fruto de todo árbol del huerto, con excepción del fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal, bajo amenaza de muerte. Adán solamente tenía que seguir las directrices igual como lo estaba haciendo con su labor de dar nombre a todos los animales. 

Pero Adán decidió desobedecer... El resultado hoy día lo estamos sufriendo la creación, que es la entrada de la muerte en el mundo. 

Esta es la única cosa de la que Dios nos hace poseedores por pleno derecho, según es Su voluntad: la capacidad de decidir libremente sobre nuestros actos en la vida, o lo que sería lo mismo, el libre albedrío.) 

Cuando el hombre se proclama poseedor de otra cosa que no sea el libre albedrío, éste está cometiendo hurto, pues se está adueñando de lo que no es suyo. 

Cuando Caín mató a Abel, Dios lo condenó a ser errante y extranjero en la tierra. Pero él se instaló y se hizo para sí con una ciudad, y le puso el nombre de su hijo, como suya. 

Cuando nació Nimrod, nieto de Cam, éste creció y se hizo poderoso en la tierra, se apropió para sí mismo de la gloria de los hombres, y se dió a sí mismo el derecho de gobernar sobre ellos. 

Estos son dos ejemplos de hurtos a Dios, que hoy día se cometen de forma sistemática. 

Lo que hay que recordar es que cuando un hombre hurta algo a otro hombre, no se lo está robando a éste, sino a Dios. Por cuanto nada nos pertenece, ni la propia vida, pues la pone Él. 

APLICACIÓN: 

Hallamos pues que, de todo lo que disfrutamos aquí en la tierra, nuestro es sólo el libre albedrío con toda la consecuencia de su uso. 

La consecuencia por el mal uso en la decisión de Adán la estamos sufriendo todos, marcados por la muerte espiritual y física. 

Pero a Dios le plació trazar un plan de salvación, esto es, una forma de revertir la condena, para permitirnos disfrutar de  vida eterna, además de dejar de encontrarnos en calidad de ladrones por cuanto es quitado de nosotros el pecado, que es lo que nos impedía disfrutar de los favores de Dios y de nuestra nueva identidad en Él, dada a nosotros, sin necesidad de ir hurtando nada. 

Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero.
1 Timoteo 1:15. 

Y ahora es cuando debemos hacer uso de esto que Dios nos ha dado, que es decidir si queremos creer o no en Jesús, decisión que marcará nuestro destino para siempre. 

ACCIÓN: 

Si no has decidido creer aún en Jesús como Señor y Salvador tuyo, para ser perdonado de tus pecados y hallar la vida en Él, te acompaño con este pasaje: 

Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan; por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó, dando fe a todos con haberle levantado de los muertos.
Hechos 17:30-31 

En cuanto a mí, y después de lo reflexionado, me pregunto si me estoy comportando con gratitud a Dios por todo lo que tengo o si de lo contrario, pretendo adueñarme de un tiempo que no es mío, no dedicándoselo a Él y mermando mi vida devocional a causa de ello. 

Padre Amado, gracias porque Tu palabra es tan perfecta que por muy escueta que sea es capaz de suplir completamente la necesidad de mi alma, confrontándome, mostrándome y dirigiéndome hacia la corrección de mis pasos para darlos cada vez más al compás de Tu voluntad. 
Te pido perdón por el atrevimiento de pretender organizar por mi propia cuenta el tiempo que Tú me das para que lo viva para Tu gloria y honra, queriendo apartar y apartándolo para mis intereses personales sin haberte siquiera pedido permiso. 
Señor, hoy te pido que me des la sabiduría necesaria para administrar sabiamente el tiempo que me das, para que surta mucho fruto y no deje de glorificar Tu santo nombre.  En el nombre de Jesús. Amén.






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