No codiciarás la mujer de tu prójimo, ni desearás la casa de tu prójimo, ni su tierra, ni su siervo, ni su sierva, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo.
Deuteronomio 5:21
REFLEXIÓN:
Porque el origen del pecado está en codiciar el bien ajeno, el último de los diez mandamientos va a englobar todos los demás, porque:
Si se codicia algo, se deja de tener a Dios en primer lugar, ergo, se tiene un dios ajeno delante de él.
También puede materializarse la idea codiciada en una persona u objeto, lo cual, si éste se está deseando más que a Dios, uno se está inclinando ante ello y sirviéndole, mientras que se encuentra esclavo del objeto codiciado.
La codicia lleva a muchos a perjurar, e incluso hubo aquél que descrito está en la Biblia, a quien la codicia le llevó a morir por transgredir el día de reposo cargando leña.
Por la consecuencia de la codicia se deshonra a los padres, se mata, se comete adulterio, se hurta e incluso uno se puede animar a dar falso testimonio contra el prójimo.
APLICACIÓN:
Cuando Dios creó al hombre, le proveyó de todo lo necesario para su vida y bienestar. Pero Eva codició el fruto del único árbol del cual estaba prohibido comer, bajo condena de muerte. Asi que comió y aún le dió también a Adán, y de ahí entró el pecado y su consecuencia, que es la muerte, al mundo.
Así que no es de menospreciar el pecado de codiciar un bien ajeno.
Muchos ejemplos de pecados cometidos a raíz de la codicia hay en la Biblia, igual que también los hay en el día a día de esta sociedad.
Empezando por Eva, y siguiendo por Caín (ya que la envidia también se origina en la codicia), el hombre que cargó leña en día de reposo, Acán tomando del anatema para sí tras la caida de Jericó, David cometiendo adulterio con Betsabé y mandando a matar a su marido Urías, y los falsos testimonios animados a base de sobornos contra el Señor Jesucristo y contra Esteban... Son los casos más conocidos y todos tienen en común el codiciar un bien ajeno.
En la sociedad actual se nos anima a ser competitivos, no buscando el bien de los demás sino animándonos a ser mejores, a obtener mejores logros que los demás y a llegar a poseer cosas más valiosas en lo económico y social. Esto fomenta el individualismo, la ambición y embota la empatía casi anulándola por completo, la cual es necesaria para poder ponernos en lugar del prójimo, compadecernos de él y ayudarlo en sus circunstancias. Sin embargo sí que nos capacita en codiciar sus bienes, ya que una educación basada en la competitividad tiene por objetivo visualizar el logro ajeno para superarlo o hacerse con él.
ACCIÓN:
Para la aplicación práctica y personal del pasaje de hoy, incluyo como aporte estos dos pasajes:
"No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación. Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece."
Filipenses 4:11-13
"No te impacientes a causa de los malignos, ni tengas envidia de los que hacen iniquidad. Porque como hierba serán pronto cortados,Y como la hierba verde se secarán. Confía en Jehová, y haz el bien;Y habitarás en la tierra, y te apacentarás de la verdad."
Salmos 37:1-3
Señor, Dios Todopoderoso y Padre Amado, te doy las gracias por la oportunidad de edificarme a través de Tu palabra, para que pueda conocerte mejor, corregir y desechar todo aquello que hago mal ante tus ojos, para que mis pasos sean cada vez más derechos en Cristo. Guarda mi corazón de observar y desear los bienes ajenos, asimismo guárdame de molestarme si me parece ver que los que te niegan viven mejor que yo en este mundo. Enséñame a contentarme, como Pablo, cualquiera que sea mi situación, recordándome el más valioso favor que me has dado y el Único esencial para la vida, que es la redención en Cristo, trayéndome paz verdadera y seguridad eterna en Él. Enséñame a tener un carácter agradecido, generoso y desinteresado para con el prójimo, de manera que este pueda ver a Cristo en mí.
En el nombre de Jesús. Amén.
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